Armando metió el pulgar en su boca, hacía tiempo que deseaba hacerlo, Betty gimió al sentir cómo jugaba de forma atrevida con sus labios, esparciendo su propia humedad sobre ellos, cerró los ojos y decidió disfrutar del momento, con un pequeño movimiento desplazó su lengua para lamerlo suavemente.
-Míreme Beatriz- exigió él con la voz áspera y profunda, mientras la sostenía del mentón, aún con el dedo dentro de su boca.
Betty decidió obedecerlo, quería ser sexy para él, demostrarle que era una mujer dispuesta a hacer muchas cosas, aunque fueran sucias y perversas.
Mientras sostenía la mirada clavada en los ojos de él, su lengua comenzó a danzar alrededor de su pulgar, envolviéndolo para luego liberarlo, Armando gruñía con cada movimiento; con la mano que tenía libre, aflojó su corbata y desprendió los primeros botones de su camisa, el calor comenzaba a asfixiarlo.
Ella podía sentir que lo tenía a su merced y le encantaba, la primera vez que habían hecho el amor ella no había participado, pero poco a poco, comenzaba a descubrir el poder que tenía sobre él, con firmeza, lo tomó desde la muñeca y empujó su mano hacia ella, logrando que el pulgar alcanzara mayor profundidad, cerró su boca y lo envolvió con sus labios, succionado suavemente, Armando gimió extasiado, si no la detenía no podría controlarse, pero fue imposible apartar la mirada, era inevitable imaginar que era su pene el que disfrutaba de su cálida boca, pero era demasiado pronto para eso.
-Si no se detiene Beatriz, la haré mía sobre su escritorio- declaró con seguridad, al mismo tiempo que acercaba su cadera, mostrándole los efectos que causaba en él.
-Me encantaría cumplir esa fantasía- respondió ella con la voz agitada, tratando de hacerse entender, mientras continuaba chupando su dedo. Armando permaneció congelado unos segundos, no era capaz de moverse, le costaba aceptar que Betty tuviera tanto pode sobre él.
El vaivén de su lengua lo hipnotizaba, se mantuvo así, tratando de disfrutar ese instante, hasta que sintió la mano de Betty posarse sobre su erección de forma descarada, acariciando la extensión de su miembro sobre el pantalón.
-Solo déjeme poner cerrojo a la puerta- a pesar de ser el horario del almuerzo, el movimiento de Ecomoda no se detenía completamente.
-Ya me encargué de eso doctor- explicó tranquila, Armando se había abalanzado sobre sus labios en presidencia, Betty lo condujo hacia su oficina, asegurándose de girar la traba de la puerta al cerrarla.
-Me encanta que sea tan eficiente, picarona- Armando tenía una sonrisa de medio lado, ella le daba carta abierta para aprovechar el momento, sin dudarlo deslizó la mano derecha desde la boca de Betty hasta sus pechos, encontrando el camino a través de la blusa que llevaba puesta, omitiendo la barrera de sus sostén, logrando alcanzar sus pezones erectos para acariciarlos con verdadera devoción.
-Acabo de descubrir que me encanta complacerlo- afirmó ella con un poco de vergüenza, pero demasiado excitada como para ocultarlo.
-Mi amor, no tiene que hacer nada que no quiera ¿lo sabe verdad?- Betty se sorprendió por la ternura de su voz, por un momento, él abandonó sus pechos para envolverla en sus brazos, para transmitirle todo el amor que sentía en ese momento, por su parte, Armando comenzó a aceptar que con ella todo era diferente, que aunque deseaba dejar salir sus más oscuras fantasías, primero debía asegurarse que ella deseaba lo mismo.
-Doctor, sé que soy inexperta, pero eso no quita que usted despierte en mí una mujer que jamás he dejado salir- se animó a confesar, sí había hombre que podía enseñarle, sin dudas era Armando Mendoza.
-Usted no tiene idea lo que provoca en mí, Beatriz- dijo al mismo tiempo que desprendía su cinturón, liberando su erección al bajar su propia ropa interior- usted sabe que la amo, aunque ahora pueda ser demasiado rudo con usted.
Betty no alcanzó a responder, Armando la giró tomándola desde los hombros.
ESTÁS LEYENDO
TÓMAME
FanfictionOne Shots eróticos - Betty y Armando. Basados en la novela Yo soy Betty la fea.