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Yoki, una chica rubia, de ojos azules oscuros, no tenía un don muy poderoso, está consistía en poder manipular plantas, haciendo que crecieran de cualquier lugar donde hubiera tierra o incluso de su propio cuerpo, que acelerarán su proceso de crecimiento, se marchitaran e incluso se hicieran lo suficientemente rígidas como para evitar que alguien con una fuerza promedio lograra cortarlas, había entrenado muy duro para conseguir que este don fuera de utilidad, no tenía muchos amigos, no era muy popular, solía juntarse con un chico pelinegro de ojos carmesí y el don de endurecer cualquier parte de su cuerpo, su nombre: Eijiro Kirishima. Eran muy unidos, pasaban la mayor parte de su tiempo juntos en ese momentos estaban cursando su último año de secundaria.

Yoki no solía recibir muchas miradas, pero por alguna razón todos ese día se volteaban al verla pasar en los pasillos, sentía cierta incomodidad, no acostumbraba tener tanta atención sobre ella, se apresuró a llegar a su aula, sin embargo ahí las miradas no pararon, se dirigió al pupitre de su amigo esperando que él la recibiera con una cálida sonrisa, pero este lucía una expresión seria que resultaba escalofriante, se sentó junto él y lo saludó:

—Eiji–san, ¿Está todo bien?¿Por qué la cara larga?

El chico se volteó hacia ella con la misma expresión.

—Yoki–san ¿Es cierto lo que dicen?

La chica se sorprendió, normalmente su amigo la llamaba "tiburoncito" apodo que recibió en primero de primaria por una serie animada de tiburones que solía ver, además de usar un disfraz de tiburón en la fiesta de Halloween.

—¿A que te refieres?—preguntó confundida.

—Una cuenta anónima dijo que eres la hija secreta de All might ¿Es cierto?

—¿¡Qué!?—exclamó con los ojos abiertos de par en par—¿Acaso tienen alguna prueba para decir eso? ¡Es falso!

—Soy tu "amigo" desde hace mucho—dijo haciendo las comillas en el aire—se cuando mientes y en este momento lo haces ¿Pensabas decírmelo alguna vez? Sabes lo que pienso de los mentirosos; no son nada varoniles... Y ya sé que eres una chica, pero igual deberías ser honesta, ¿Quieres ser una heroína? Pues yo no le confiaría mi vida a alguien que miente sobre la suya.

—Eijiro—san, yo no te mentí...

—¡Dijiste que tú padre era dentista! ¿Es eso verdad? ¡No! ¡Tú eres una farsante!—hizo una pausa para tomar aire—no me seguiría sintiendo cómodo siendo tu amigo, así que a partir de hoy finjamos que no lo fuimos... Si aún me quieres, entonces hazlo por mí—en cuanto terminó de hablar levantó su bolso y se cambió de asiento.

La chica se quedó inmóvil en su silla, con lágrimas asomándose por sus ojos, le hubiera gustado seguirlo y explicarle el porqué no podía decírselo, pero su cuerpo se quedó quieto, apenas pudo prestar atención al resto de las clases, su amigo... Bueno el chico pelinegro que ahora era un desconocido ni siquiera quería mirarla.

El poco contacto con el chico duro hasta el último día antes de las pruebas en las academias de héroes, ella sentía un gran  vacío en el pecho, acompañado de un nudo en la garganta, había estado a punto de romper en llanto varias veces en las dos semanas que habían pasado, pero se había obligado a contener las lágrimas y a ignorar sus pensamientos sobre él, sentía que todo era su culpa, talvez debió haberle dicho a su amigo la verdad desde un principio, ¿Qué era lo peor que pudo haber pasado? Las probabilidades de que un villano secuestrara a su... Al chico, para torturarlo y sacarle información sobre ella o su padre eran casi nulas.

«Soy una maldita idiota»

Se repetía a su misma en su mente la misma frase una y otra vez hasta que su corazón rogaba porqué se detuviera, el día del examen descargo toda su ira en el campo de batalla, consiguió bastantes puntos, pero su don consumió una gran cantidad de energía, al punto que al finalizar el examen de admisión apenas podía mantenerse en pié,  su respiración era agitada, sentía que su corazón latía débilmente como si se fuera detener en cualquier momento, sabía que no debía usar su don descontroladamente o podría acabar muerta, sin embargo en ese momento no parecía importarle eso, pues por su mente solo pasaba una pregunta que por más que intentaba apartar no lo conseguía ¿Será que Eijiro había logrado aprobar el examen?

Mi pequeño tiburón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora