Capítulo 2

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A la mañana siguiente cuando me desperté estaba solo, ni mi mujer ni las rosas estaban en la habitación pero no me di cuenta de estas hasta más tarde. Grité el nombre de mi mujer pero no hubo respuesta. Me quedé en silencio durante unos segundos antes de levantarme pero cuando lo hice sentí que todo se volvía oscuro a mi alrededor y volví a caer en la cama.

Me quedé quito durante un segundo, intentando volver en mí, era extraño, nunca antes me había pasado esto y no tengo ningún tipo de enfermedad para que me dieran estos mareos. Al final me levanté y salí de la habitación en busca de mi mujer. Miré por la cocina, el baño, el comedor, por todos los sitios pero no había nadie más a parte de mí.

Decidí llamarla, quizá había salido por alguna razón. Esperé unos segundos a que el teléfono cogiese línea pero de repente escuché el móvil de mí mujer en la habitación. Ella nunca salía sin él... ¿Quizá era una emergencia y no le dio tiempo a coger el teléfono?
Me dirigí a la puerta y todos sus zapatos seguían allí ¿Había salido en pijama? ¿Pero por qué?

No entendía que podría haberla llevado a salir, miles de preguntas inundaban mí mente. Volví a revisar toda la casa, sin éxito pero al volver a la habitación me di cuenta de que las flores ya no estaban en el jarrón. Sin embargo estaba 100% seguro de que Inés las puso en la mesita... ¡Que demonios! ¡Evidentemente que las puso si el jarrón está ahí vacío! ¿Pero por qué diantres ya no estaban? Y más importante! ¿¡Donde demonios está mi mujer!?

La situación se estaba apoderando de mí y ya no podía pensar con claridad. Decidí llamar a la madre de Inés para ver si estaba con ella pero no fue así. Llamé a la policía pero me dijeron que no podían reportarla como desaparecida hasta que pasasen mínimo 48 horas. Decidí pedir ayuda en redes sociales y en poco tiempo la gente en Instagram y Facebook resubían historias con la cara de Inés, solo quedaba esperar a que llegase a los periódicos más importantes y programas de noticias.

¿Cómo podía desaparecer alguien así de repente de la noche a la mañana?¿Y si la habían secuestrado? ¡Pero era imposible! ¡Me habría dado cuenta si alguien hubiese entrado a mí casa en medio de la noche!

Todos esos pensamientos empezaron a abrumarme así que decidí salir a la calle para despejar la mente, a pesar de saber que me sería imposible.

Salí a la calle y fui avenida abajo, siguiendo el mismo camino que hice para volver a casa el día anterior y mientras caminaba me di cuenta de una cosa. La floristeria de donde compré las rosas ya no estaba, en cambio solo había un gran portón de metal y los restos de donde en algún momento hubo un letrero.

Sentía que me estaba volviendo loco, era imposible que todo esto fuera coincidencia, mí mujer, las flores, la floristería. ¡Era demasiado!

Miré a mi alrededor en busca de algún tipo de respuesta a todas mis preguntas pero evidentemente no la obtuve. Simplemente vi a un montón de gente siguiendo su camino subiendo o bajando la avenida.

Suspiré, exhausto y seguí mi camino, todavía pensando en todas esas cosas. Después de caminar un rato llegué a la estación de Torrent Avinguda. Crucé por la plaza y me dirigí al parque central a sentarme un rato.

De casualidad, cuando pasé por delante de la otra salida de Torrent avinguda un chico pelirrojo con coleta pasó por delante mio. Lo miré por un segundo antes de darme cuenta de que era el mismo chico que trabajaba en la floristería donde compré las rosas.

Me giré hacía el y pegué un grito intentando llamar su atención. ¡Él tenía que saber que pasó con la floristería! Y quizás saber lo que pasó en ella contestaría más de mis preguntas pero mi sorpresa fue que cuando el chico me reconoció echó a correr. Me quedé paralizado por un segundo antes de empezar a correr tras de él llamándole y pidiendole que no corriese pero fue inútil, en apenas unos segundos lo perdí entre la multitud.

Poco a poco dejé de correr y me quedé ahí de pie, jadeando y con cara de idiota. El día iba de mal en peor. Cuando llegué al parque me eché al suelo, tumbadome sobre la hierba mirando al cielo sin ningún pensamiento en mi mente. Me sentía cansado, física y mentalmente. Cerré un rato los ojos sin llegar a dormirme para intentar calmarme pero no funcionó.

Saqué mí teléfono del bolsillo y entré a Instagram para entretenerme pero pasando historias vi que otra mujer había desaparecido. Irene Gilberta, una mujer joven de baja estatura, piel blanca, ojos marrones y pelo pelirrojo teñido. Cuando terminé de leer la descripción vi su foto y no me lo podía creer. ¡Era mi primera novia, también había desaparecido! ¿Qué demonios pasaba hoy? ¿Por qué solo ocurrían desgracias?

Decidí averiguar un poco más sobre la desaparición de Irene y logré encontrar las cuentas de mis viejos amigos Oceanía y Youssef. Me puse en contacto con ellos preguntandoles sobre la desaparición de Irene. Me dijeron que un día que se reunieron con toda su antigua cuadrilla a cenar, a mitad de la cena Irene salió a fumarse un cigarrillo. Pasaban los minutos y ella no volvía, al final, cuando Oceanía se levantó para salir y ver porqué tardaba tanto en volver no encontró a nadie. Empezaron a llamarla pero no hubo respuesta y al final la dieron por desaparecida.

Decidimos un día para quedar y hablar más sobre el tema. Quizá las habían secuestrado y había sido la misma persona o igual había alguna razón para que desaparecieran. Fuera cual fuese la razón tenía que descubrirla para poder encontrar a Inés. No podía quedarme en mi casa y esperar a que la policía lo hiciese por mí! Era inútil quedarme llorando! Iba a encontrar a mi mujer sin importar lo mucho que me cueste, lo juro!

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⏰ Última actualización: Jul 09 ⏰

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"El otro Juan. De la nostalgia al dolor" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora