Capítulo 1

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Las oscilación de las cristalinas aguas permitían que unos tenues rayos de luz (a pesar de la profundidad) se filtrasen entre las ondas azules iluminando así parte del mundo marino en el que me encontraba.

Acaricié con suavidad la aleta de una despistada pero curiosa tortuga que se me acercó con cautela a mi y me rozó el aleta con su cabeza. Cuando se alejó un poco, giré sobre mi derecha y tomé algo más de velocidad. “Tranquila Kai. Ya lo has cogido. Solo tienes que ir un poco más rápida y seguro que ha ido aun mejor. Los has hecho cientos de veces. Es solo una carrera más...” Pero sabía que no era así. Quedaba menos de una semana para la prueba real...y tenía que mejorar para entonces o seguro que decepcionaría no solo a mi padre, sino a toda la comunidad.

Cuando llegué casi al atolón de coral, di un aletazo y con un acelerón más me adentré en la zona oscura donde me esperaba mi compañero junto a su pulpo, Oswaldo, enredado en el brazo de él. Me miró de forma crítica.

- Has sido más lenta que ayer, Kaimani.- me regañó al llegar junto a él mientras le pasaba el brazalete que había escondido y le daba un cangrejo al pulpo, el cual mordió con ilusión para deshacerlo internamente mientras se desenredaba.- Tienes que recuperar el ritmo.- siguió cuando notó que le ignoraba...- Esta oportunidad no se te va a volver a presentar. Todos tienen puestas sus esperanzas en tí. Es tu legado. Tu obligación. Y yo soy un idiota que ha aceptado ayudarte. Tengo que cercionarme que estás preparada antes de la semana que viene.

-¡Ya estoy preparada! -le encaré. El me miró con una ceja alzada escéptico.

- No se trata solo del tiempo. Hoy he encontrado aun antes ese maldito brazalete. La constancia, la lógica, y conocerse las aguas para saber la mejor ruta. Eso también es importante, ¿recuerdas?

-Y tú te olvidas de que no eres la única que está en esta prueba. 6 tritones y sirenas van a intentar arrebatar el puesto de tu padre. E incluso creo que hay un makara. Y me niego a que ese ser infernal nos lidere. Además recuerda que en el tramo de vuelta tenéis que enfrentaros a un depredador. Y es el consejo el que decide la amenaza. Y te recuerdo que hace dos años soltaron un cocodrilo marino contra ellos. Así que sí. ¡Es cuestión de rapidez también si no te quieres convertir en la merienda de una vientre dorado!

Alcé una ceja.

-Miden cien centímetros, Umiko...

-Y eso acabarás midiendo tú si acabas mordida por una antes de que te empiece a despedazar.

Chasqueé la lengua. Sabía que por aquella zona no había serpientes; pero claro, ya no dependía de dónde se encontraban, si no de si se podían hacer con una para nuestro recorrido.

Cuando traspasamos el velo acuático de nuestra aldea, me despedí de Umiko antes de subir hasta la zona más alta de aquella especie de red de corales que cubría el lugar donde vivíamos; el cual se extendía desde la parte más profunda hasta casi la mitad de la zona que se ergía hacia la superficie.

Al entrar y meterme por la cuarta abertura de la recepción, un pasillo blanquecino me dio la vienvenida, con las paredes decoradas con conchas de diferentes tamaños y unas algas luminiscentes que emitían luz a mi paso.

Lo cierto es que yo era hija del moth'ai de mi cardumen. Un moth'ai, por lo que me explicaron en mis clases, es el responsable de la seguridad, orden y proporcionar los servicios básicos, junto con la comida de nuestra colonia. Mi padre lo es en la zona norte del Pacífico Norte, donde vivíamos, pero por lo que sabía existían dos por cada Océano.

Cada año se reúnen en Atlántida. Es una ciudad que contruyeron nuestros antepasados; donde podíamos salir al exterior también y sus canales se juntaban en el centro dando paso a nuestras casas subterráneas. Aun que ya no vivimos ahí, si que se hace uso de un edificio que utilizan para reunirse; donde ponen en común novedades de cada territorio, posibles amenazas, y cómo mejorar nuestra estancia ahí.

Los moth'ai existen desde tiempos inmemoriales y pueden ser tanto de género masculino como femenino. Se eligen tras completar satisfactoriamente la prueba del brazalete; el cual debemos recoger y este nos muestra una visión de nuestros destino, el cual no debemos revelar (unicamente a nuestro ayudante) pero nos ayuda con nuestro mandato acuático.

Si los humanos aún no han dado con nuestra sede de Atlántida es porque se encuentra en lo que conocen los humanos como “El triángulo de las Bermudas”. Hace años ni se acercaban por ahí, pero últimamente si que toman rutas por la zona en barco. Sin embargo, cuando el consejo se rúne, la Diosa Meredith (Diosa del mar) genera tormentas huracanadas que hacen que la zona quede intransitable para barcos y vueltos. Y así nuestros líderes quedan protegidos mientras dura la reunión.

Cuando me dirigía a mis aposentos, alguien tiró de mi brazo y me vi cara a cara con mi mejor amiga, la cual me miraba con emoción en los ojos esperando que le comentase qué tal había ido el entrenamiento de la prueba.

-¿Y bien?.- preguntó en vista de que yo no contestaba.

-Peor que ayer.- me limité a decir.- Conseguí el brazalete en apenas diez minutos pero a Umiko no le interesa nada de eso. Solo lo quiere todo perfecto, bien hecho y rápido.

-Ya sabes que lo hace porque quiere evitarte una bronca de tu padre. Solo quiere lo mejor para tí.- me replicó.

Ya sabía que tenía que ganar esa prueba. Me lo decían desde niña y sé que era mi responsabilidad.

- Eso lo dices porque estás colada por Umiko. Así que se que no eres parcial en este asunto.- concluí nadando más rápido entrando a la estancia seguida de mi amiga.

Yo casi había cumplido 21 años. Solo quedaba una semana. Y cuando llegábamos a esa edad, se celebraba un torneo. Los hijos de un moth'ai que los fuese a celebrar, debían realizar la prueba enfrentándose a los mejores de la colonia. Contaba la rapidez, obviamente; pero también la astucia y la forma de escapar de sus oponentes sin violencia.

Por ello se hacía antes una selección de los participantes que se enfrentan al primogénito del jefe anterior. Y una vez obtenido el brazalete, regresado a la zona de la meta y generado más puntos se convertirá en el nuevo líder. 

Esa noche deberá ponerse el brazalete (el cual le mostrará en sueños una visión que le ayudará en su futuro como adalid) y se enbarcará en la aventura de salir al exterior, donde se camuflará entre los humanos durante tres meses comprobando que seguimos siendo meras leyendas entre la gente y seguimos a salvo en nuestras aguas. Después de ellos debe bajar nuevamente a nuestra aldea; y se formará durante 9 meses por el propio moth'ai junto a su asistente para sustituirle en funciones.

Al ser mi padre nuestro líder, yo no necesito hacer la selección, sino que paso a la prueba automáticamente. Y mucho me temo que me convierto en el principal rival del resto. Pero no me preocupa. Llevo meses preparándome con Umiko para eso.

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⏰ Última actualización: Jul 14 ⏰

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Las lágrimas Saladas de KalúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora