Este capítulo contiene violencia sexual...Ya están advertidos
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Aegon llevaba horas allí, mirándolo y apuntándole con su navaja. En la otra mano sostenía un cigarrillo, y el humo llenaba la habitación con un olor insoportable. Ya había fumado como seis, y Jacaerys apenas podía soportar el olor y la molestia. La luz parpadeante de una bombilla desnuda colgaba del techo.
—Shh —dijo Aegon, apagando el cigarrillo y tirándolo al suelo antes de aplastarlo con el pie.
Jacaerys sabía que si gritaba, Aegon podría cortarle la garganta sin dudar. Pero dudaba que el alfa realmente fuera capaz de hacerlo. Aegon estaba nervioso, como si no supiera qué hacer con él… y eso era lo que más lo aterraba.
A pesar de la amenaza, los pensamientos de Jacaerys volaban. Imaginaba a Lucerys buscándolo desesperado, junto a su madre y sus abuelos. Seguramente su abuelo había llamado a la policía; lo estarían buscando. Alguien debió verlo… aunque recordaba que afuera solo habían estado él y Cregan.
Jacaerys lamió sus labios resecos; tenía sed. Solo había bebido alcohol en la fiesta, y ahora el hambre también empezaba a molestarle. Deseaba que su secuestrador entrara en razón y entendiera que era un ser humano.
—Aegon… —susurró, mirándolo a los ojos. Aegon ni siquiera se había molestado en vendarle los ojos o ponerse una máscara para ocultar su rostro.
Aegon se acercó rápidamente y le presionó el cuello con la navaja.
—Cállate. Ya te dije que yo pensaré qué hacer… —murmuró Aegon, apretando un poco más.
Jacaerys soltó un jadeo; la navaja era filosa y de buena marca, cara. Podía notarlo por el diseño. Se preguntó cómo alguien como Aegon, que parecía de clase baja, había conseguido algo así. Quizás la había robado.
—¡Maldición! ¡Tengo que trabajar y por tu culpa no voy a poder ir! —gritó Aegon, apretando los dientes con frustración.
Jacaerys se quedó inmóvil. Su secuestrador cambiaba de actitud de un momento a otro, como si una parte de él dudara de lo que estaba haciendo. Jacaerys sabía que tenía que ser cuidadoso y había aprendido de películas y documentales que su abuela veía; lo mejor era darle siempre la razón al secuestrador y hablarle de buena forma.
—Sí, Aegon, es mi culpa… te arruiné el día y la noche. Yo te provoqué. —respondió Jacaerys con voz calmada.
La navaja dejó de pinchar su piel. Aegon lamió sus labios de una forma que le pareció repulsiva a Jacaerys.
—Sí, todo es tu culpa —murmuró Aegon, con una expresión un poco más tranquila. Pero entonces volvió a presionar la navaja en el cuello de Jacaerys—. ¿Alguien nos habrá visto?
Jacaerys sentía la humillación, pero debía ser inteligente. Y cuando lograra escapar, su familia, especialmente su abuelo, se encargaría de hacer que Aegon pagara por esto.
—No, estoy seguro de que fuiste inteligente, Aegon —respondió Jacaerys, moviendo un poco el cuello para evitar el filo de la navaja.
Pero Aegon lo tomó del cabello, acercando la navaja nuevamente a su piel.
—¿No me mientes? ¿Cómo sabes que nadie nos vio si yo te paralicé? —preguntó Aegon, y Jacaerys notó cómo su mano temblaba ligeramente.
«Está asustado», pensó Jacaerys. Solo debía manejarlo con cuidado.
—Lo sé porque no había nadie en el jardín. Hacía frío… todos estaban dentro en la fiesta, lo juro —dijo Jacaerys con seguridad, porque estaba diciendo la verdad.
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En el Laberinto de los Secretos[Jacegon]
Fanfiction•Esta historia contiene abuso sexual, maltrato psicológico y violencia. Se recomienda discreción Jacaerys, un joven omega adolescente, en una fiesta es secuestrado por un extraño que necesitaba ser amado. Jacaerys, con tal de obtener su libertad, le...