~No habrá boda~ Parte 1.

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Imagina que...
Me terminaba mi segundo trago mientras observaba a la multitud de invitados bailar sin pena alguna sobre la pista de baile.

Era una día de celebración masiva que quedaría marcado en el calendario de muchas personas, una boda, después de todo.

—¡Harry! -Saludé a mi aprendiz y compañero de trabajo mientras se acercaba a la barra.—Ya te lo dije, pero te lo digo de nuevo: ¡Felicidades!

—Muchísimas gracias, sé mejor que nadie que has estado ocupada. —Tomó su bebida y le dió un sorbo. —Pronto estaré de vuelta al trabajo, no te preocupes.

—No, no. ¡No! —Negué un poco ebria.—Ni hables de trabajo. Tú vete de Luna de Miel o lo que sea, yo me las arreglaré.

—¿En serio? ¡Gracias!

—Sí, sí, claro. Ahora, anda con Malfoy, debe estarte buscando ¿o ahora es Potter?. —Lo sujeté por los hombros y lo hice dar media vuelta para que se fuera.

Mantuve mi vista en las personas bailando y pedí otra bebida, ¿qué más daba? Draco y Harry tenían suficiente en el banco para ofrecer barra abierta en su boda. A ambos los conocí cuando eran bebés y hace apenas unas horas los ví decir "Acepto" en el altar.

Moony y Pads bailaban con mucho entusiasmo en el centro de la pista, los Potter-Malfoy brindaban ocultos en una de las mesas del salón, los Malfoy se retiraron cuando la ceremonia terminó, pero los Potter platicaban en otra mesa con una enorme sonrisa en sus rostros.

Todos eran felices a su manera y todos tenían algo en común, habían encontrado el amor. Sí, tal vez no lo parezca con los Malfoy, pero yo había presenciado en primera fila que en realidad había amor entre ellos, algo que yo jamás encontré.

—Te ahogaras si sigues así, Lara —Me habló una voz detrás de mi.

No mentiré, me molestó que me llamara por mi apellido, pero aún así volteé y me encontré a un hombre vestido de traje negro sin corbata y el pelo color carbón acomodado a la perfección. Lo conocía tan bien hace casi veinte años, pero ahora era solo un extraño. Un extraño el cual hacía que mi corazón se acelerara con tan solo hablarme.

—¿Qué más te da, Black? —Respondí antes de darle otro trago a mi vaso.

Escuchar la voz de Regulus llamándome había lanzado un escalofrío por mi espalda y casi caigo de mi silla por la sorpresa, pero no le daría el deleite de saberlo. Llevaba alrededor dos décadas sin hablar con él y ciertamente no esperaba que viajara desde Francia para asistir a la boda.

—Bueno, solo trataba de ser amable.

—Ese es el problema, tu idea de la amabilidad está demasiado distorsionada.

—¿Ya te pusiste gruñona tan temprano? No recordaba que el alcohol te pusiera tan emocional. —Sonrió con su característica sonrisa Black de superioridad y arrogancia, pero con su toque especial. Me reconfortó saber que seguía ahí.

—Las personas cambian en dos décadas, ya no tengo veinte años. —Hablé con cierta molestia.

—De eso ya me di cuenta.

Resoplé algo sorprendida. —Claro. —Suspiré sabiendo que no podía haber esperado más de él, tomé mi vaso y me levanté.

—Me refería a lo primero. —Habló casi riendo, tratando de mantener la conversación.

—¿Tienes algo más que decir? —Pregunté irritada. -Porque de verdad planeo disfrutar esta noche, preferentemente emborrachándome hasta perder la consciencia -comencé a alejarme.—En este momento no tengo ganas de escuchar como me reclamas por lo que pasó, así que te pregunto, Regulus, ¿tienes algo más que decir? ¿O me puedo ir a bailar con una botella de tequila?

«¡No habra boda!» (Regulus Black)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora