Just one possibility ||DanEnzo

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—Vos, ofrecele esto a los pibes que van en tu clase. —Le avienta una bolsa con pequeños paquetitos dentro.

Su familia se dedicaba al tráfico de sustancias ilícitas, algo que no era muy común en Argentina. Sus padres le habían enseñado a usar armas y a comercializar.

—¿Me estás escuchando, no, Danilo?

Danilo atrapó la bolsa al vuelo, sus dedos temblando ligeramente. Miró los paquetitos con una mezcla de curiosidad y miedo.

—Sí, sí, te escucho —respondió, evitando el contacto visual.

El hombre que le había lanzado la bolsa, su tío Ramón, era una figura intimidante en su vida. Ramón era el hermano menor de su madre, pero a pesar de su parentesco, había poco cariño entre ellos. Ramón era el ejecutor de la familia, el que se aseguraba de que las órdenes se cumplieran.

—Más te vale, pibe. Esto no es un juego. —Ramón se inclinó hacia él, con su voz baja y amenazante. —Y no quiero problemas con la policía, ¿entendiste?

Danilo asintió rápidamente, Con sus ojos fijos en el suelo. Sabía que no tenía opción. La vida en su barrio era dura, y su familia no le daba espacio para elegir otro camino.

Danilo salió de la casa con la bolsa escondida en su mochila. Caminó por las calles del barrio, con el corazón latiendo rápido. Sabía que tenía que hacerlo, pero el miedo y la culpa lo consumían.

Al llegar a la escuela, sus amigos lo recibieron con bromas y risas, sin sospechar lo que llevaba consigo. Durante el recreo, buscó un momento para hablar con uno de los chicos más populares de su clase, Lucas.

—Che, Lucas, ¿podemos hablar un segundo? —dijo Danilo, intentando sonar casual.

—Claro, ¿qué pasa? —respondió Lucas, notando la seriedad en el rostro de Danilo.

—Tengo algo que podría interesarte —dijo Danilo en voz baja, abriendo la mochila solo lo suficiente para que Lucas viera los paquetitos.

Lucas levantó una ceja, sorprendido pero curioso. Miró alrededor para asegurarse de que nadie los estaba observando y luego asintió lentamente.

—Dale, ¿cuánto pedís? —preguntó Lucas.

Danilo le dio un precio y Lucas sacó algo de dinero de su bolsillo. El trato se hizo rápidamente, y Danilo sintió una mezcla de alivio y desagrado. Sabía que estaba entrando en un mundo peligroso, pero también sabía que no tenía otra opción.

Mientras caminaba de regreso a clase, se preguntó cuánto tiempo podría seguir así sin ser atrapado. La escuela, que antes había sido un lugar de aprendizaje y amigos, ahora se sentía como un campo de batalla.

*

Enzo era completamente diferente a Danilo. Dedicado a sus estudios, reservado, y apasionado por el teatro, asistía a una escuela privada lejos de los problemas del barrio. Su vida era un contraste total con la de Danilo.

—Che, Enzo, concentrate —le dijo su profesor de teatro, mientras Enzo se perdía en sus pensamientos.

Enzo sacudió la cabeza y volvió a enfocarse en la escena. Estaba ensayando una obra para la presentación de fin de año, y quería que todo saliera perfecto. El teatro era su escape, su forma de expresar lo que sentía y de olvidar, aunque fuera por un rato, los problemas en casa. Sus padres estaban pasando por un divorcio complicado, y la tensión en su hogar era constante.

—Perdón, profe, estaba distraído —dijo Enzo, volviendo a meterse en el personaje.

Mientras tanto, Danilo seguía su rutina en el barrio, haciendo lo que debía para mantener a su familia a salvo. Pero una tarde, sus caminos se cruzaron de manera inesperada.

Enzo decidió tomar un atajo para volver a casa desde su escuela privada. Nunca había pasado por esa parte del barrio antes, pero estaba cansado y quería llegar rápido. Al doblar una esquina, se encontró cara a cara con Danilo, que salía de una tienda con su mochila al hombro.

—¿Vos? —preguntó Danilo, sorprendido de ver a alguien como él en su barrio.

—¿Tu? ¿Qué haces acá? —respondió Enzo, igual de sorprendido.

Ambos se quedaron mirándose, sin saber qué decir. A pesar de sus diferencias, había algo en ese encuentro que les hizo darse cuenta de que sus vidas estaban más conectadas de lo que imaginaban.