Único

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¿Alguna vez se habían sentido completamente seguros en su vida? 

No, en serio. 

Hablo de tener la seguridad y confianza de poder hacer hasta lo imposible para conseguir lo que querías. Y lograrlo. 

Pues así se sentía Roier con su nuevo trabajo. No era la gran cosa. Solo era un pequeño empleado de una tienda en una vieja gasolinera. Pero lo más importante es que: ¡Era su primer trabajo!

Y Ya era hora.

Roier podía decir orgullosamente que había conseguido trabajo a sus cortos diecinueve años. Ahora no solo podría pagar sus cosas, sino también ayudar en la casa y ahorrar para una buena Universidad. Aunque eso ya era soñar demasiado con el poco dinero que le pagaban al ser solo un novato. 

Pero por algo debía comenzar, ¿No?

Los primeros días fueron algo complicados pero Roier nunca perdió el entusiasmo. Y poco a poco fue ordenando su nueva rutina. 

Se despertaba temprano. Desayunaba. Preparaba un tupper con su almuerzo. Se tomaba el bus. Se bajaba en la gasolinera para ser el primero en abrir la tienda y ponerla en condiciones. 

Pero se preguntarán: ¿Cuál era la mejor parte? 

— ¿Roier, cómo vas con eso?

Preguntó su jefe mientras traía una caja de mercadería y pasaba junto a la escalera en la que estaba subido el más jóven. 

— Ya casi, solo déjame… —Roier giró el foco hasta que quedó en su lugar.— ¡Uala! 

Bajó de la escalera con un pequeño salto y se acercó hasta el muro donde se encontraba el interruptor de la luz para activarlo. Un segundo después la entrada de la tienda volvía a estar iluminada y Roier señaló su hazaña con una gran sonrisa.

— Nada mal ¿Eh?

Halagó Maximus observando la luz.

Pero solo hizo falta otro segundo para que las cosas se arruinaran. Esa era la magia de Roier. Porque básicamente el foco comenzó a parpadear y luego…

Simplemente explotó.

Roier dió un salto en su lugar y Maximus suspiró retomando su camino como si nada ya que era la tercera vez que pasaba eso. 

— Lo siento.

Murmuró el menor con una sonrisa nerviosa.

— Está bien. Al menos ahora sabemos que no eres un buen electricista. —Bromeó el hombre antes de perderse entre los estantes.— Y limpia eso. 

Ante la orden, Roier hizo una seña militar y se puso manos a la obra. 

No era el “mejor” empleo. Ni tampoco era una gran paga. Por lo menos tenía la ventaja de caerle bien a su jefe. Y la emoción del primer trabajo hacía todo mejor, aunque esa emoción fue desvaneciéndose con el pasar de las semanas.

Pero Roier no tardó en encontrar otra muy buena ventaja. 

— ¡Spreen! 

Roier no era muy bueno poniendo su atención en una sola cosa. Siempre terminaba distrayéndose de alguna u otra manera. 

Cuando escuchó a su jefe llamar al chico que se encargaba de llenar el tanque de los autos. Su atención de repente fue totalmente eficiente, levantando su mirada de la revista que estaba leyendo y poniéndola en el pelinegro que aparecía usando su overol azul gastado con el logo de la gasolinera. 

— ¿Cuándo será el día en el que llegues temprano? 

Reclamó el hombre.

— Solo fueron diez minutos. No es para tanto. —Contestó Spreen con ambas manos en los bolsillos.— No te estreses que te van a salir canas.

Small Girl | SpiderBearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora