Bajo sus Encantos

XXXIII: Dejarla ir

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- ¿Están listos? - les preguntó el señor Yang cuando todos se acomodaron en el ómnibus. Al oír los gritos de afirmación, él golpeó el techo con su mano en un alarido de celebración- ¡New York! -

Freen sonrió al escucharlo todo y se echó contra la ventanilla. Nam le había propuesto sentarse las tres juntas atrás, como la trinidad temeraria que eran, pero ella se opuso. Quería viajar sola y admirar el paisaje fuera de Bangkok, con destino a donde iban y a donde Becky pasaría sus próximos años.

Se alejó un momento y miró el asiento de al lado. Se mordió el labio, al descubrirla observándola y regresó contra el cristal. Ella y Becky viajaban solas, en los primeros asientos, pero de distintas filas.

¿Por qué continuaban mirándose como luego de la primera vez que tuvieron sexo tras su confusión con los cupos? Supuso que las personas que se aman se miran a cada rato, buscándose a cada instante y desviando la vista avergonzadas, cuando eran descubiertas, pero solo segundos después volvían a mirarse.

Y lo cierto es que ellas se amaban. Freen lo sabía, Becky lo sabía y posiblemente todos aquellos que las mirara también ¿Dónde estaba el final, entonces, del que hablaba la canción de la rubia? Cerró los ojos y suspiró. O solo era una estrofa casi retórica o el final de ellas no iba a ser así, feliz y manteniendo su amor por tiempo ilimitado.

Cuando volvió a abrirlos, el señor Yang sacudía su hombro y le murmuraba que despertara. Ya habían llegado y ella lo hizo. Buscó de inmediato con la mirada a Becky, pero ya nadie estaba a bordo del transporte. Se desperezó con rapidez y siguió los pasos de su profesor.

Afuera, New York estaba atardeciendo y su primera visión fue esplendida: a lo lejos, Becky posaba para la cámara de Surprise y los rayos de sol se ocultaban tras su espalda y el suave viento sacudía su cabello. Guardó las manos dentro de su abrigo e intentó caminar a ella, cuando un brazo de Nam se interpuso sobre su pecho:

- Tuvimos suficiente la noche de la graduación. Hoy no, Freen- ella inhaló una bocanada de aire, demasiado y asintió mientras lo expulsaba. Le dió una última mirada a su exnovia y siguió de cerca a su mejor amiga - solo estaremos aquí un día. Intenta comportarte-

- No tengo 5 años- masculló y la rubia la observó por sobre su hombro, antes de llegar con los demás-

- No, pero actúas como si los tuvieras- Freen se mordió el labio para no reclamarle. Era cierto, habían montado un pequeño espectáculo la noche de graduación, la semana anterior, pero es que aún no podía terminar de dejar a Becky del todo. Por eso la había besado, incluso cuando algunas veces la rubia quería alejarla y continuaron juntas por minutos más.

Cuando la música clásica y romántica acabó, Surprise se llevó a la rubia y ella tomó otro vaso de ponche, mientras la estudiaba a la distancia. Se sirvió otro, cuando Billy merodeaba a su exnovia y dos más cuando intentó tomar su mano y arrastrarla a la pista de baile.

Su mirada ya se había tornado borrosa, molesta y dificultosa para distinguirlo todo. Pero a sí mismo llegó hasta Becky y volvió a besarla sin aviso, apenas le tomó la muñeca y la giró para que la descubriera. La rubia respondía, pero podía sentir el peso de sus reclamos en los labios; sobre todo cuando la mordía con poca delicadeza.

Todo el Instituto murmuró sobre su estado de ebriedad el lunes siguiente. Y sin embargo no le importó. Estaba a días de terminar el año escolar por lo que, estúpidos rumores, no iban ya a bajarla de la punta de la pirámide.

- Cierra la boca- fue lo único que le respondió a Nam. Podía sentir aún las punzadas de un dolor de cabeza, pero estaba segura de que no era más que la distancia que se generaba entre ella y Becky-