Capítulo II

71 8 2
                                    

Curiosamente, cuando te estás muriendo de sed y de calor no ves espejismos como en las películas o en los libros, pero de todas maneras tienes tus dudas de si el camino por el que estás yendo existe realmente, de que la persona que crees que te acompaña vaya o no a desaparecer y de que a tan solo unos metros por delante de ti esté el riachuelo que estabas buscando. Te quedas paralizado y olvidas lo que te rodea, el lugar en el que te encuentras, el resto del mundo. También es curioso como, cuando no podías moverte de la impresión de ver algo que realmente pensabas que era inalcanzable, sin darte cuenta, te encuentras empapado en ello. En su existencia, en su cercanía. Así me encuentro yo, empapada por el agua, literalmente. Y no creo que nunca haya estado mejor. Todo ha sido muy confuso. Recuerdo haberme parado al ver el rio y, de repente, estoy en el agua. Lo demás está borroso, porque no importa. No importa que me haya quitado la mochila, ni que la haya tirado al suelo, ni que haya tropezado y dejado las huellas de mis manos en la húmeda orilla. 

Bebo toda el agua que puedo hasta que el dolor de mi estómago me lo impide, lleno la cantimplora y llego junto a Noelle que se está lavando la cara. 

-Oye Noelle, sé que aún quedan unas horas para el anochecer, pero quizá deberíamos ir buscando un lugar en el que acampar. 

-¿Deberíamos?- repite ella. 

 -Sí. Sé que no tienes por qué confiar en mí, ni yo en ti, pero hemos venido a colonizar no a huir de los demás enviados para evitar matarnos entre sí. Se supone que tenemos que permanecer juntos- le recuerdo. 

-Escucha Aissa, ahora no estamos en la Tierra. Aquí no hay leyes. Si un enviado quiere matar a otro solo para saber como se siente, lo hará. Si un enviado está lleno de rabia, se desquitará con otro y probará como es deshacerse de la ira matándole. Y, querida mía, si un enviado le tiene manía a otro será mejor que éste se oculte bien. ¿Y sabes por qué? Porque aquí no acabarán en la cárcel, porque aquí, si no hay líos en los que meterse, no existen los remordimientos. 

La verdad, no sé qué decir. Sé que tiene razón, que sin estar bajo la presión de las leyes y la sociedad todo cambia, y eso me asusta. Entonces, ¿cómo sabes en quién confíar? Aunque, supongo que, eso de la confianza no cambia ni aquí ni en la Tierra. 

-Y tienes razón, no tengo por qué confiar en ti, pero parece que tú me necesitas y, probablemente, yo te necesite. 

 -Está bien, si tú me ayudas, yo te ayudo, pero, de igual manera, si tú me traicionas, Noelle, yo te traiciono. 

Sé que ambas vamos a recordar estas palabras durante todo el tiempo que estemos juntas, y eso es lo que busco, que antes de hacer alguna estupidez las tenga presente. 

Nos ponemos en marcha y, tran unas horas caminando, el cielo se empieza a oscurecer pero el bosque se empiza a iluminar. Las flores brillan, tienen luz propia, las alas de algún que otro insecto al volar y variadas plantas tienen la misma luminiscencia. Es precioso. Me paro a observar todo lo que puedo antes de que se haga completamente de noche, sin embargo, Noelle sigue caminando sin prestar atención a lo que le rodea. Es como si el bosque nos estuviese ofreciendo un espectáculo y ella no lo valorase lo suficiente porque es algo a lo que está acostumbrada, pero no es así. De todos modos, no importa, ya tendrá tiempo para valorarlo. 

 No solo me paro para observar las brillantes flores, también lo hago para observar a nuestro alrededor. Noelle camina mirando hacia delante y no sé da cuenta de que es lo que pasa detrás de ella o a ambos lados, solo está atenta de lo tiene en frente. Puede ser muy buena escalando árboles pero, y no es por vanagloriarme, yo soy mejor aún observando. 

Finalmente encontramos una pequeña parte del bosque formada, solamente, por unas plantas parecidas a las citronelas en la Tierra, que brillan con una fuerte luz blanquecina, como si fueran lámparas, y sus largas hojas se mantienen rectas. Está lleno de estas plantas. Nos abrimos paso entre ellas y encontramos un espacio de suelo en el que poder acomodarnos ya que es bastante amplio para las dos.

ENVIADOS.  | Niall Horan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora