Nuevo camino

5 0 0
                                    


Allí, extendida sobre las arrugadas sábanas, contemplo el cielo de gotelé que reposa sobre mi cabeza, que en cierto modo es reconfortante y abrumador al mismo tiempo. El pensar que en unas horas este ya no será mi lugar seguro y tendré que buscar otro cielo al que admirar...

En mis momentos más nostálgicos me paro a pensar en aquel reloj de la vida que con cada grano de arena marca el compás de nuestra existencia y lo rápido que pasa sin darnos cuenta.

A veces pienso en cuando era pequeña, libre de prejuicios y preocupaciones, donde a través de mi mirada todo era color y felicidad. Me acuerdo de aquellas cenas familiares donde mi padre contaba aquellas historias de su juventud y yo aguantaba con todas mis fuerzas que mis párpados no se cerrarán para poder seguir escuchando.

Cuando volvíamos de un viaje largo y mis padres me cargaban hasta la cama o cuando mi madre posaba sus delicados labios en mi frente para desearme buenas noches.

El poder ir corriendo a acurrucarme con ellos cada vez que tenía una pesadilla y escuchar esas promesas que decían que todo estaba bien.

Cada vez era más consciente del transcurso de la vida y cada vez tenía más ganas de crecer y tener experiencias inimaginables. Pero cuando ese momento finalmente llega y te encuentras allí intentando detener los minutos para poder disfrutar un poco más de tu infancia y poder dejar de pensar, parece que estés encapsulada en una burbuja que inevitablemente explotará en algún momento y sabes que cuando eso suceda te toca experimentar sola.

—Amelia, es hora de irse— dice la voz más dulce que haya podido escuchar nunca. Y apoyada sobre el marco de la puerta, se encuentra mi madre, esperando a que me percate de que me había quedado dormida de tanto imaginar.

Era cuestión de tiempo que ese momento llegará, sólo me iba a la universidad, pero para mí suponía dejar atrás aquella inocencia de la niñez y aceptar que me había hecho mayor.

Cuando cierro el maletero lleno de equipaje que guarda parte de mi vida, me giro para reparar que mis padres aguardan a mis espaldas con un pozo sin fin de lágrimas que provocan en mí un cosquilleo bajo mis párpados, indicando que el sentimiento es mutuo.

-Estamos muy orgullosos de ti- comenta mi padre mientras nos atrapa en un cariñoso abrazo. En ese momento comprendo que es hora de marchar, así que con mucho esfuerzo me desprendo de las reconfortantes manos de mis padres.

Ya debo soltar y aprender a volar por mi cuenta.

Nuevo caminoWhere stories live. Discover now