En un pequeño pueblo al pie de las montañas, Nahuel y Santiago se encontraron en una tarde soleada. Sus miradas se cruzaron en la plaza central, y algo cambió en sus corazones. Nahuel, con su cabello oscuro y ojos profundos, era un artista apasionado. Santiago, con su sonrisa encantadora y risa contagiosa, trabajaba en la biblioteca local.
Los dos comenzaron a encontrarse en secreto. Se escondían detrás de los estantes de libros, compartiendo sus sueños y miedos. Nahuel le mostraba sus pinturas, llenas de colores vibrantes y emociones crudas. Santiago le leía poemas de amor, sus palabras flotando en el aire como mariposas.
Pero no todo era fácil. El pueblo era conservador, y la gente murmuraba sobre su relación. Nahuel y Santiago se enfrentaron a miradas desaprobadoras y comentarios hirientes. Sin embargo, su amor era más fuerte que cualquier prejuicio. Se sostenían de la mano en las calles, desafiando al mundo con su valentía.
Una noche, bajo la luz de la luna, Nahuel le confesó a Santiago su mayor secreto: había pintado un mural en una pared abandonada, un tributo a su amor. Santiago lo siguió hasta el lugar y quedó sin aliento al ver la obra maestra. Los colores se mezclaban en un abrazo apasionado, y los corazones latían en cada trazo.
“Es nuestro amor”, susurró Nahuel, tomando la mano de Santiago. “Nuestro refugio en este mundo hostil”.
Santiago lo besó con ternura, y en ese momento, el mural cobró vida. Los personajes saltaron de la pared, bailando y riendo. Nahuel y Santiago se unieron a ellos, girando en una danza eterna. Las estrellas brillaban más intensamente, y el viento susurraba palabras de aliento.
A medida que pasaban los días, Nahuel y Santiago enfrentaron desafíos. La familia de Nahuel no aceptaba su relación, y Santiago luchaba por encontrar su lugar en el pueblo. Pero siempre se tenían el uno al otro. Juntos, crearon su propio mundo, donde el amor era la única verdad.
En una fría noche de invierno, Nahuel le propuso matrimonio a Santiago en el mismo lugar donde se conocieron. Las lágrimas llenaron los ojos de Santiago mientras decía sí. Se prometieron amor eterno bajo las estrellas, con el mural como testigo.
Y así, Nahuel y Santiago vivieron su amor intenso. Pintaron su historia en lienzos y paredes, escribieron canciones y versos. Se convirtieron en leyenda en el pequeño pueblo, un ejemplo de valentía y pasión.
Porque el amor no entiende de géneros ni etiquetas. Nahuel y Santiago demostraron que el corazón es libre, y que el amor verdadero siempre encuentra su camino.
Fin.
Créditos a:Cristóbal y mathilda, historia que se nos ocurrió en clase el ship el de unos niños del curso☺
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