╔══════════╗ CAPÍTULO TRES Su caballero ╚══════════╝
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuando nace Aemond, la novedad de los bebés hace tiempo que ha desaparecido para Cirilla, que ya es una joven de doce años, mientras que Aegon sigue siendo su favorito. Ya se está acostumbrando a sus nuevas curvas pero, lamentablemente, se ha visto obligada a empezar a llevar vestidos verdes ajustados.
Ya es hora, le había murmurado su hermana al oído. Debes hacerlo.
Ha pasado casi un año desde que el príncipe Daemon se fue y su hermana declaró la guerra con su propio vestido verde en la boda de la princesa. Un año desde que su padre se fue. Le deja un sabor amargo en la boca cuando piensa en ello. Alicent le ha contado la verdad de las indiscreciones de la princesa con su tío. El verdadero motivo por el que su padre se marchó.
Una llamada a su puerta la sobresalta.
—¡El Príncipe Aegon pregunta por usted! —La voz de Cole se cuela por la rendija de la puerta de madera.
Ella sonríe.
—¡Déjalo pasar!
Su sobrino ha crecido mucho y ahora le llega a la cintura. Aegon entra en la habitación, con los ojos brillantes de emoción. Corre hacia ella, y ella se arrodilla a su encuentro, con el corazón hinchado de afecto.
Cirilla lo abraza con fuerza, sintiendo una oleada de ternura. —¿Qué pasa, Aegon? ¿Qué tienes que enseñarme?
Aegon sonríe y le aparta el pelo antes de susurrarle al oído: —Ven a ver Sunfyre conmigo.
La idea de ver un dragón es desalentadora, incluso uno tan pequeño como Sunfyre. Por eso, cuando sale de su habitación con Aegon, dirige una pequeña sonrisa suplicante a Cole. Él se convirtió en el escudo jurado de Aegon después de que Rhaenyra lo despidiera de su servicio. No sabe por qué su hermana no lo tomó como suyo, pero no le importa. Es amable con su sobrino y no es feo.
Ser Criston Cole, al notar su silenciosa petición, se adelanta. —¿Va todo bien, Lady Cirilla? —pregunta con voz preocupada.
Cirilla asiente, aún sosteniendo la mano de Aegon. —Sí, Ser Criston. Aegon desea mostrarme Sunfyre. ¿Nos acompañarías?
Cole inclina la cabeza, su expresión se suaviza. —Por supuesto, mi señora.
Con Cole a su lado, Cirilla siente una oleada de confianza. Avanzan por los pasillos de la Fortaleza Roja, Aegon prácticamente rebotando de emoción. La expectación en el aire es palpable, y Cirilla se siente nerviosa y ansiosa a la vez.
A medida que se acercan al foso de los dragones, el calor y los sonidos de los dragones llenan el aire. El ácido aroma del fuego de dragón y el bajo estruendo de las criaturas les dan la bienvenida. Aegon los conduce a una zona apartada donde descansa Sunfyre, su dragón dorado.
