Después de la reveladora entrevista, Robin Le Normand no podía dejar de pensar en Alicia Simón. Sus preguntas habían tocado fibras profundas en él y había sentido una conexión especial que no podía ignorar. Decidido a conocerla mejor fuera del ámbito profesional, Robin decidió dar el primer paso. Esperó el momento adecuado para invitarla a un café, algo sencillo pero significativo
Unos días después, tras un agotador entrenamiento matutino, Robin vio a Alicia en la sala de prensa del estadio de Anoeta. Ella estaba recogiendo sus notas y equipo, preparando su siguiente artículo. Robin se acercó, su corazón latiendo un poco más rápido de lo normal.
—Hola, Alicia -dijo Robin, tratando de sonar casual-Quería agradecerte de nuevo por la entrevista. Fue una experiencia realmente enriquecedora.
Alicia levantó la vista y le sonrió, esa sonrisa que Robin ya empezaba a reconocer y apreciar.
—Gracias a ti, Robin. Fue un placer entrevistarte. Tus respuestas fueron muy auténticas y personales
Robin tomó un respiro profundo antes de continuar.
—Me preguntaba si te gustaría tomar un café algún día. Me gustaría continuar nuestra conversación, pero sin las cámaras y el bullicio del estadio.
Alicia, sorprendida y halagada, dudó un momento antes de responder. Sabía que aceptar implicaba cruzar una línea entre lo profesional y lo personal, pero la curiosidad y el deseo de conocer mejor a Robin fueron más fuertes.
—Claro, me encantaría —respondió, sonriendo—. ¿Qué te parece hoy después del trabajo?
Robin asintió, sintiendo una oleada de alegría.
—Perfecto. Hay una cafetería encantadora cerca del puerto. Te enviaré la ubicación.
(...)
Más tarde, esa misma tarde, Robin llegó a la cafetería unos minutos antes de la hora acordada. Era un lugar acogedor, con una decoración rústica y vistas impresionantes del puerto de San Sebastián. Eligió una mesa junto a una ventana que daba al mar, donde las olas rompían suavemente contra los muelles.
Alicia llegó poco después, con su característico estilo elegante pero sencillo. Se saludaron con una sonrisa y se sentaron. El ambiente relajado de la cafetería ayudó a aliviar cualquier nerviosismo inicial.
—Este lugar es encantador —comentó Alicia, mirando alrededor— No lo conocía.
—Sí, es uno de mis favoritos. Vengo aquí a menudo para despejarme después de los entrenamientos —dijo Robin mientras ojeaba el menú.
Pidieron sus bebidas, Robin un café americano y Alicia un cappuccino. La conversación comenzó de manera ligera, hablando sobre el entrenamiento de Robin y los últimos artículos de Alicia. Sin embargo, pronto se sumergieron en temas más personales.
—Cuéntame más sobre ti, Alicia —dijo Robin, genuinamente interesado— Me contaste algo en la entrevista, pero me gustaría saber más sobre tu vida fuera del trabajo.
Alicia tomó un sorbo de su cappuccino antes de responder y revelarle la noticia a Robin
—Bueno, soy madre soltera de un niño maravilloso llamado Leo. Tiene seis años y es mi mundo entero. Mi trabajo como periodista es exigente, pero trato de equilibrarlo con el tiempo que paso con él. Es un desafío, pero también muy gratificante.
Robin notó la calidez y el amor en los ojos de Alicia mientras hablaba de su hijo. Era evidente que Leo era el centro de su vida.
—Debe ser difícil equilibrar todo —comentó Robin, admirando su dedicación—. No puedo imaginar lo que debe de ser madre soltera y tener una carrera tan exigente.
Alicia asintió, agradecida por la comprensión de Robin.
—Sí, lo es. Pero tengo suerte de tener una red de apoyo increíble, mi familia y amigos me ayudan mucho. Y Leo es un niño increíble, lleno de energía y curiosidad. Hace que todo valga la pena.
La conversación continuó fluyendo de manera natural. Robin habló de su infancia en Francia, sus primeros pasos en el fútbol y cómo había llegado a jugar en la Real Sociedad. Alicia compartió historias sobre su carrera como periodista, los desafíos que había enfrentado y las satisfacciones que había encontrado en su trabajo.
Mientras hablaban, ambos se dieron cuenta de cuántas similitudes compartían en términos de dedicación y pasión por lo que hacían. Aunque sus mundos parecían muy diferentes en la superficie, había un entendimiento mutuo y una admiración que crecía con cada momento que pasaban juntos.
El tiempo voló y antes de que se dieran cuenta, habían pasado más de dos horas charlando. La conexión que habían sentido durante la entrevista se fortalecía con cada palabra, cada risa compartida.
Robin miró su reloj, notando lo tarde que se había hecho.
—Ha sido un placer, Alicia. Realmente disfruto hablar contigo.
Alicia sonrió, sintiendo lo mismo.
—Igualmente, Robin. Me alegra que hayamos hecho esto.
Se levantaron y se dirigieron a la puerta. Afuera, la brisa marina era fresca y agradable. Caminando juntos hacia sus autos, se despidieron con la promesa de volver a verse pronto.
Mientras conducía de regreso a casa, Robin no podía dejar de sonreír. Sentía que había encontrado a alguien especial, alguien con quien podía ser él mismo. Alicia, por su parte, también se sentía emocionada. Aunque sabía que no sería fácil, había algo en Robin que le decía que valía la pena explorar lo que podría surgir entre ellos.
Ambos sabían que esto era solo el comienzo, y estaban ansiosos por ver a dónde los llevaría esta nueva conexión
@Aliciiasimon
El chico de mami💙🧒🏻
ESTÁS LEYENDO
El gol del corazón: La historia de Robin y Alicia
Historia CortaEn el vibrante mundo del fútbol, donde el césped y el brillo de los focos definen el día a día, es fácil olvidar que detrás de cada figura pública hay historias de amor, sacrificio y esperanza. Este es el relato de Robin Le Normand, un talentoso def...