Mason Thames

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Bajo el Mismo Cielo════ ⋆★⋆ ════

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Bajo el Mismo Cielo
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Mason Thames y Elizabeth Martinez se conocían desde que tenían memoria. Sus familias eran vecinas y sus vidas estaban inevitablemente entrelazadas desde la infancia. Sin embargo, lo que podría haber sido una amistad nació como una rivalidad. Siempre compitiendo, siempre tratando de superarse el uno al otro. Era una relación llena de comentarios mordaces y miradas despectivas.

Este año, el concurso anual del instituto ofrecía un premio que ninguno de los dos podía resistir: un viaje a Hawaii. Era la oportunidad perfecta para Mason de surfear en las mejores olas del mundo y para Elizabeth de explorar la flora exótica y practicar su fotografía. Lo único que los separaba de su sueño era la necesidad de trabajar juntos para ganar.

Cuando anunciaron a los equipos, Elizabeth casi se atraganta con su café y Mason dejó caer su mochila al suelo. La realidad era ineludible: tenían que colaborar.

La primera reunión fue tensa. Se citaron en la biblioteca del instituto, un terreno neutral. Mason llegó con su habitual porte confiado y Elizabeth con su concentración característica. Sentados frente a frente, trataron de idear un plan sin mirarse demasiado.

—No sé cómo vamos a hacer esto, pero tenemos que ganar —dijo Mason, rompiendo el silencio.

Elizabeth asintió sin apartar la vista de sus notas. —No voy a dejar que algo tan trivial como nuestra... rivalidad, se interponga en mi camino.

Día tras día, la tensión se fue suavizando. Comenzaron a respetar las habilidades del otro. Elizabeth admiraba la creatividad de Mason, y él, la precisión meticulosa de ella. Las reuniones se volvieron más productivas y, sorprendentemente, más agradables.

Una tarde, trabajando en el aula vacía de arte, Elizabeth dejó escapar un suspiro. Mason levantó la mirada de sus bocetos y se acercó.

—¿Estás bien? —preguntó, algo preocupado.

—Solo cansada —respondió ella, sin levantar la vista.

Mason la observó por un momento, luego sacó una barra de chocolate de su mochila y la ofreció. Elizabeth lo miró sorprendida.

—Es de mis favoritos —dijo él, sonriendo—. Me ayuda a concentrarme.

Elizabeth tomó el chocolate con una sonrisa tímida. —Gracias.

Mientras trabajaban, los pequeños gestos comenzaron a surgir de forma natural. Un café aquí, una sonrisa de aliento allá. La rivalidad se disolvía en una complicidad inesperada.

El día del concurso, su presentación fue impecable. Cuando anunciaron que habían ganado, la emoción fue abrumadora. Se abrazaron con fuerza, sintiendo el alivio y la felicidad de haber logrado algo juntos.

El viaje a Hawaii fue un sueño hecho realidad. Entre excursiones y risas, compartieron momentos que antes habrían sido impensables. Una noche, después de un largo día de aventuras, se encontraron en la playa, mirando el cielo estrellado.

—Nunca pensé que trabajar contigo sería así —dijo Mason, rompiendo el silencio.

Elizabeth se giró para mirarlo. —Yo tampoco. Pero me alegra que haya sido contigo.

Se quedaron en silencio, disfrutando de la compañía mutua. Mason tomó la mano de Elizabeth, entrelazando sus dedos con los de ella. No había necesidad de palabras. Bajo el mismo cielo estrellado, entendieron que algo había cambiado entre ellos.

No se necesitaban declaraciones de amor ni promesas futuras. La simple realidad de estar juntos, de compartir algo más allá de la rivalidad, era suficiente. Habían encontrado en el otro un compañero inesperado, y eso, por ahora, era todo lo que necesitaban.


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