¿Puedes verme?

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El pasillo por el que corrían jugaba con sus propias percepciones. Tenían que correr, correr y no detenerse. Tenían que llegar a su destino tan pronto como fuera posible y terminar con esta maldita guerra de una vez por todas. La vida de sus camaradas estaba en juego, luego del sacrificio de Oyakata-sama, no dejaría que fuese en vano.

Estaba harto de todo esto, desde perder a su hermana y su mejor amigo, hasta ser testigo de cómo los demonios iban destrozando más vidas de personas inocentes, el chico a su lado era una prueba de ello, a quien ve como un hermano menor. Lo protegería a toda costa, incluso si tiene que dar su propia vida a cambio. No se permitiría perder a alguien amado de nuevo. Y por eso, debía darse prisa y encontrarla. Antes que nadie, ella era su máxima prioridad. Sabía de su plan, sabía su situación y que era quien mayor desventaja tenía de todos los pilares si se encontraba con una Luna Superior.

Corre, no te detengas. Tienes que encontrarla. Tienes que protegerla. ¡Muévete!

—¡Manten el ritmo!

—¡Bien!

Ambos seguían corriendo sin una dirección fija. El lugar seguía extendiéndose a pesar de lo mucho que ellos intentaban salir, parecía verdaderamente no tener fin.

No importa si te destrozas las piernas, corre. Tienes que encontrarla.

—¡Cawww!

Tienes que protegerla.

—¡Muerta!

Tienes que decirle...

—¡¡Kochō está muerta!!

Tienes que...

—¡¡Murió luego de su confrontación con La Segunda Luna Superior!!

Decirle que...

—¡¡La pilar del insecto ha caído en batalla!!

La amas.


—¡¡No!!

Despertó jadeando, su pulso estaba acelerado y la frente perlada en sudor. Esa pesadilla de nuevo, no sabía por qué volvía a soñar con eso. Su hermana le dijo que era porque vio alguna película de terror, incluso regañó a su mejor amigo por seguramente incitarlo, pero el niño no era conocido por ser precisamente fan de ese género, no cuando su propia realidad era incluso más aterradora y hasta algo interesante.

—Oi, chico, ¿estás bien?— escuchó una voz al lado de su cama, era una de las almas a las que intentaba ayudar a cruzar, un joven que probablemente tendría unos años más que su hermana mayor al momento de fallecer— Casi haces que me muera de nuevo por el susto.

—Disculpa, fue una pesadilla.

—Debió ser terrible, mira que estabas retorciéndote y no sabía cómo hacerte reaccionar.

Escucharon los pasos apresurados en el pasillo, segundos después, la puerta de su habitación fue abierta estrepitosamente, dejando ver a una joven de largo cabello negro y ojos azules como los suyos, que reflejaban una inmensa preocupación. El joven a un lado de su cama no se inmutó, sabía que no podía verle de todos modos.

—¡Giyū-chan! ¡¿Te encuentras bien?!— el niño, Giyū, odiaba con todo su ser darle molestias a su hermana mayor, pues sus padres solían trabajar hasta tarde en el hospital y no solían estar para darle las buenas noches. Lo menos que podría hacer era intentar dejarla descansar luego de cuidar de él todo el día— ¿Qué sucedió? Ya te he dicho que no veas películas de terror, estás muy pequeño para eso, de verdad, no deberías. Por eso tienes sueños feos.

I will follow you into the darkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora