🍷UNO🍷

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Entrando a su propia Agencia de Detectives, en la cual se resuelven los casos más extremos del país y trabajan los mejores investigadores de la ciudad, Yildis avanza en línea recta con el fin de llegar a la recepción del lugar. Todos los que desviaban sus miradas hacia ella se quedaban observando su hermoso porte, su impresionante capacidad para caminar con unos tacones extremadamente altos, su cabello castaño que yacía suelto y se movía con el viento como si se tratase de un efecto photoshop, el fascinante color verde de sus ojos y el ligero toque de maquillaje que portaba su rostro. La joven se detuvo frente al escritorio de la recepcionista y dejó su pequeño bolso de cuero encima de este para luego proceder a saludar a la muchacha rubia que se encontraba tecleando en su ordenador.

—Emma, ¿cuántas veces te tengo que decir que ese vestido púrpura de mangas largas parece de tu abuela? —se burla Yildis de la vestimenta de la chica, como solía hacer siempre ya que eran buenas amigas.

Emma alza la mirada y, luego de darse cuenta de que se trataba de Yildis, ríe para sus adentros, apoya sus codos sobre el escritorio y entrelaza sus dedos unos con otros, —No sabía que eras crítica de modas.

—Ahora lo soy —bromea ella con una sonrisa—. Cuéntame, ¿qué tienes para mí?

Emma baja la cabeza y rebusca en uno de los cajones de la mesa unos documentos, los coloca encima del mostrador y se pone sus lentes redondos para empezar a leerlos, —La tortura y asesinato de una niña rica, un robo de un millón de euros en el Banco Nacional, la pareja de asesinos de la calle 109 con su espectáculo de siempre, y una explosión repentina en una empresa de zapatos —se quita los lentes y vuelve a mirar a Yildis—. ¿Cuál quieres?

—¿Cuál es el más difícil?

—A mi parecer el del Banco; un millón de euros no es poco, querida.

—Entonces me quedo con ese. Dame los papeles del caso —le dice a su amiga a lo que esta se los entrega. La detective les echa una miradita y los sostiene contra su pecho—. Hasta que resuelva el caso, Emma.

—Hasta entonces, Yildis

La dama recoge su bolso del escritorio y continúa su camino, entrando al ascensor del edificio —en el que habían muchísimas personas dentro, pero como se trataba de la dueña de la Agencia todos cooperaron para darle espacio suficiente— y, luego de que este subió los pisos correspondientes, ella va directamente hacia el despacho de su equipo.

Una vez dentro, las rápidas miradas de sus compañeros y, al mismo tiempo, empleados consiguen transmitirle cierto placer al recordar que es superior a ellos.

Entre los miembros del equipo están: Richar, el cual es un hombre feo, gordo y muy glotón, pero también es útil cuando se trata del mundo de la informática y tecnología avanzada. Angeline, una chica de tan solo veinticuatro años, que parece una Barbie recién sacada de la caja, poseedora de ojos negros y un cabello tan rubio que parecía blanco. A pesar de lo inocente y débil que se ve esta chica a simple vista, tiene una gran habilidad para encontrar pistas, rastros, decidir si alguien miente o dice la verdad, entre otras cosas "necesarias". Además tenemos a Jack y Scott, los dos son gemelos, por lo que ambos poseen el cabello marrón claro, el mismo físico ejercitado, una heterocromía radial que les hace tener el ojo izquierdo de color verde y el derecho de color miel. Aunque estos dos la mayor parte de las veces se la pasan haciendo bromas, molestando o interfiriendo, son buenísimos forenses cuando se trata de amenazar sutilmente, manejar armas de fuego o espiar sin ser descubiertos.

—Buenos días —los saluda Yildis sin siquiera mirarlos a la cara, dirigiéndose a su puesto.

—Buenos días, jefa —dicen los cuatro al mismo tiempo con una voz adormecida, sería porque aún era temprano y ellos se habían acostado tarde resolviendo el caso anterior a este, el cual fue muy agotador; quién podría imaginarse que un niño pequeño estaría muy involucrado en un tráfico de órganos.

YILDIS (Pausada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora