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Una noche estrellada, usualmente poco apreciada por la mayoría pero a diferencia de otros algunos disfrutan de estos maravillosos astros que extienden su luz por el horizonte, nuestro protagonista, un joven cuyos cabellos ondulados se mecían con el viento de la frondosa meseta, sus ojos azules veían la luna tenía el anhelo de algún día compartir su visión del cielo con alguien más mientras se aferraba a la rama de un árbol que no tenía mucho follage, su silencio se vió interrumpido con la llegada de otro joven que se sentó en el suelo con un pequeño lienzo el cual comenzó a llenar de colores iguales al velo del cielo al anochecer, su apariencia, sus movimientos, sus facciones, todo era un mundo nuevo para Milo que solo lo veía desde encima de la rama, por si mismo pensó que el chico sentado era francés, dudaba de acercarse a él, parecía tan sereno, mañana le hablaría en vez de solo admirar la elegancia de sus lisos cabellos o sus ojos púrpuras que tenían la misma chispa, quizás su deseo de seguir viéndolos superó su equilibrio pues cayó de la rama.

Milo: Ay... - la mueca de dolor era evidente mientras que el francés soltó el lienzo del susto.

Camus: Am, te encuentras bien. - si bien su rostro era engañoso, pues tras esa seriedad se escondía una carcajada por lo repentino que fué el momento.

Milo: perdón si interrumpí tu rato de paz, usualmente observo este paisaje y es nuevo ver a alguien que además muestre la misma ilusión por ver estrellas. - su mirada veía a la luna como si buscara que esta le dijese que decir.

Camus: Oh, no te preocupes de hecho ya terminé. - Una suave risa salió de sus labios que pareció tan angelical para Milo.

Milo: Y... Por qué estás aquí? - al fin había pensado que preguntar.

Camus: Uhm, buscaba algo nuevo que pintar, usualmente estoy inmerso en un mundo blanco de 4 paredes y hoy que puedo salir quiero ver los astros. - su suave sonrisa daba una paz indescriptible.

Milo: Y, por qué una belleza como tú permanece encerrada? - Sin pensarlo lo halagó haciendo que su acompañante sonríes.

Camus: Es por una enfermedad. - la tristeza se mostraba en sus ojos.

Milo: De qué? - Esperaba que no fuera algo grave al menos.

Camus: Ela, estoy en fase intermedia. - Se quedaron en silencio un rato.

Milo: En que Hospital te sueles quedar? - El quería cuidarlo y estar ahí hasta su último respiro.

Camus: En el Santuario. - sonrió y sin querer al pozar su mano en el suelo la puso sobre la de Milo, ambos sintieron una hermosa conexión.

Como tal, Milo iba a ver a Camus hasta que se volvió su cuidador, su amor iba creciendo mientras que la muerte se iba acercando a robarse la alma del amado de nuestro protagonista, dos años pasaron juntos hasta que un día, Milo recibió la noticia de que Camus murió mientras dormía, lloró y se lamentó pero sin duda, se habían amado hasta el final y ahora solo le quedaba atesorar los hermosos momentos que pasaron juntos.

amor temporalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora