Los primeros rayos del amanecer se filtran a través de las cortinas. La claridad, cada vez más intensa, me arranca del plácido descanso en el cual estaba sumergido. Mis párpados se abren mientras se enfoca mi mirada de manera paulatina. Me duele un poco la espalda, dormir en el suelo no ha sido la mejor de mis ideas. Giro la cabeza aún tumbado en dirección a Yue-san, sigue durmiendo. Reúno fuerzas y me levanto a la vez que estiro todo mi cuerpo en el proceso.
—¿Qué debería hacer? —Susurro al aire a medida que me acerco a ella.
Me agacho para mirarla mejor y aparto los mechones de pelo que tiene cubriendo su rostro. Luce tranquila además de algo desaliñada, aunque debo admitir que la escena es algo adorable. No puedo evitar pensar en que va a tener resaca cuando se despierte, por lo que me incorporo y salgo de la casa, tras arreglarme un poco en el baño, para ir a una tienda 24 horas a comprar pastillas para la resaca.
En la calle los agradables rayos de sol matutinos me calientan un poco, y como por suerte en este país cada 100 metros hay una tienda 24 horas no tardo mucho en cruzarme con una. Una vez dentro pregunto al dependiente por las pastillas, a parte también compro una botella de agua y otra de té rojo. Abandono la tienda, ahora cargando una bolsa plástica en mi mano derecha, encarando el camino de vuelta al apartamento.
Al cabo de unos pocos minutos puedo ver el desgastado edificio alzarse en la distancia, pero en la calle enfrente del mismo alcanzo a ver a Yue-san, parece que desorientada, mirando en todas direcciones. Cuando nuestras miradas se encuentran ella empieza a correr hacia mí, y sin darme tiempo a decir nada me abraza con fuerza hundiendo su cara en mi pecho.
—Yuki... Pensaba que te habías ido sin avisar... —Suena aliviada pero también triste.
Suspiro suavemente mientras le devuelvo el abrazo, tengo que ser delicado ya que parece algo inestable emocionalmente.
—Te dije ayer que no me iba a ir. Solo fui a comprar unas pastillas para tu posible resaca, ¿no te duele la cabeza? —Mis palabras son suaves y las acompaño con unas caricias en su espalda.
Asiente restregando su cara contra mi pecho, tras lo cual levanta la mirada dejándome ver una dulce plasmada en sus labios.
—Puede que me duela la cabeza, sin embargo me dolió más pensar que a lo mejor no te volvía a ver. —Su respuesta posee un grado de cariño y sinceridad notables, tanto que hasta ella misma se sonroja y vuelve a esconder su cara contra mi cuerpo.
Debo admitir que a mí también me avergonzó lo que dijo, aunque no lo externalizo.
—Yue-san, volvamos a tu apartamento que la gente nos está empezando a mirar raro. —No pude evitar notar como los pocos transeúntes que pasan nos miran con curiosidad.
—Vale, pero con dos condiciones. —Dice en un susurro ahogado contra mi camisa—. Quiero que me llames por el nombre sin utilizar el honorífico, y quiero que cuando regresemos me dejes abrazarte de nuevo... —Termina de hablar y levanta de nuevo la mirada esperando mi respuesta expectante además de nerviosa.
Guardo silencio durante unos segundos ante sus peticiones, pero al final no puedo evitar reír. Una risa sonora y natural emerge de lo más profundo de mí, hace mucho tiempo que no me reía de una forma tan espontánea. Ella me mira ahora extrañada.
—Todos los abrazos, incluyendo el beso, que me has dado hasta ahora han sido completamente unilaterales. Creo que no hace falta darte permiso explícito para que lo hagas, pero solo abrazos Yue. —Trato de remarcar lo de "solo abrazos", aunque creo que no tiene mucho efecto.
—¡Gracias Yuki! —Responde exultante apretando más el abrazo—. Vámonos entonces. —Dice finalmente liberándome de la cárcel de sus brazos.
De vuelta en el apartamento le doy las pastillas, y tras tomarse una va al baño. Me siento en uno de los cojines para esperar pacientemente a la vez que saco mi móvil. En la pantalla de bloqueo se pueden ver diferentes notificaciones entre las que se encuentran una llamada perdida de Satoshi y un mensaje de mi madre.
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El dolor de amar #PGP2024
RomanceToda una vida obedeciendo e intentando cumplir las expectativas de tu familia. Toda una vida sin tener caprichos ni deseos propios. Toda una vida dibujando una vacía sonrisa prefabricada en tus labios. Todo eso para que, cuando llegue ese algo que t...