Te fuiste mucho antes de sepárate de mi lado, sentía tu piel contra la mis, tu cuerpo compartiendo su calor a mi espalda y tus manos cobijando mi pecho, pero ya no estabas conmigo, me eras ajeno y tu calor ya no era para mi.
La tristeza me invadía en cada beso que tu boca recitaba a la mía, en cada caricia que notoriamente desea fuera otra piel quien diera la bienvenida a tu mano, la tristeza me dominaba y oprimía mi corazón, sentía la necesidad de suspirar a cada instante, no sé sí se debía al hecho de que la tristeza oprimía tanto mi pecho que no me permitía respirar o sí simplemente lo hacía para corroborar que aún seguía respirando.
Te sentí tan frío y ausente yo sabía la verdad sólo quería alargar el plazo al momento de comprobarlo pero tu ya no eras mío y en el fondo algo que hacia preguntarme sí alguna vez lo fuiste. Puede que no lo notaras pero me asesinaste en ese momento, las puñaladas caían una tras otra sobre mi boca, mis mejillas, mis manos, mis pechos, ese fuego cruel quemo mis ojos, y ese cruel, vacío, desnaturalizado y poco sincero: Te amo, acabo por culminar el trabajo antes emprendido por tus caricias y tus besos, me asesinaste sin mas, y mi cuerpo quedo tendió sobre la cama a un lado del tuyo, acabaste con todas mis fuerzas y esperanzas, ¿últimas palabras antes del juicio de la verdad señor corazón? Pronuncio mi mente, Yo también te amo, contesto él, y fue así como declare perdida total, he muerto, y has sido tú mi verdugo.