Capítulo Uno: Ser un héroe

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«"¡Garthwaite, no puedes ser estrella deportiva y homosexual!, ¡si quieres seguir en el equipo, dejarás eso a un lado!" Esa se trató de la última orden de mi entrenador y la única que desobedecí

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«"¡Garthwaite, no puedes ser estrella deportiva y homosexual!, ¡si quieres seguir en el equipo, dejarás eso a un lado!" Esa se trató de la última orden de mi entrenador y la única que desobedecí. A veces me arrepiento»

En un espacio oscuro y húmedo, la luz de cuatro velas conforta el mal vivir de tres indigentes y un superhéroe. El tinte de su traje, irradia con virtud, pese al decolorado, culpa de la mugre, rojo y amarillo

—Estás muy callado, hombre, ¿en qué piensas? —preguntó Chambers, con ese grotesco sonido al sorber la cuchara. 

«Chambers es un hombre interesante. Es un anciano, pero conserva cierta elegancia. Su mostacho, su vestimenta de saco y camisa, rememora al hombre culto que ostentó ser. Pero su aroma, malos modales y chistes de mal gusto, afloran que su virtud es una sombra marchita que se asoma con esfuerzo ante una suave luz»

—Fui una estrella de fútbol... alguna vez —respondió D-Man con nostalgia—. No les mentiré, amigos míos, si algo abunda en el deporte, son mujeres, alcohol y drogas. Las estrellas se intoxican y se creen dioses. Yo siempre aprecié mi humildad. Me expulsaron del deporte por tener un novio. Tenía compañeros con denuncias criminales, abuso de sustancias, y a mí me desaparecieron del deporte por amar a un hombre. 

—¿Eso quiere decir que eres un superhéroe y te pone que te metan un pene por el culo? —preguntó Chambers con una carcajada ahogada y repulsiva

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—¿Eso quiere decir que eres un superhéroe y te pone que te metan un pene por el culo? —preguntó Chambers con una carcajada ahogada y repulsiva. 

—Eres un idiota —habló el segundo indigente, un poco más joven, pero igualmente mayor, al lado de Chambers—, este hombre nos protege, nos alimenta; le debemos respeto. 

—¿Y quién dijo que no lo respeto? —preguntó Chambers—. Me tomo con humor su falta de moral. 

—Chambers, si no te callas y le pides una disculpa, voy a romperte dos dientes de los tres que te quedan. 

—No voy a pedir disculpas porque no tengo nada en su contra. Yo no soy ningún tonto, nací en seno civilizado, a diferencia de ustedes, que nacieron leprosos y morirán leprosos. Alguna vez ostenté con orgullo mi nombre completo: ¡Alan Phillips Chambers!, el mejor dramaturgo de mi generación. Mis obras se presentaron en los teatros más prestigiosos de América y Europa. 

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⏰ Last updated: Jul 15 ⏰

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