Robin abrió silenciosamente la puerta de su habitación y se encontró con la cara de sorpresa de su novia, que estaba sentada en el sofá, encorvada sobre un mapa que había sobre la mesa.
"Nami", le dijo, con voz de decepción. "¿No te dije que te fueras a dormir hace siglos?".
Nami le dedicó una sonrisa tímida y torcida. Al menos tuvo la decencia de avergonzarse.
"Bueno... es que, ya sabes, me distraje y perdí la noción del tiempo...".
"¡Prometiste que te irías a la cama hace dos horas!".
"¿Realmente dije que...?"
"¡Sí, lo dijiste! Me desperté para vigilar y seguías despierto, así que te dije que guardaras los mapas y te fueras a la cama, y dijiste que lo harías. De hecho, tus palabras exactas fueron 'Prometo que me iré a la cama'".
"Este tardó un poco más en terminarse de lo que esperaba, supongo".
Robin suspiró y se inclinó para enroscar el tapón en el frasco de tinta que estaba usando Nami. "Voy a volver a la cama, así que me vas a seguir".
"¡No! ¡Por favor, Robin, sólo cinco minutos más!"
"De verdad, Nami, eres como una niña petulante".
"Tú no eres mi madre", espetó Nami, arrebatándole el frasco de tinta a Robin.
Robin enarcó una ceja. "Si sigues siendo tan irresponsable, quizá tenga que serlo yo".
Nami puso los ojos en blanco. "¿Ah, sí? Bueno, entonces, mami, yo...".
Algo inexplicable atravesó el aire entre ellas, y las palabras de Nami murieron en su garganta, con la boca congelada.
Robin se acercó a ella y Nami se sintió increíblemente pequeña. Agachó la cabeza, mirando fijamente su mapa a medio terminar. "Ah... olvida lo que he dicho, en realidad. Me limpiaré y me iré a la cama".
"¿Olvidar qué dijiste, querida?" Robin ahuecó su mano bajo la barbilla de Nami y levantó su cabeza, forzándola a hacer contacto visual, y un jadeo salió de la boca de Nami.
"Ah- Um- que te llamé... ya sabes". Nami era dolorosamente consciente de lo calientes que se sentían sus mejillas, y de lo brillante que debía ser su rubor.
El pulgar de Robin rozó el labio inferior de Nami. "No lo sé, nena. Tendrás que decirlo otra vez".
"Que yo..." A Nami se le secó la boca y bajó la voz a un susurro. "Que te he llamado mamá".
Lentamente, una sonrisa se dibujó en los labios de Robin. "Me temo que no he oído bien la última parte. Tendrás que hablar más alto", dijo, con voz grave y sensual.
Nami agarró el cojín del sofá con tanta fuerza que empezaron a dolerle los dedos. Tragó saliva y volvió a hablar, esta vez más alto. "Mami".
Robin tarareó un suave sonido de aprobación. "Buena chica".
Nami era muy consciente de la sensación que se acumulaba rápidamente entre sus muslos, y los profundos ojos azules de Robin clavados en ella no ayudaban al problema. "Me... me limpiaré ahora. Debería haberme ido a la cama hace rato, tienes razón". Ella trató de alejarse de Robin, trató de volver a mirar hacia la mesa, pero los dedos de Robin sólo se apretaron más fuerte, agarrando su mandíbula tan fuerte que dolía.
Robin se inclinó hacia abajo, con los labios tentadoramente cerca de los de Nami, pero sin llegar a rozarlos, y con la mano sujetando la cara de Nami, no pudo acortar la distancia.
"Todavía no, cariño", murmuró Robin, y Nami sintió su aliento en la cara. "Quiero oír cómo te disculpas por haberme mentido".
"Yo no..."
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🔞si fueras la sala de espera nunca vería a un médico🔞
Romance"De verdad, Nami, eres como una niña petulante". "Tú no eres mi madre", espetó Nami, arrebatándole el frasco de tinta a Robin. "Si sigues siendo tan irresponsable, quizá tenga que serlo yo". Nami puso los ojos en blanco. "¿Ah, sí? Pues entonces, mam...