Seremos la santa maravilla de Dios, condenada a morir al desafiar las leyes de aquello que está ante nuestros ojos. El centro del universo, donde la nada se convierte en un todo, y el todo se convierte en la nada absoluta. La barrera final de la existencia, abierta, revelando lo que hay más allá de la compresión humana; la separación de la materia, liberando la energía que altera la realidad.
Ningún ser humano llegará a ver el poder del universo condensado en un solo punto en todo su esplendor como lo pude hacer yo. Algo inestable, destructivo, a pocos metros de mí. De forma fugaz, en el momento donde la velocidad de la luz sigue un mismo estado, destruyendo el equilibrio del tiempo, volviéndolo parte del infinito.
El profesor Donovan rehuyó a la idea de encender el Colisionador, víctima de las pesadillas que atormentaban su mente cuando la verdadera cara del firmamento se cernía sobre el mundo. Intentó detener el proyecto antes de la fase final, yendo en contra del viejo afán que había mostrado antes de llevar a cabo la prueba del Colisionador. Sin embargo, no pudo contra la codicia humana, el deseo de manipular todo lo que no podemos alterar con nuestras manos, como Dios creando la vida en el libro de Génisis, usando la energía para formar su “gran” creación.
Los inversores decidieron sacar al decano del proyecto, cuestionando sus facultades mentales a la hora de abordar los sueños que tuvo sobre el fin de los tiempos. Nadie abogó por el profesor, ni siquiera yo, el perro faldero del director.
El colisionador fue la puerta al paraíso descrito por los humanos, el motivo por el cual ingresé al proyecto. Después de años bajo las sombras de lo indescriptible, decidí dejar todo para dedicar mi tiempo, fugaz como la vida de las efímeras que emprenden su primer y último vuelo antes de caer, al gremio y al proyecto del Colisionador.
Y es en ese momento, en aquel instante donde los ingenieros encendieron el Colisionador, que obtuve todas las respuestas acerca de las visiones que me perseguían desde el primer momento en que pude soñar. Los recuerdos vívidos que abarrotaron mi mente, memorias de antaño y recientes.
Las profundas charlas entabladas con el profesor Donovan, cuyas voces se recrean vagamente en cada movimiento que doy.
“La humanidad encontrará el final durante su búsqueda por obtener el control sobre el mundo. Veremos aquello que está más allá de nuestra comprensión, la divinidad omnímoda; no obstante, seremos incapaces de alcanzar a Dios.” Meditó Donovan, cansado, con el peso de los años machacando su espalda.
“¿Por qué?”
“Porque nunca existió Dios en realidad.”
Conversaciones que perdían el hilo con avance del proyecto. Yo comprendí, aun cuando se trataron cosas que contradicen lo que creo. La decadencia de la especie y su pronta extinción, cuyo final ha sido impuesto por nosotros mismos.
La grandeza de nuestro mayor logro, pasa a ser aquello que condene al ser humano... no, a todo el universo, a un holocausto que nunca podrán, siquiera, imaginar.
Mi mente se enreda con la información recibida; anhelo tocar lo que la barrera no puede contener, pero este cuerpo no aguantará, convirtiéndose en algo irreconocible, sanguinolento, que la energía desintegrará cuando el Colisionador no pueda soportar más. Estoy tan cerca y tan lejos a la vez, con el mundo temblando con cada paso que ejerzo con dificultad, inestable, incapaz de soportar el agujero hecho en la realidad.
Mis ojos se nublaron, privándome de ver lo que yace frente a mí; no obstante, mis manos permanecieron extendidas en dirección al Colisionador, antes de que lo poco que quedaba de mi cuerpo cayera al suelo.
Nunca hubo un Dios en los cielos, hasta que el universo creó uno.
En cada sueño, cada visión. Todo este tiempo he visto mi destino eclipsando en este punto, ocupando el trono de la creación, por encima de todas las especies existentes. Convertido en el Dios que los creyentes adoran, de rodillas, a viva voz en las iglesias y calles mancilladas. La entidad que los humanos vieron nacer por segunda vez, antes de perecer en una gran explosión.
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El todo y la nada | 🌑
Short StoryLa humanidad dará vida al ser que reina sobre todo lo existente e inexistente, en el día donde el mundo vivirá, por última vez, un nuevo apocalipsis. | La senda de la creación.