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Alex

Ha pasado una semana y media desde que tuve mi ultima conversación con Abigail Waldorf en la biblioteca, y desde entonces parece haberse tomado muy enserio lo de no acercarse a mí. Lo he intentado de todas las maneras posibles, incluso la invité a la fiesta de la fraternidad, pero no apareció por allí, y eso que esperé toda la noche. Pero nada, aun no me ha permitido compensarla por haberla tirado en la discoteca, y según ella, por haber provocado que su compañero de baile la tirase también en el ensayo. Pero no voy a desistir, no sé porque, pero me siento realmente atraído por ella, todavía no he logrado descifrar de que se trata exactamente, si es el aroma que desprende, la seguridad con la que camina y habla, o ese carisma que parece poseer de forma innata. Por no mencionar que soy un cabezota de cojones que desea demostrarle que no soy la persona que ella cree, también he luchado para poder conseguir mi plaza aquí, y también tengo un sueño que pretendo conseguir, entrar en el equipo nacional de voleibol de Londres.

Estamos practicando en la mitad de la pista los saques, debido a que hoy los de gimnasia aeróbica necesitaban la otra parte de la pista para su entrenamiento, cuando veo a Waldorf entrar por la puerta del gimnasio, todavía vestida con su ropa de ballet y no puedo evitar distraerme. La tela de la ropa se le adhiere completamente al cuerpo, marcando sus curvas de una forma casi hipnótica cuando intentas seguirlas. Además, que lleve el pelo recogido dejando a la vista su escote, no es que sea de gran ayuda, si te fijas bien, aunque pueda llegar a parecer un pervertido, puedo ver sus pezones marcados en la fina tela.

- Tío céntrate – la pelota me da en la cara antes de que pueda detenerla mientras la voz de Riven me saca de mi ensoñación con esa bailarina que no quiere verme ni en pintura - ¿se puede saber en qué estás pensando?

- Perdona Riven, ya me centro – sacudo la cabeza para centrarme, porque como siga pensando en los pechos de Waldorf lo que voy a necesitar es una ducha fría. Me coloco en posición y hago un saque, Riven me mira entre sorprendido y cabreado, y yo intento disimular mi sonrisa cuando consigo mi objetivo, que la pelota salga disparada en la dirección en la que está Abigail – perdón, ya voy yo a por la pelota, bebe un poco de agua mientras

No lo dejo responder, me marcho de allí medio corriendo hacia las gradas, por suerte tengo buena puntería y la pelota ha quedado realmente cerca de Abigail, por lo que me acerco más, ella intenta disimular y fingir que no me ha visto, por lo que me rio y me siento a su lado.

- ¿Es que ahora no vas a decirme ni hola? ¿Tan lejos me quieres de ti? – le digo apoyando los codos sobre las piernas y echando mi cuerpo hacia delante para poder estar más cerca de ella.

- ¿Qué quieres Alex? ¿Es que no lo has pillado aun? – me dice con tono enfadado, pero que no se aleje ni un centímetro de mí, me dice que está más molesta porque le atraigo de cierta forma, que, porque realmente me quiera lejos, puedo notar la tensión que existe entre nosotros.

- ¿Y que se supone que tengo que pillar? Solo te estoy saludando, hasta donde yo sé, eso no es nada malo – le digo inocente, regalándole una sonrisa y guiñándole el ojo, a lo que ella resopla - ¿Por qué te resistes tanto a mí? Solo te pedí compensarte por lo que había pasado, te invité a una fiesta, y ni si quiera apareciste, fue un poco grosero por tu parte

- No me hace falta resistirme Grayson – se acerca más a mí, poniendo su cara a escasos centímetros de la mía y su aroma a vainilla me invade por completo, y cuando la miro a los ojos puedo darme cuenta de que está nerviosa, hay cierta tensión palpable entre nosotros y por lo visto no soy el único que se ha dado cuenta, por mucho que ella quiera fingir que no es así – no me atraes lo más mínimo, así que no me invites a más fiestas.

- Tu sigue repitiéndotelo hasta que te lo creas - le digo riendo levemente, sin apartar la mirada de la suya, viendo como su respiración se vuelve más pausada.

Me da dos palmaditas en la mejilla antes de levantarse y bajar las escaleras de las gradas de una manera tan elegante y ágil mientras mueve sus caderas, que me quedo como un idiota observándola y asimilando sus palabras. Que no le atraigo dice, eso ya lo veremos, yo no me rindo tan fácilmente. Sale del gimnasio con su amiga y entonces me fijo en que Riven y el resto del equipo me están mirando, así que cojo la pelota y bajo medio corriendo para volver a la pista hasta que acaba el entrenamiento.

- Eh Grayson! – me grita Asher desde la otra punta del vestuario mientras salgo de la ducha con la toalla envuelta en la cintura - ¿Qué te traes con esa bailarina? ¿es que estás pensando en cambiar de deporte?

- Sí, pero al deporte para mayores de 18 años – ahora es Marcus quien habla y ambos se chocan los cinco mientras me siento ignorándolos, ambos son demasiado bromistas – esta buena capi, comprendo que te guste, ¿Para cuándo habéis quedado?

- Marcus no seas cruel – le dice Asher riendo y dándome palmaditas en la espalda – ¿no ves la cara que pone nuestro capitán? La bailarina le ha dado calabazas

- ¿Queréis cerrar la boca de una puta vez? – les grito cabreado y cansado de sus bromas, de normal no me molestan, así que todavía no llego a comprender porque esta broma si lo ha hecho – y no me gusta Waldorf, solo he intentado disculparme por lo de la discoteca, nada más

- Claro capi, si tú dices que es solo eso... - me rebate Marcus riendo y poniéndose la camiseta.

- En ese caso, si a ti no te gusta, no te importará que sea yo quien vaya a disculparse y de paso pedirle una cita, a mi seguro que no me dice que no – me dice Asher de forma desinteresada, sé que intenta picarme, y lo ha conseguido, porque tengo los nudillos blancos de coger el banquito en el que estoy sentado con tanta fuerza – si luego en casa ves un calcetín en la puerta de la habitación, no molestes ¿vale?

- Vete a la mierda Asher, follate a quien quieras tantas veces como quieras – le digo serio, poniéndome de pie y enfrentándolo, mira que lo quiero, pero cuando quiere picarme de verdad y me pilla de mala hostia... esas veces lo estrangularía – pero ni se te ocurra acercarte a ella, ¿Te ha quedado claro?

- Clarísimo señor – me hace un saludo militar antes de salir del vestuario riéndose con los demás, en el fondo sabe que jamás le pondría una mano encima, en este equipo somos como una familia que se apoya. Y sé que mis palabras no hacían falta, no se iba a acercar a ella.

- Tío, ¿Qué te pasa realmente con Waldorf? – no me había percatado de que Riven se había quedado conmigo, esperando a que yo termine de vestirme – y no me mires de esa manera, te he visto desde la semana pasada acercarte a ella y que pase de ti, esto no te pega, cuando las tías no te hacen caso, pasas página, no te gusta molestarlas y a ella le estás prestando más atención.

- No sé de qué me hablas – le digo mientras termino de ponerme los pantalones, él me mira inquisitivo y resoplo sentándome de nuevo para ponerme las zapatillas – mira, no sé qué me está pasando ¿vale? Solo sé que no es como el resto de las chicas, no busca mi apellido y me desafía con cada palabra que suelta, es interesante y tendrías que ver como baila, joder es como si estuviese volando.

- Vale da vergüenza escucharte hablar así – me dice riendo y le pongo una mueca – ni que te hubieses enamorado solo de haberla visto bailar.

- No me he enamorado, esa es una palabra muy gorda – le digo serio poniéndome la camiseta y después el abrigo – pero es interesante, no solo la cara bonita que pensaba que era, y después de la charla de hoy, esto es la guerra amigo.

- ¿Qué piensas hacer exactamente? – me pregunta mientras cogemos las bolsas saliendo del vestuario y bajando las escaleras.

- Voy a hacer que se trague sus palabras.

Entre RedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora