Prólogo

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Lucerys Velaryon había estado acostumbrado a una vida llena de amor y privilegios desde su nacimiento

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Lucerys Velaryon había estado acostumbrado a una vida llena de amor y privilegios desde su nacimiento. Como el hijo menor de una familia influyente, siempre había tenido todo lo que deseaba: cariño, lujos, y un futuro brillante garantizado por el peso de su apellido. Para él, el mundo era un lugar lleno de oportunidades, libre de preocupaciones y dificultades. Sin embargo, la vida tiene una manera curiosa de torcer los destinos más asegurados, y para Lucerys, ese giro fue más extremo de lo que jamás podría haber imaginado.


La calma de su vida comenzó a desmoronarse el día en que conoció a Aemond Targaryen. Un alfa dominante, calculador y ambicioso, que buscaba algo más que una simple unión. Aemond no estaba interesado en el amor, al menos no en un principio. Su objetivo era casarse con un omega para asegurar una alianza poderosa, obtener los beneficios de la empresa de los Hightower, y continuar expandiendo su influencia.


Cuando sus ojos se posaron en Lucerys, vio en él una oportunidad. Lucerys era un omega, pero no cualquier omega. Su belleza era etérea, su apellido respetado, y su conexión con los Hightower lo hacía perfecto para el plan de Aemond. Sin embargo, lo que Aemond no anticipó fue la fuerza del espíritu de Lucerys. Lo que al principio parecía ser una simple transacción de poder se convirtió en algo mucho más complejo.


Lucerys, con su dulzura y carácter rebelde, no se convirtió en el omega sumiso que Aemond esperaba. De hecho, se volvió el omega de sus pesadillas. Lucerys no temía enfrentarse a Aemond, desafiando su autoridad en cada oportunidad, sacando a la luz las inseguridades del alfa que hasta entonces permanecían ocultas bajo una fachada de confianza. Pero con cada desafío, con cada mirada atrevida y cada palabra afilada, Aemond se encontraba irremediablemente atraído hacia él.


Día a día, el imponente alfa que creía tener el control se vio a sí mismo perdiéndolo, cayendo lentamente bajo el hechizo del omega que, en lugar de doblegarse ante él, lo hacía enfrentarse a sus propios sentimientos. El deseo y la necesidad de dominar dieron paso a una creciente admiración, respeto y, eventualmente, a un amor profundo y apasionado.


Aemond, quien solo quería una unión conveniente, nunca imaginó que encontraría a alguien como Lucerys. Y ahora, cada día, cada batalla, cada momento a su lado, lo sumergía más en un sentimiento que jamás pensó que conocería: el amor verdadero.

El omega de mis pesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora