Polaris - Adrián Iglesias Martín (Adridobylus)

~ 9 ~

• María •

Al despertar noto que hay alguien a mi lado.

—Pablo, puto. Me asustaste.

Rió.

Él estaba vestido cosa que me sorprendió.

—Vístete, que nos vamos a la playa.—dijo levantándose de mi cama, estaba recostado en ella porque ya había recogido el colchón.

—Pablo, ¿María sabe...?—dijo mi madre al entrar.

—Maria sabe, ¿qué?—dije.

—Nada mi amor, buenos días.—me sonrió, algo trama—Abajo tenés el desayuno.

—¿Peacky no va a desayunar conmigo?—siempre desayunábamos juntos.

—El no está, se fue con unos amigos.—antes de decir "amigos" miró a Pablo nerviosa.

—Vale, ¿qué está pasando aquí?

—Nada, flaca. ¿Qué va a pasar?—conozco a Pablo, sé cuando miente, pero esta vez lo está haciendo de cine.

—Mhm.—lo miré mal y me fui directa al armario.

—Avísame cuando te vistas.—añadió Pablo yéndose con mi madre.

Mientras bajaban oí murmullos.

Pasé de ellos, fuese lo que fuese que estuviesen hablando supongo que sería por una buena causa, aunque me pica que Pablo, mi mejor amigo, no me cuenta. Dios, ahora que lo pienso, como Krufy se entere que llamo a Pablo "mejor amigo" me mata. Lo extraño.

Al final me decanté por un bikini precioso que la parte de arriba era azul y la de abajo, que era tipo tanga, morada. Me puse un top, una falda y las chanclas Nike.

—Ya estoy.—dije bajando mientras miraba el móvil.

A Daniel le llegaron mis últimos mensajes pero me dejó en visto.

—Pues vamonos.

—Voy a desayunar.—lo miré mal antes de sentarme en el taburete.

—No hay tiempo, vamos.—me cogió el brazo y yo alcancé a coger una tostada.

—Bueno mamá, saluda a papá si llega antes que yo.—me despedí antes de salir.

Seguí a Pablo durante varias calles.

—Pablo, ¿a qué viene tanta prisa si ni siquiera la playa está por aquí?

—¿Aún no te has percatado? Que tonta eres. No vamos a la playa.

—Ya, eso lo intuía, pero entonces, ¿para qué el bañador?

—Ya lo verás.

Caminamos un par de calles más. Hasta que fuimos directos a unos coches, eran como unos uber de famosos, blindados y con los cristales blindados.

—Pablo, ¿qué cojones?—me frené a pocos metros de este.

—Venga va, que te va a gustar.