Cuando Marina reacciona lo primero que siente es el aire frío que le congestiona la nariz y le provoca picor en la garganta. Está helada, mojada y sucia, recostada sobre un montón de hojas secas en la orilla de la laguna, donde el agua le acaricia los talones con suaves deslices de la marea. Se levanta agitada y temblando de frío.
Tiene muchas preguntas pero su primera preocupación es encontrar a la princesa Tecuichpo, por quien todavía sentía responsabilidad. Pronto la ve, también recostada sobre un montón de hojas, oculta entre dos grandes conjuntos de troncos cerca de la maleza que rodea el río.
—Niña, despierta—le dice Marina, sacudiéndola y vigilando la zona, porque algo en el lugar no le termina de cuadrar. Las aguas están demasiado tranquilas en aquél remanso de la laguna, que entra al bosque y forma una poza cristalina entre los ahuehuetes. La lluvia ha cesado pero hay demasiado silencio para ser de noche.
—¿Qué pasó?—pregunta Tecuichpo, mirándola confundida y sintiendo un fuerte dolor de cabeza—¿Estamos vivas? Lo último que recuerdo fue estarnos hundiendo.
—Hacia el fondo de la laguna—agrega Marina—Si, yo también lo recuerdo.
Tecuichpo se ve molesta otra vez , como de costumbre—¡Si estamos muertas esto será tu culpa!
—¿Mi culpa, niña?—Marina ríe y se echa para atrás—Yo te salvé la vida, los hombres de tu tío iban a matarte. Si es que estamos vivas...¡Y claramente lo estamos! Es porque yo nos arrojé a las aguas.
—¡No me digas! ¿quieres que te dé las gracias? ¿Eres la heroína de esta historia?—pregunta la princesa, con tono sarcástico—sin importar cuántos ángulos tenga todo esto, para mi tú eres la culpable en cada uno de ellos.
—Claro, niña—responde la Malinche, indignada—¡Yo soy la culpable de todo! ¡El sol se oculta cada noche por mi causa y la sangre de mis hermanos y los tuyos se derrama por capricho y deseo mío también! ¡Si, princesa! Yo soy el origen de todos los males de la vida.
—¡Nos has traicionado!
—¿Traición?—Marina se cruza de brazos y echa su cabello para atrás, bien envuelta en su rebozo—Para cometer traición primero hay que tener lealtad, y mi lealtad a los mexicas es la misma que ellos han tenido con el resto de nosotros allá afuera; no existe, es nula. Tu padre jamás nos invitó a formar parte de la gloria de Tenochtitlan, pero te vestías con joyas nuestras y vivías rodeada del tesoro de nuestros pueblos. Negarnos nuestra gloria ha sido el precio para pagar la tuya. Y aún así, aún con todo, yo no quería nada de esto.
—¡Tú padre era un cacique Mexica! La sangre de Quetzalcoatl corre por tus venas, Malintzin.
—¿Y acaso la sangre de Quetzalcoatl no corre también por las venas de todos los pueblos en el Anáhuac? ¿No somos todos hijos suyos?
Tecuichpo está rabiosa, pero cuando su boca se abre otra vez la voz le sale hecha pedazos;—Mataron a mis hermanos. Mi propio pueblo—dice en un suspiro—Ni siquiera se dieron cuenta. Cuando las flechas cayeron en la calzada les dieron igual que al resto de los hombres. Eran la sangre de mi padre. Mi familia.
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Lágrimas de Obsidiana: No es voluntad de los dioses
Historical FictionDos mundos se han encontrado, los hombres de Castilla y los habitantes del Anahuac están cara a cara, y el destino de los hombres y los dioses pende de un hilo. Lágrimas de obsidiana es un drama de ficción histórica con arcos entremezclados situ...