La noche se caía sobre la ciudad como un manto silencioso, interrumpido únicamente por el murmullo lejano del tráfico.
Max se encontraba en su habitación, la cual había sido testigo de tantas risas compartidas con Bradley. Pero ahora, esas risas eran ecos lejanos que rebotaban en las paredes vacías.
Se sentó en el borde de su cama, observando una foto de ambos en su último viaje juntos. La sonrisa radiante del ojizafiro contrastaba con el dolor en el corazón del azabache. Sentía como si un agujero negro hubiera succionado toda la alegría de su vida.
-Oh Bradley...- Murmuró para sí mismo, con los ojos llenos de lágrimas, viviendo una y otra vez, aquel momento en una fiesta en donde vio a su amado besándose con una desconocida.
Cada rincón de su habitación parecía gritar la ausencia de Bradley. La campera que dejó en el perchero, el disco de vinilo que nunca terminaron de escuchar, el perfume caro que aún podía oler en las almohadas. Agarró una de esas almohadas y la abrazó con fuerza, como si eso pudiera devolverle al castaño.
-¿Por qué...?- Pensó, sintiendo el peso de la soledad sobre sus hombros. Pero al instante arrojo la almohada hacia otro lado recordando a su amado en brazos de otra- ¿Cómo fue que me dejaste de amar?
En el otro lado de la ciudad, Bradley asistía a una fiesta de alta sociedad. Todo era perfecto en la superficie, las risas, las conversaciones triviales, los brindis. Pero el ojizafiro estaba ausente, su mente divagaba por los recuerdos. Recordaba el brillo en los ojos del azabache cuando hablaba de sus sueños, el calor de su abrazo después de un día difícil, el tacto de sus labios contra su piel desnuda, pero también recordaba el momento exacto en el que había visto a Max en medio de la multitud, observando como le era infiel.
-Quisiera hasta la muerte para no pensar...- Se repetía a si mismo entre pensamientos, tratando de convencerse de que podía seguir adelante sin él, tratando de ignorar que había lastimado a alguien que amaba con todo su corazón.
Se excusó de la conversación que tenia con una figura importante para su familia y se dirigió al balcón, necesitando un respiro de la opresiva atmósfera social. El aire fresco de la noche le golpeó el rostro junto con el aroma a petricor que sabia que le gustaba al azabache. Sacó su teléfono y abrió la galería, encontrándose con un sin fin de fotos de Max. Cada imagen era una apuñalada en su corazón, un recordatorio de lo que había perdido por sus malas acciones.
-No sé cómo vivir si ya no puedo sacarte de mí- Susurró al viento, sintiendo una opresión en el pecho que no se iba.
De vuelta en la habitación, Max decidió salir a dar un paseo, esperando que el movimiento le ayudara a aclarar su mente. Encima de su patineta, se dejo llevar por las calles vacías, cerrando los ojos sin importar lo que viniera, siendo un acto de dejades de todo. Las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer, pero no le importó, es mas, le gusto.
La lluvia se intensificaba, empapándolo, siendo un incentivo a que siguiera adelante sin importar los obstáculos. Odiaba ese sentimiento, cada esquina, cada tienda le recordaba al otro. Recordó aquella tarde lluviosa en la que se refugiaron en una pequeña cafetería, riendo y compartiendo secretos mientras el mundo se empapaba afuera.
Sin darse cuenta, había llegado al parque donde solían patinar juntos en sus días de juventud. Se dejo caer con pesadez en uno de los bancos, observando las sombras que proyectaban los árboles bajo la luz de las farolas.
-¿Cómo borró esto que siento...?- Murmuro en voz baja, sintiendo que cada palabra se clavaba en su alma. Apretando su pecho con la mano, mientras que con la otra trataba de agarrar la luna, siendo algo imposible.
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Ecos del ayer - Maxley
FanfictionA pesar de todo el dolor, aun seguía amando a esa persona que le había roto el corazón.... Inspirada por las melodías de "Tu falta de querer" y "Mi buen amor," de Mon Laferte. Siendo una pizca de esperanza y reconciliación en una relación rota marc...