[One-shots]

[2]

𝙵𝙸𝙲𝙷𝙰 𝚃𝙴𝙲𝙽𝙸𝙲𝙰 𝙳𝙴𝙻 𝙲𝙰𝙿𝙸𝚃𝚄𝙻𝙾.

ᴛɪᴛᴜʟᴏ: Si estás dispuesto.
sʜɪᴘᴘ: LadyNoir (Ladybug x Chat Noir)
ᴄᴏɴᴛᴇɴɪᴅᴏ +18: No.
ᴄᴀɴᴛɪᴅᴀᴅ ᴅᴇ ᴘᴀʟᴀʙʀᴀs: 4242.

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París, uno de los bellos puntos turísticos que puede ofrecer Francia, un lugar en que los enamorados suelen pasear de la mano con grandes sonrisas en sus rostros soltando risillas cómplices ocasionalmente. Desde un tejado cualquiera de los muchos en esa preciosa capital, mirando las luces de los faroles que iluminaban la lóbrega noche en la ciudad del amor, se encontraba el héroe parisino de rubios cabellos y brillante sonrisa pensando, como casi siempre, en su lady. ¿Cómo le haría para aceptar de una vez que ella no estaba interesada en tener una relación con él? Sus últimas actitudes lo habían dejado aún más claro de lo que estaba: las rosas ya no las aceptaba, los coqueteos los ignoraba y los pequeños detalles los pasaba por alto, llegando a no hablarle más de lo necesario para vencer al akumatizado del día. Sin duda, Ladybug parecía cada vez más lejos de su alcance, como si por cada paso que daba hacia la chica, ella diera tres brincos en dirección contraria. Continuar en esa interminable lucha por amor era como seguir esperando a su padre a la hora de las comidas: nunca llegaría. Ni el amor al corazón de la heroína, ni el famoso diseñador a la mesa.

—Un gato en el tejado... —murmuró los versos cantados por su madre en esos días de verdadera felicidad, ¿por qué se habría llevado con ella la alegría de toda su familia?— Solo sin su lady... —su mano se convirtió en un enfurecido puño que golpeó con impotencia el techo de la casa en que descansaba. ¿Realmente todo acabaría antes de que siquiera pudiera empezar? Chat Noir se levantó y comenzó a caminar en círculos, luchando por mantenerse positivo y fallando rotundamente en el intento, hasta que su mente se vio gobernada por la tristeza, la confusión y la furia; las emociones favoritas del villano de las mariposas. En su guarida, el vitral ya le había abierto el paso al nuevo Akuma que salía aleteando a esa fría noche en busca de su víctima.

—¡Esta no es la maldita ciudad del amor! ­—gritó al cielo sin luna desde donde lo vigilaban las infinitas estrellas— ¡A mí el amor no me llega, ¿oíste?! —recriminaba a los brillantes puntos titilantes que ignoraban sus palabras— Ella ya no está... —sus rodillas chocaron abruptamente contra el suelo, no había notado el temblor de sus piernas hasta que estas se deshicieron y no pudieron sostener más su cuerpo.

Si su madre, la única persona que realmente lo amó, lo viera estaría completamente decepcionada, su niño fuerte se había desmoronado como un bebé recién nacido; si su madre lo viera, le pediría desesperada que se bajara del techo, pues podía caer y lastimarse; si su madre lo viera, lo acurrucaría entre sus brazos diciendo que la chica de traje moteado no sabía de lo que se perdía; si su madre lo viera, le prohibiría en todos los idiomas ser Chat Noir, ya que estaba seguro de que lo hubiese descubierto, ella sí le prestaba la atención suficiente como para notar actitudes inusuales y ausencias fortuitas que el deber le exigía y que, ante los ojos de su progenitora, sería demasiado peligroso, no permitiría que su adorado hijo se expusiera de esa forma al peligro por tener una vida heroica que cualquier otra persona podía ocupar en su lugar; si tan solo estuviera su madre, no estaría tan solo en el mundo. Él amaba a su padre, pero no estaba seguro de que fuera recíproco. Gabriel dejó de tomarlo en cuenta cuando su Emilie los dejó solos, al parecer era ella quien mantenía a los Agreste unidos, y ahora que no estaba se veía la realidad de las cosas.

Un montón de teorías cruzaron la mente del rubio en ese momento, buscando el motivo por el cuál, desde su perspectiva propia, su padre parecía despreciarlo. Quizá él era el problema, quizá por alguna actitud que tenía no lo quería cerca. Las lágrimas mojaban su rostro como lluvia torrencial, una tras otra se deslizaban por sus mejillas hasta llegar a su quijada y allí despegarse de su persona para caer al suelo.