☆ 🍃 ┊ 𝐄𝐌𝐄𝐑𝐀𝐋𝐃 𓈒ׄׄ 𝇌 ˒˓
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『A Dawn siempre le ha encantado la
naturaleza, de pequeña siempre estaba
fuera pero no para ir con amigos, si no
para observar la belleza color verde que
rodeaba el mundo, sie...
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—¡Mamá, voy a salir al bosque!— Una pequeña oji azul agarraba el gran gorro que su madre usaba de pequeña. Esta misma dio una pequeña risita antes de contestarle a su hija.
—¿Otra vez?, es la quinta vez en el día, al menos llévate la merienda.—La mujer alzó una bolsa de papel que contenía algo con lo que la infante podría satisfacer su hambre.— Ten mucho cuidado Dawn, no regreses muy tarde.— Avisó su madre, apuntándole con el dedo.
—¡Si mami!— Dawn agarró la merienda que su madre le había preparado y salió corriendo directa hacia el bosque, los vecinos la veían con ternura. La pequeña estaba apunto de cumplir ocho años y ella había decidido que quería hacerlo en el bosque, lo único que dijeron sus padres fue "no prometemos nada".
Iba corriendo con sus piernas cortitas y se adentró más en el bosque, desapareciendo entre los árboles. Dawn nunca se perdía en el bosque, al menos ya no más. De tantas veces que se perdió cuando recién comenzaba a visitar ese bosque acabó por prácticamente saberse de memoria todo lo que había en él.
Los pokémon de allí ya eran sus amigos y siempre la llevaban a donde quisieran, jugaban y comían con ella y se quedaba hasta la hora acordada por su madre en el bosque con sus amigos cuadrúpedos y bípedos. Su mejor amigo era un Prinplup muy pero que muy torpe, con una personalidad bromista y orgullosa, un carácter fuerte y una naturaleza traviesa. A pesar de eso era un buen amigo y casi siempre era él el que hacía de niñera para Dawn.
No es por querer decir "de tal palo tal astilla" pero si hay que decirlo. Se notaba que Dawn y Prinplup eran muy buenos amigos porque tenían mucho en común y una cosa estaba clara, eran los reyes de la torpeza. La pequeña junto con Prinplup y algunos pokémon más llegaron a un arroyo muy bonito de una agua muy cristalina.
Como pudo, Dawn se sentó en una roca para disfrutar de su merienda cuando un llanto que se oía a lo lejos la distrajo. Todos sus compañeros se pusieron alerta a pesar de que ella les dijo que no le pasaría nada. Cruzó el arroyo saltando de roca en roca, fue un milagro que no se hubiera caído al agua.
—¡Mamá!, ¡papá!— Un llanto femenino y suave comenzó a hacerse más presente en los oídos de la pequeña oji azul. Se acercó cuidadosamente hacia un arbusto y lo removió.
Pudo ver a una niña de unos siete años aproximadamente, su cabello era de un color magenta y este mismo estaba atado en una cuidadosa trenza que ahora se veía muy despeinada. Lo que más le llamó la atención a Dawn fue el color esmeralda que irradiaba de esos ojos llorosos.
De repente la pequeña se dio cuenta de la presencia de la oji azul y se quedó viéndola un momento mientras que Dawn la revisaba con la mirada. Encontró la rodilla de la niña ensangrentada, parecía una herida bastante reciente.
—¿Necesitas ayuda?—Dijo Dawn con una voz suave y tranquilizadora. A la contraria le costó un poco volver a respirar de una forma normal.—¿Cómo te llamas?—La pequeña antes de contestar se limpió las lágrimas con su mano.