14. La desgracia nunca llega sola.

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London.

El lugar era justo como lo recordaba, húmedo y frio. Inhale el aroma a lluvia y tierra mojada, nunca habría pensado que añoraría tanto aquello.

Apenas entramos, la señora Beth nos recibió con un abrazo, nos dio la bienvenida y nos condujo a las mismas habitaciones que habíamos utilizado el año pasado.

—Joven Logan, Alexander pidió que utilizara su habitación. Sigue fuera, en la facultad, pero me pidió que le dijera que hará lo posible por volver pronto.

—No, usare la mía —dijo al mismo tiempo que se giraba para verme y añadió— Solo.

No replique ante su decisión, sabía que si lo presionaba en este momento solo lo alejaría más. Me fui a la que había sido mi habitación, estaba igual, como si nunca me hubiera ido, solo había algo distinto, en la mesita de noche, al lado de la cama, había una fotografía, del día que nos hicieron la despedida. Lo supe entonces, este era mi hogar, nuestro hogar.

Me dediqué a desempacar y después me di un baño. Intente abrir la puerta de la habitación de Nolan, pero estaba cerrada con llave. Estaba segura de que la señora Beth tendría una copia y de sobra sabía que si llamaba a Nolan y le decía que no había podido dormir las últimas semanas y que dormir en su cama, sentir su aroma, imaginarlo a mi lado, tal vez me hiciera dormir, o al menos me reconfortaría, no dudaría ni un momento en pedir que me dieran la llave. Deseche ese pensamiento. El regresaría mañana por la noche, podía esperar unas horas.

Me fui directamente a la habitación de Logan, aunque quería darle su espacio, dejarlo solo por mucho tiempo no era algo que estaba dispuesta a hacer. Gire el pomo de la puerta y, para mi sorpresa, esta se abrió.

Escuchaba el agua corriendo en el baño, supuse que él también había decidido tomar un baño después de desempacar. Revise la habitación de arriba abajo en busca de cualquier cosa que pudiera usar para lastimarse. No encontré nada. Al final me recosté en su cama. 

Habían pasado cerca de veinte minutos desde que entre y el agua seguía corriendo, seguramente pronto saldría.

Quince minutos después el agua aún seguía corriendo, algo no iba bien, el no solía durar tanto en ducharse. Intente abrir la puerta, pero esta tenía puesto el cerrojo. Toqué y llamé varias veces a la puerta, pero no hubo respuesta. Asustada comencé a golpear mi cuerpo contra aquella puerta, estaba claro que no tenía la fuerza suficiente.

Desesperada, baje en busca de Keith, seguro él podría abrir esa puerta. A la primera persona que vi cuando salí de su habitación fue a la señora Beth, le expliqué rápidamente la situación y le pedí la llave, misma que me entrego al instante. Ambas entramos y abrimos la puerta del cuarto de baño. Lo que encontré tras aquella puerta cerrada fue mi mayor miedo hecho realidad.

Logan estaba tirado en el piso de la ducha con la ropa puesta, el agua corriendo, llevándose por la coladera la sangre que salía de sus muñecas.

La señora Beth llamo a una ambulancia rápidamente. Estaba paralizada viendo aquella escena. Había vuelto a ocurrir y de nuevo, yo no le había importado lo suficiente como para querer seguir con vida. Pero eso ya lo sabía, me lo había dicho la mañana que partimos de regreso.

Yo era un recordatorio constante de todo lo malo en su vida, claro que no querría vivir por mí.

Aceptar aquello había sido más doloroso que la traición de mis padres. Nunca me habían roto el corazón como lo hizo Logan en ese cuarto de baño y estaba segura de que esta vez no podría ser reparado, ni por Nolan, ni por Davina, ni siquiera por Keith o Alexander.

Las cosas pasaban en cámara lenta para mí; Keith encontró corriendo, cerro la llave del agua y lo saco, envolviéndolo en una toalla. Los paramédicos llegaron, levantaron a Logan y lo pusieron en una camilla, rápidamente lo bajaron y lo subieron a la ambulancia, que ya estaba lista para recibirlo. Yo los seguía por instinto, parecía que mis piernas se movían solas. Un paramédico pregunto quien iría con él y yo di un paso al frente. Keith me detuvo.

—No estás en condiciones de ir, harán preguntas, necesitarán sus datos —me hablaba lentamente y con calma, como si supiese que mi cerebro no funcionaba al cien en ese momento— además yo soy su tutor legal. El chofer te llevara. Beth, por favor, acompaña a mi sobrina.

La ambulancia se perdió en la oscuridad de la noche, pero el sonido de la sirena permanecía en mis oídos, haciéndolos zumbar. El olor a sangre lo impregnaba todo.

La señora Beth me tomo de la mano y me llevo casi a rastras dentro de la casa, si antes mis piernas parecían caminar solas, ahora se rehusaban a moverse, las sentía pesadas y me costaba trabajo avanzar.

Una vez dentro, ella me dejo en el sofá y se fue, solo entonces, cuando me encontré sola, me di permiso para procesar lo que había ocurrido. Logan había intentado quitarse la vida por segunda vez. Lo había intentado ¿verdad? El pánico me recorrido los huesos, no estaba segura si cuando lo sacaron él aún estaba vivo y, si lo estaba, no podía saber si llegaría con vida al hospital o si lograrían salvarlo una vez dentro.

Un hombre apareció en la entrada de la sala, tardé un poco en recordarlo, era Clark, el chofer, llevaba una taza en la mano, la cual me ofreció, me negué a tomarla.

—Anda, Beth lo ha preparado para ti, te ayudara a calmarte —no sabía cómo aquel liquido humeante me ayudaría a calmarme después de lo ocurrido, aun así, lo tome sin volver a protestar.

La señora Beth regreso a los dos sorbos de mi bebida, traía consigo un abrigo que me puso cuidadosamente, ella también se había puesto uno. Le pido a Clark que llevara dos mantas que ella había dejado en el sillón junto a mí y me tomo del brazo, guiándome hasta el coche.

El camino hasta el hospital fue una tortura, no dejaba de preguntarme si Logan estaría vivo para cuando llegásemos. Beth estuvo acariciando mi cabello durante todo ese tiempo, en un intento por reconfortarme. Agradecía aquel gesto.

Cuando por fin llegamos al hospital, la maldita recepcionista no nos dejó pasar, alegaba que solo un familiar podía estar en la sala de espera de urgencias y ese lugar ya lo ocupaba Keith. Me estaban quitando la oportunidad de estar con él, ni siquiera quisieron darnos información. Ser primos no era considerado como familiar directo, al menos no para esa estúpida mujer.

Toda la calma que había estado tratando de mantener desapareció en ese momento. Mis sentimientos se desbordaron. Furia, tristeza, impotencia, preocupación... miedo.

Miedo a perderlo. Miedo a que me dejara. Miedo a que me quitara la oportunidad de enmendar lo que había hecho, a que muriera sin perdonarme.

Todo ese miedo se apodero de mí y me nublo la vista. Me costaba respirar, mi cabeza se sentía pesada, se me taparon los odios, el corazón me latía demasiado rápido, tanto que dolía, comprendí entonces lo que ocurría. Estaba teniendo un infarto.

Bajo el agua.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora