parte unica

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En un reino lejano, bajo la sombra de montañas nevadas y en el corazón de la gélida Snezhnaya, vivía una joven noble llamada Rosalyne-Kruzchka Lohefalter, conocida por su belleza incomparable y su corazón cálido. A pesar de su nobleza, Rosalyne encontraba más satisfacción en la simplicidad de la vida cotidiana que en los lujos de su estatus.

Durante una de sus escapadas al mercado local, conoció a Rostan, un joven y apuesto músico ambulante con un alma libre y un talento innato para tocar el laúd. Sus melodías llenaban el aire con una calidez que desafiaba el frío perpetuo de Snezhnaya. Fue en ese bullicioso mercado, entre risas y acordes, donde Rosalyne y Rostan comenzaron una amistad que rápidamente floreció en un romance apasionado.

Rosalyne y Rostan se encontraban en secreto bajo la luz de la luna, en un claro escondido del bosque, lejos de las miradas inquisitivas de la nobleza y de los Fatui, la temida organización a la que pertenecía la familia de Rosalyne. En esos momentos, el mundo exterior dejaba de existir, y solo quedaban ellos dos y sus sueños compartidos.

Un día, sin embargo, la tragedia golpeó. La guerra se cernía sobre Snezhnaya y Rostan fue reclutado a la fuerza por los Fatui. Prometieron proteger a su familia si él luchaba en sus filas. Rostan, desesperado por salvar a su amada y a su familia, no tuvo más opción que aceptar.

Antes de partir, Rostan prometió a Rosalyne que volvería por ella. Le dejó su laúd, un símbolo de su amor y su juramento de regresar. Rosalyne, en lágrimas, le entregó un pañuelo bordado con sus iniciales, prometiendo esperar su regreso sin importar cuánto tiempo pasara.

Los meses se convirtieron en años, y Rosalyne nunca dejó de esperar, sosteniendo el laúd de Rostan y tocando las melodías que él le había enseñado. Sin embargo, la cruel realidad de la guerra cambió todo. Rostan nunca regresó. Fue declarado desaparecido en combate, y el corazón de Rosalyne se quebró.

La pérdida de su amado y la crueldad del mundo la transformaron. Rosalyne abrazó su nuevo destino, convirtiéndose en La Signora, una de los Heraldos Fatui. Aceptó el poder del fuego y el hielo, endureciendo su corazón y ocultando su dolor bajo una máscara de frialdad y poder.

Años después, en una misión en una tierra lejana, La Signora escuchó una melodía familiar en el viento. Siguiendo el sonido, llegó a una aldea donde encontró a un anciano tocando un laúd idéntico al de Rostan. Su corazón, por primera vez en años, latió con fuerza. El anciano, reconociéndola, le contó la verdad: Rostan había sobrevivido, pero había sido gravemente herido y perdió la memoria. Fue encontrado por los aldeanos y vivió allí, tocando su laúd, sin recordar nada de su pasado.

Rosalyne, ahora La Signora, se arrodilló ante el anciano, las lágrimas cayendo por su rostro helado. Aunque Rostan no la recordaba, la melodía que tocaba hablaba de un amor eterno, un amor que ni el tiempo ni la guerra pudieron borrar completamente.

En ese instante, La Signora dejó de ser la temida Heraldo Fatui, y Rosalyne, la joven noble enamorada, volvió a vivir, al menos por un momento, en los brazos de su amado Rostan.


La dama en desgraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora