Capitulo 1

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Mis ojos ardían, probablemente por la siesta que había tomado, pero aun así, me encontraba caminando por las calles oscuras y vacías de la ciudad. La brisa nocturna era fresca y traía consigo un susurro de soledad. No fue hasta que pasó por mi lado que sentí una presencia inusual. Él, con su arrogancia, su caminar único, como si estuviera llevándose el mundo por delante, captó mi atención de inmediato. No logré ver su rostro, ya que llevaba puesta una gorra que sombreaba sus facciones. Este chico debió notar que lo observaba mientras se acercaba a mí, porque escuché una voz clara que decía: -¡Hola, Ruby!-. Mi cuerpo continuó caminando, pero mi mente se quedó bloqueada. ¿De dónde lo conozco? No lo había visto nunca antes. Seguí mi camino hasta llegar a mi trabajo, un pequeño café en la esquina de la calle principal. Al entrar, aún aturdida, pregunté a mi compañera si conocía al chico que había pasado hace no más de cinco minutos. -Ah, ese es Theo-, respondió ella despreocupadamente. -Trabaja acá a la vuelta-. No podía creerlo. -¿Acá a la vuelta, y nunca lo vi?-, murmuré para mí misma. Después de saber eso, la curiosidad me invadió. ¿Cómo es posible que nunca lo hubiera visto y él supiera mi nombre?

Esa noche, llegué a casa con la mente llena de preguntas. Como de costumbre, llamé a mis amigas por Facetime para charlar y contarles lo que había sucedido. Les relaté el encuentro con Theo, intentando captar cada detalle. -¿Crees que te estuvo observando?-, preguntó Ana con una sonrisa maliciosa. -No lo sé-, respondí, sintiendo una mezcla de intriga y desconcierto. -Pero hay algo en él... algo que no puedo ignorar-.

Pasamos horas hablando y especulando sobre quién podría ser Theo y cómo sabía mi nombre. La conversación fluyó entre risas y teorías descabelladas, pero en el fondo, no podía dejar de pensar en aquel encuentro inesperado.

Nos quedamos hablando hasta muy tarde, lo que hizo que me quedara dormida y llegara tarde a clases. Estoy en mi penúltimo año de secundaria, y todo el curso está preocupado por las prendas de egreso para el próximo año. Hoy no tenía muchas ganas de estar en casa, así que fui más temprano al trabajo. Al llegar, lo vi. Theo, sentado en una de las mesas de afuera, parecía inmerso en sus pensamientos. Mi mente se llenó de preguntas. ¿Y si Ana tiene razón y me está observando? Trate de no darle importancia, pero la posibilidad seguía rondando en mi cabeza. Pasé por su lado y lo saludé como a un cliente normal, intentando mantener la compostura.

Entré al establecimiento y busqué a mi mamá para saludarla. Trabajo con ella porque a veces necesita ayuda en el café. Al encontrarla, estaba con otro chico de mi edad. Al principio no supe quién era, pero cuando mi mamá me dijo: "Ah, Ruby, mira, él es Uriel, ¿Te acuerdas de él?", me di cuenta de que lo reconocía de alguna parte. Lo saludé con un beso en la mejilla, como suelo hacer con mis conocidos. Una vez que Uriel terminó su horario y comenzó su descanso, se despidió y salió. Observé cómo él y Theo se encontraban afuera y se iban juntos. En ese momento, supe que iba a ver a Theo todos los días.

Esa tarde, mientras atendía a los clientes, no pude evitar que mi mente divagara. ¿Por qué Theo sabía mi nombre? ¿Qué estaba haciendo en el café? Estas preguntas me asaltaban constantemente. A medida que el día avanzaba, me di cuenta de que Theo no era simplemente un cliente más; había algo en él que me intrigaba profundamente. Al final de mi turno, me senté en una de las mesas vacías, mirando a la puerta por la que Theo había salido. Mis amigas y yo habíamos bromeado sobre él la noche anterior, pero ahora, la realidad de su presencia constante comenzaba a afectarme. ¿Qué quería de mí? ¿Por qué parecía estar tan cerca, pero tan distante al mismo tiempo?

Esa noche, al llegar a casa, sentí una mezcla de cansancio y curiosidad. Me recosté en mi cama, mirando el techo, mientras mi mente intentaba descifrar el enigma que era Theo. Sabía que algo estaba a punto de cambiar en mi vida, y aunque el pensamiento me asustaba, también me llenaba de una emoción que no podía negar.

La noche había caído completamente cuando finalmente me quedé dormida, pero mis sueños fueron inquietos y fragmentados. Theo y sus misteriosas miradas se mezclaban con imágenes de Uriel y los días de secundaria. A la mañana siguiente, me desperté con una sensación de expectativa. En el colegio, todo parecía igual. Las conversaciones sobre las prendas de egreso y las actividades del último año llenaban los pasillos. Pero en mi mente, seguían las preguntas sin respuesta sobre Theo. Durante el almuerzo, Ana y yo nos sentamos en nuestra mesa habitual en el patio. -¿Entonces, viste a Theo otra vez?- preguntó Ana con una sonrisa traviesa. -Sí-, respondí, revolviendo mi ensalada sin mucho entusiasmo. -Estaba sentado en una de las mesas de afuera. Creo que trabaja cerca de aquí-. Ana levantó una ceja, interesada. -¿Y? ¿Has hablado más con él?-, -No, solo lo saludé como a un cliente normal-, dije, sintiendo una punzada de frustración. -No sé, Ana, es como si él supiera algo sobre mí que yo no sé sobre él-. Ana se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa. -Tal vez deberías averiguarlo. No puedes quedarte con la duda para siempre-.

Después de clases, me dirigí al café con un plan en mente, aunque mi timidez me hacía dudar de si podría llevarlo a cabo. Al llegar, vi a Theo nuevamente, esta vez sentado solo en una de las mesas de afuera. Sentí mi corazón latir más rápido y una mezcla de nerviosismo y curiosidad.

Decidí no acercarme a él directamente. En su lugar, me dirigí al mostrador donde mi mamá estaba trabajando. -Hola, mamá-, dije, tratando de sonar casual mientras la ayudaba con algunas tareas. Mi mirada seguía desviándose hacia la mesa donde estaba Theo. -Hola, cariño-, respondió ella. -¿Cómo te fue en la escuela?-, -Bien-, respondí automáticamente, aunque mi mente estaba en otro lado. Poco después, Uriel entró al café para su turno. -Hola, Ruby-, dijo con una sonrisa amistosa. -¿Recuerdas cuando íbamos a la primaria juntos?-. -Sí, claro, Uriel-, respondí, devolviendo la sonrisa. -¿Cómo has estado?-, -Bien, bien. Es genial trabajar aquí contigo y con tu mamá-, dijo, colocándose su delantal. -¿Viste a ese chico afuera? trabaja cerca de aquí. Se llama Theo, es como mi hermano-. -Sí, lo vi-, respondí, tratando de mantener la conversación sin parecer demasiado interesada. -Es curioso que nunca lo haya visto antes-. Uriel asintió. -Sí, es un poco reservado, pero es una buena persona. Si necesitas algo, no dudes en decirme-. -Gracias, Uriel-, respondí, agradecida por su amabilidad.

Durante el resto de la tarde, atendí a los clientes y observé a Theo desde adentro del café, intentando descifrar quién era y por qué parecía saber tanto sobre mí. Mi timidez me impedía acercarme a él directamente, así que decidí esperar y observar, esperando encontrar alguna respuesta en sus acciones y palabras.

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⏰ Última actualización: Jul 15 ⏰

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