"prólogo"

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Había una vez un bello reino donde las historias de amor florecían con la misma intensidad que los girasoles en primavera. Sin embargo, esa es solo la magia de los cuentos de hadas. La realidad es un lugar complejo y, a menudo, desolador. Mi nombre es Lía Esther, tengo 16 años y me encuentro a punto de embarcarme en mi último año de secundaria, un año que, sin saberlo, se convertirá en una travesía de descubrimientos y secretos que cambiarán mi vida para siempre.

Todo comenzó el 16 de enero de 2021, un día que marcaría el inicio de un nuevo capítulo en mi existencia.

—¿Hija, estás bien? Gracias a Dios —dijo mi madre, entre lágrimas y abrazos, mientras sus manos temblaban ligeramente al acariciar mi cabello.

Desperté en una habitación blanca, el olor a desinfectante envolvía el aire, y me sentía completamente perdida. La confusión me invadió.

—¿Qué pasó, mamá? —pregunté, luchando por recordar, pero solo había oscuridad en mi mente.

—Estás en el hospital. Te desmayaste mientras bajabas las escaleras —respondió, su voz temblorosa traía consigo un torrente de ansiedad.

La preocupación se apoderó de mí.

—¿Cuánto tiempo he estado aquí? —inquirí, intentando centrarme.

—Solo pasaste la noche. Estás a salvo —me aseguró, aunque su mirada decía lo contrario.

Fue en ese instante cuando mi padre entró, con un jugo en la mano, y al verme, su rostro se iluminó, seguido de una mezcla de alivio y temor. Corrió hacia mí y me abrazó con tanta fuerza que sentí que podía perder el aliento.

—Cariño, ya traje el jugo —dijo, su voz temblorosa revelando cuánto había estado preocupado.

—Papá, me asfixias —respondí con una sonrisa nerviosa, tratando de aligerar el ambiente.

Mis padres se fueron a hacer los trámites para mi alta, dejándome con un mar de preguntas. No pasó mucho tiempo antes de que un doctor joven entrara en la habitación, su rostro tenía una expresión de seriedad que no me gustaba.

—Hola, veo que ya estás despierta —dijo, revisando mi expediente con una mueca de preocupación.

—Sí, aunque todavía me siento un poco mareada —le respondí, tocándome la cabeza con una mano.

—Es normal. Esperaré a tus padres para hablar con ellos —dijo, manteniendo la mirada en el papel.

Un impulso de miedo me llevó a interrumpirlo.

—Doctor, por favor, dígame qué pasa. Siento que hay algo más —mi voz temblaba al formular la pregunta.

Él me miró, y por un momento, el silencio entre nosotros fue ensordecedor.

—Lía, hay ciertos procedimientos que debo seguir. Es importante que también lo sepa tu familia —dijo con cautela, como si estuviera buscando las palabras adecuadas.

Pero yo sabía que no podía esperar a que mis padres se preocuparan aún más. Con el corazón acelerado, le rogué que me diera una respuesta.

—Está bien, pero necesitaré que regreses para más información. Te agendaré las citas —finalmente accedió, mientras escribía en una tarjeta.

Cuando mis padres regresaron, me sentí atrapada entre el alivio de verlos y el peso del secreto que se gestaba en mi interior. Solo mencionaron que todo había sido por falta de vitaminas, pero yo sabía que había algo más profundo, algo que podría cambiarlo todo.

Así, comenzó mi viaje. Desde ese día, guardé un secreto que transformó por completo la forma en que veía el mundo. Decidí ser voluntaria en el hospital, lo que me llevó a ”umergirme en un entorno desconocido pero fascinante. Cada sábado, después de mis clases de dibujo, me adentraba en un mundo donde la vida y la muerte se entrelazaban, donde el sufrimiento y la esperanza coexistían.

A medida que el último año de secundaria se acercaba, una mezcla de emoción y temor me invadía. Sabía que mis compañeros de clase estaban preocupados por los exámenes y los bailes de graduación, pero yo cargaba con algo mucho más grande: un secreto que, aunque doloroso, prometía llevarme a un viaje de autodescubrimiento y crecimiento personal.

Sin saberlo, la vida me preparaba para enfrentar desafíos que pondrían a prueba no solo mi valentía, sino también mi capacidad para amar y ser amada. Todo lo que creía conocer estaba a punto de ser transformado.

Maldita Realidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora