PRELUDIO.

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102. BC .

El príncipe Baelon Targaryen ahora  oficialmente el rey Baelon Targaryen primero de su nombre observaba con ansia la carroza que se acercaba , ya que dentro viajaban la menor de sus hermanas y la menor de sus hijas mellizas, quien había decidido acompañar a su tía luego de que  la buena reina Alyssane falleciese dos años atrás. Jaehaerys se había reunido con su esposa hace tan solo un año dejándolo a él para hacer frente a las obligaciones que conlleva el trono de hierro y para mantener unida a su familia. Baelon podía decir orgullosamente que estaba logrando lo primero, pero tanto su hermana como su hija insistían en vivir una vida alejadas del Desembarco del Rey donde el resto de los Targaryens moraban, exceptuando a su sobrina Rhaenys, claro.

La carroza se detuvo y de ella descendió una esbelta figura claramente femenina con una elegancia tal que Baelon de inmediato identificó a su hermana Gael, una sonrisa tentativa se formó en sus labios cuando sus miradas se encontraron.

-Majestad- le saludó esta realizando una profunda cortesía - Es bueno verle de nuevo- agregó sonriendo con los labios sellados , pero sus ojos extrañamente no parecían brillar como antes. La joven dulce que recordaba parecía ahora una persona cautelosa y mayor .

-Gael- sonrió Baelon de todas formas, tomando la mano de ella en la suya para depositar allí un casto beso- Es bueno tenerte en casa.

- Siempre es un placer ver a la familia- respondió ella- Príncipe Viserys, princesa Baelys , me alegra ser testigo de vuestra felicidad- les dijo a modo de saludo cuando divisó al príncipe heredero y a su joven esposa acompañados del fruto de su amor , una niña nacida hacia tan solo cinco años- Tu debes ser Rhaenyra- comentó la princesa acercándose a la infanta.

-Así es - respondió el príncipe Viserys realizando una inclinación de cabeza- Y al igual que nosotros está muy contenta de tenerla de regreso- sonrió el joven.

-Es una placer tenerla finalmente con nosotros, tía- sonrió dulcemente la joven Baelys Targaryen- Esperamos que su estadía sea larga y placentera.

Baelon no pudo evitar notar como los hombros de su hermana se tensaban.

-Valerya!- la feliz exclamación de Viserys hizo que todos se giraran en la dirección que sus ojos miraban- Han pasado años desde que te vimos por última vez-agregó con una sonrisa gigante.

-Es bueno verlos, hermano- le respondió ella con una mueca de labios sellados que apenas se asemejaba a una sonrisa- Hermana- otra inclinación de cabeza- Su majestad- agregó finalmente dedicándole una cortesía profunda para luego clavar sus ojos desprovistos de toda emoción en él- Que sus días estén llenos de salud y prosperidad.

Baelon se contuvo el escalofrío que le recorrió ante tal formalidad por parte de una de sus hijas. Al parecer Valerya sí le guardaba rencor. 

-Es bueno verte también- respondió sin saber qué otra cosa decir en su lugar, habían sido sus propias acciones que los habían distanciado- Vengan, Daemon y Aemma han de estar esperándonos- y con eso le ofreció su brazo a Gael quien parecía estar observandolo cautelosamente con una mirada que él no supo interpretar.

Tras darle un vistazo al rostro inexpresivo de su hija menor , se encaminó hacia el interior de la fortaleza roja.

Hace mucho tiempo que había renunciado a entender cómo la joven pensaba: había sido una niña bastante extraña, tomando mucho tiempo para pronunciar sus primeras palabras y creció para ser alguien madura y aparentemente inmutable con una tendencia a reaccionar velozmente ante acontecimientos inesperados para los que siempre parecía estar demasiado preparada. Lo único para lo que no había estado preparada había sido su propia infertilidad y las consecuencias de ser una princesa infértil. 



La princesa  infértilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora