El libro abierto sobre la repisa de la ventana solo es una excusa por si alguien entra en la habitación, y para poder llevar sus gafas, pues ni siquiera se ha dignado a leer el título al elegirlo entre los cientos que hay en la biblioteca de su padre. Sus ojos solo tienen una mirada para él, el jardinero del castillo. Hay cientos de trabajadores que se dedican a cuidar los campos, lo sabe. Pero tras su encuentro, justo cuando había podido dejar de pensar en él, había vuelto al ciclo vicioso culpable de que no pudiese pasar más de cinco minutos sin pensar en algo que le gustaría conocer del castaño.
¿Cuántos años tiene? ¿De dónde viene? ¿A qué se dedicaba antes de venir al castillo? ¿Cuál es su color favorito? ¿Le gusta leer? ¿Tiene hermanos?...
Pero hay una pregunta que sobresale por encima de las demás.
¿Por qué le dejó esa flor en el pelo?
··𓇬··
Lleva toda la mañana frente a la ventana.
No tiene ninguna excusa, tampoco la quiere pensar. Está demasiado ocupado observando como Juanjo está plantando unas flores de color purpura en la tierra húmeda. Le está dando la espalda, ancha como un armario, que se deja ver a través de la camiseta blanca, casi transparente por el sudor aunque sigan en febrero.
Sus manos acarician con delicadeza las flores que con habilidad planta en el suelo. Están manchadas de tierra, al igual que su pantalón. Su pelo sigue igual de sedoso que siempre, lo que le da ganas de pasar sus dedos entre las hebras castañas.
En algún momento, Juanjo parece sentir la mirada clavada en él, pues se gira en busca del par de ojos que le observan atentamente. Tarda un par de segundos en encontrarlos, tras el ventanal a un par de metros de él. Y a diferencia de la primera vez que estos se conectaron entre sí, esta vez no se apartan.
Pasan los segundos, no sabe si los minutos o incluso las horas. Pero sus ojos no dejan de mirar los contrarios, se siente flotar en el espacio, desconectar de todo lo que le rodea. Martin vuelve a sentir el impulso de levantarse, de acercarse al jardinero y poder observar sus facciones más de cerca, de poder volver a hablar con él, preguntarle todas esas preguntas que parecen no salir de su mente.
Su corazón bombea con tanta fuerza que imita el sonido de los tambores que desfilan por las calles en los eventos importantes sobre sus oídos. El sonido es tan rítmico y fuerte que no escucha como la puerta tras él se abre de un momento a otro.
—¿Qué miras?—Es tal el sobresalto que casi toca el techo con la cabeza al levantarse de la silla. Se quita las gafas y se gira para mirar a María, apoyada en el marco de la puerta.
—Estaba leyendo.—Reafirma sus palabras señalando el libro abierto. Su hermana le mira con una ceja alzada, no ha creído sus palabras, porque le conoce, le conoce tanto que Martin lo odia.
—Si claro, y yo sé hablar chino.—Cierra la puerta tras ella y se acerca a la ventana. —¿Cómo ser un gran líder? ¿Eso estabas leyendo? —Martin siente sus mejillas encenderse al leer él mismo el título del libro.
— Bueno, sonaba interesante
— ¿Y sobre qué va el primer capítulo? —La ve abrir el libro y pasar las páginas sin interés. Martin bufa mientras se lanza de espaldas a la cama.
— Vamos María, no me tortures. Ya sabes que no estaba leyendo, y sino te lo confirmo. —Se incorpora, apoyándose sobre sus codos, para mirarla. —No estaba leyendo.
Ese es otro problema, no es capaz de ocultarle nada a su hermana, ni aunque quisiese hacerlo podría. Pues puede leerlo como un libro abierto, como si viese sus pensamientos escritos en su frente. Tampoco está acostumbrado a mentir, no a ella, que ha sido confidente de sus secretos hasta cuando no sabía hablar.
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The Garden
FanfictionMartin no recuerda haberse interesado en las flores hasta la edad de 14 años, cuando por un capricho, su madre llena hasta los más oscuros rincones de las flores más exóticas. Y junto a esas flores, aparece él. ... Donde el padre de Juanjo, florista...