Dos hermanas han compartido grandes momentos en su vida, lo cual, ha forjado un lazo inquebrantable entre ellas. No obstante, la menor es secuestrada por su cuñado. Ella hará todo lo posible para escapar, logrando así contactarse con su hermana. S...
En estas épocas de pandemia, Ana, una adolescente de diecisiete años, valora mucho los momentos que comparte con su hermana mayor, Flor, quien desde que se casó con Keiner dejó de frecuentar la casa de sus padres. Esta mañana se encuentra disfrutando un delicioso desayuno y amena charla junto a su mamá, mientras la hora transcurre rápidamente.
En una pausa de la conversación, Ana revisa su celular y aspira ruidosamente.
—¡Dios santo, es tardísimo! —exclama agitada. ―Debo ir al trabajo. Nos vemos luego, ¡las quiero!
Recoge sus cosas de forma apresurada y bebe lo último de su café antes de correr hacia la puerta y colocarse la mascarilla.
―Bendiciones, hija.
—Nos vemos, hermanita.
Al salir del edificio, toma un taxi y se dirige a su trabajo.
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* * *
Ella trabaja en una pequeña y linda librería cristiana llamada Kairo's. Mira a su alrededor en busca de la tijera, pues habían llegado cajas con nuevos ingresos para la sección infantil y necesita organizarlos antes de su descanso. Pasado un rato, Mario, el gerente, llega para ver cómo le está yendo a Ana.
―Puedes dejar eso, ya es tu refrigerio― menciona Mario.
Ana se saca el mandil de la librería y se despide del adulto con un ademán. Al salir, decide ir a por un jugo en un pequeño puesto antes de ir a casa a almorzar como todos los días. Sin embargo, se encuentra con Keiner, su cuñado.
—¡Keiner! ―dice sorprendida.
-¿Cómo estás? ―Le saluda con un beso en la mejilla.
-Muy bien.
―Me gustaría hablarte de algo importante, te diriges a tu casa ¿no? Te acompaño.
—¿Ocurrió algo con Flor? ―pregunta dubitativa.
Comienzan a caminar por una calle ancha y solitaria. Con un día tan nublado, el lugar tenía un aspecto horrible. Keiner interrumpe los pensamientos de Ana al bajarle la mascarilla para meterle un chicle en la boca y ofrecerle otro a ella, ignorando por completo su pregunta anterior.
—No, gracias —responde cortésmente.
―Anda, lo he desinfectado ―bromea mostrándole una sonrisa falsa.
La menor suelta una risa forzada y responde firme ―De verdad, no lo quiero. ―Al notar que Keiner solo está dando vueltas en el asunto y que la situación le está inquietando, le dice ― ¿Sabes? Se me está haciendo tarde, conversamos otro día ¿sí?
Se da la vuelta sin esperar respuesta alguna, pero su escape se ve obstaculizado cuando Keiner la aprisiona con fuerza de la cintura. Le insiste en darle un beso. El corazón de Ana comienza a latir frenéticamente a causa del miedo. No entiendo qué está ocurriendo, ¿por qué el esposo de su hermana le está haciendo esto?