Capitulo 1

16 4 0
                                    

Es casi media noche. Estoy exhausta tras un día muy agotador. Camino zigzagueando esta mi habitación, me tumbo en la cama y sin darme cuenta me quedo dormida.

Un ruido. Un disparo. Me levanto de golpe. El miedo me devora lentamente. Escucho pasos detrás de la puerta, se abre de un azotón y veo a mi madre corriendo de un lado a otro. Mi padre entra a mi habitación sin vacilar.
-Tenemos que irnos- dice. Noto que su pecho se sube y baja agitadamente.- necesito que vayas por tu hermana y la lleves al auto.
No ha terminado la frase y yo ya me he parado juntó a mi cama. Da media vuelta y sale corriendo hacia su cuarto. Mi pijama consta de unos pantalones grandes y una playera vieja. <<No puedo salir así>> pienso angustiada. Corro hacia los cajones más cercanos y tomo lo primero que veo (unos jeans apretados negros y un suéter morado). Me visto lo más rápido que puedo. Supongo que eso fue algo egoísta de mi parte pero nunca he salido de mi casa en pijama y esta no será la primera vez.
Entro a la habitación de mi hermana. Reviso la cama; no esta. <<Mierda, ¿en dónde está?, en el baño, claro>> corro a grandes zancadas hasta el baño y abro la puerta con desesperación. Mi hermana esta en posición fetal debajo del grifo.
- Leila- toco su hombro con suavidad- tenemos que irnos, ven.
Leila sale de su escondite, noto que esta llorando y a continuación, la abrazo. Siento una pulsada en el estómago y trato de apartar las lágrimas, después de varios segundo,lo consigo.
- Vamos al auto.
- Tengo miedo.
- Todo va a estar bien, tranquila - me abraza y me aparto rápidamente.
Corremos hasta la puerta principal de mi casa. Cerrada. <<¡MIERDA!>>. Corro hacia la puerta trasera, y ¡sorpresa! esta abierta de par en par.
- Leila, por aquí - no me había percatado de que en vez de un susurro había sido un grito.
Mi mente empieza a jugar conmigo y mi vista se nubla. Siento que alguien me esta jalando; sacudo la cabeza para volver a la realidad. Mi hermana esta gritando no logró entender lo que dice, me apresuro y tomo su mano. Nos echamos a correr hasta que llegamos al auto, mis padres ya se encuentran allí. Mi hermana abre la puerta de un jalón y ambas entramos lo más rápido que podemos. Me falta la respiración y empiezo a tener mucha sed; mi madre me lanza una botella de agua fría.
- ¿Qué...? - pregunto, y tomo un gran sorbo de agua - ¿Qué ha pasado?
Trato de reprimir la lágrimas, pero no lo consigo. Comienzo a llorar como una niña pequeña. Soy consiente que a los 15 años de edad las personas aún piensan que eres más niña que adulta pero están muy equivocados. Aveces, los adolescentes somos más responsables y/o consientes de lo que hacemos que los adultos.

Mi madre esta sentada en el asiento del copiloto, me mira con tristeza; abre la boca como si fuese a decir algo pero mi padre la interrumpe:
- No lo sabemos muy bien, Renata - trata de que su voz sea firme, le esta costando; eso es evidente - tenemos que ir a los laboratorios de gobierno, todo la ciudad se encuentra allí.
<<¿Toda la cuidad? ¿Qué hace todo la ciudad en los laboratorios a esta hora?>>
Mi padre enciende el auto y acelera todo lo que puede. Mi cabeza trata de acoplarse a todo lo que esta pasando. Estoy confundida.

Llegamos al laboratorio, es un edificio muy grande con aproximadamente 20 pisos; había pasado algunas veces frente a ese gran edificio pero jamás le había puesto atención. Entramos. Los pisos son de mármol negro muy reluciente y las paredes totalmente blancas. En el vestíbulo hay pocas personas, la mayoría tienen bata blanca, muchos corren de un lado a otro.
Mi padre se dirige a la señora que esta detrás de un escritorio. Corro para alcanzarlo. Estoy agotada, quiero dormir. No logro escuchar lo que la señora de mediana edad le dice, señala hacia un pasillo que está a la derecha, mi padre asiente con la cabeza y camina apresurado. Tengo tantas preguntas, creo que mis padres saben muy bien lo que hacemos aquí, pero evito hacer comentarios; no quiero desesperarlos.
Leila comienza a bostezar; esta cansada, todo lo estamos.
Nos topamos con una gran puerta de cristal; da vista a un gran cuarto, en su interior hay unas sillas y un escritorio viejo, la habitación parece estar sin ni un alma. Para poder acceder, donde debería de estar la perilla hay un teclado pequeño. Mi padre introduce algunos números y la puerta se abre.
Pasamos junto al escritorio, no me había percatado que al fondo de la habitación había una puerta; mi padre la abre y entra muy despacio. Es una oficina, es gigantesca, si, eso parece, una oficina puesto que hay muchas computadoras y papeles por todas partes. Continuamos caminando hasta topar con otra puerta <<¿otra puerta?>>. Estoy comenzando a desesperarme.
Es una habitación mucho más grande que la oficina, esta repleta de gente. Logro ver varias puertas, personas con bata salen de ellas. Comienzo a pensar. Mi padre, mi padre trabajo en un laboratorio muchos años atrás. Que tonta soy. El sabe lo que esta sucediendo, el puede ayudarme a comprender. Abro paso entre la gente; mi padre esta hablando con un médico (eso parece). Sin pensarlo me dirijo hacia el lo más rápido que puedo pero las personas me impiden pasar, logro distinguir que entra a una habitación y voy detrás de el. Entro. En la esquina hay un sillón blanco y al fondo hay una plancha metálica con una máquina alado
- Hemos reclutado sólo a dos personas - dice el médico.
- No me sorprende - dice mi padre en tono aburrido.
- Seguiremos haciendo los estudios hasta el amanecer. Hay sólo 3 laboratorios en funcionamiento, esperamos que todas las personas acudan.
- He traído a mi familia; desde hace tiempo tengo sospechas de una de mis hijas, me gustaría que pasarán por el detector.
¿El detector? ¿Qué es eso? No suena bien, no suena nada bien.

MañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora