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Capítulo II

Después de una agotadora sección de fotos, Jared se mantuvo un tiempo con los organizadores de la campaña que usaría su cara para la portada de una revista de verano y una vez concluyó su trabajo; él salió del estudio y caminó hacia el ascensor encontrándose con Allan saliendo de una de las oficinas.

—¡Allan! —exclamó Jared con entusiasmo—. Qué bueno verte por aquí, ¿estabas con?...

—Sí, estaba coordinando los últimos detalles para mi viaje a Rusia.

Ambos se chocaron las manos, imitando un saludo como solían hacer en broma. El ascensor se abrió y ambos subieron.

—¿El contrato es bueno? —indagó Jared ojeando su teléfono.

—Sí, mucho de hecho —Allan sacó una caja de cigarrillos y le ofreció uno a Jared, quien aceptó llevando uno a su boca—. Quizás lo que me hace falta es salir de aquí por un tiempo. —Él encendió su cigarro y el de su amigo, y después de darle una calada a su cigarro, Jared dejó escapar el humo de su boca diciendo:

—De verdad espero que la campaña que te toque sea mejor que esta mierda.

—¿Mierda? —Allan sonrió confuso—. ¿De qué hablas? Estás en una buena campaña, la mejor de hecho.

Las puertas del ascensor se abrieron y ambos salieron dirigiéndose al estacionamiento.

—Puedes verlo de esa forma, pero estar viajando constantemente no se me hace atractivo ahora.

—¿Lo dices por Pilar?

Jared lo miró y sonriendo dijo. —Sí.

—¿Cuál es el problema? Llévala contigo, ¿o es que acaso tienes secretos de faldas en otros lados que debes guardar y cuidar muy bien?

—¡Que te jodan! —Jared se rio sacando las llaves de su auto—. El problema es que no sé qué tan dispuesta está ella a saltar de un país a otro o de una ciudad a otra.

—Pues averígualo, pregúntale. Sinceramente, no creo que ella se niegue.

—Ella también tiene su vida.

—Bueno, todo es cuestión de que lo hablen —Allan abrió la puerta de su auto—. Te diría que fuéramos un rato a tu apartamento, pero supongo que ella está ahí ahora.

—No.

—¿No se fueron juntos anoche?

—Sí, pero antes de venir aquí la dejé en su casa. —Allan miró a su amigo extrañado—. No creo que sea buena idea que ella se quede sola ahí por mucho tiempo; mira, ya va a anochecer.

—Sinceramente, no le veo lo malo. Ella es tu novia, a menos claro que no quieres que se encuentre con cosas —se burló.

—¡Qué putas, Allan!

Ambos se rieron y Allan arrojó la cola de cigarro al suelo y la pisó.

—Es broma, no creo que hagas algo como eso, pero bueno, mira esto.

Allan sacó su teléfono y buscó rápidamente un chat y colocó a reproducir un audio del que comenzó a salir una voz de una mujer.

—¿Es Leila? —preguntó Jared extrañado oyendo la voz de la hermana de Allan en el audio—. ¿Te cedió la cabaña para una fiesta?

—¿Crees que es ella?

—Es su voz.

—Pues no, este es un programa que te ayuda a replicar la voz de la persona que quieras y lo estaba probando.

𝘔𝘈𝘚𝘊𝘈𝘙𝘈𝘚 & 𝘙𝘖𝘚𝘈𝘚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora