I
El legado de la noche
Ese fin de semana sus padres no se encontraban en casa, Así que, Emilia, aprovechó la oportunidad para escaparse y encontrarse con él. Al poco tiempo de empezar a caminar calle abajo, se lamentó por no haberse puesto un abrigo. Era una noche fresca y el aire helado parecía congelar sus huesos.
Caminó durante un buen rato, con la soledad de las calles de Buenos Aires abrazando su presencia.
Lo único que se oía era el susurro del viento, el crujir de una hoja bajo sus pies y su propia respiración. Todas las luces de las casas estaban apagadas, y la calle estaba iluminada nada más que por la luz de la luna.
Tras una larga caminata, Emilia por fin llegó a su destino. Saltó la pequeña valla que rodeaba la plaza y comenzó a caminar por sobre la arena del lugar, su corazón latía frenéticamente, le daba un poco de miedo estar allí sola y de noche. Su ciudad no era muy segura, y menos aún para una mujer.
Dio un pequeño salto tras oír un ruido detrás de ella, volteó con el miedo aumentando cada momento, pero no había nada.
Se tranquilizó intentando pensar que había sido su imaginación, era probable que su mente le estuviera jugando una mala pasada.
La chica se sentó en una de las hamacas y esperó. Esperó a que su motivo de escapada llegase. Cuando pasada la medianoche, aún no había señales de aquel chico, decidió llamarlo. Pero no respondió a ninguno de sus tantos llamados. La castaña, enfurecida por haber perdido el tiempo, comenzó a encaminarse hacia la salida de la plaza.
Cuando ya estaba a punto de salir, sus pies tropezaron provocando que cayera de bruces al suelo. La chica soltó un gemido de dolor al sentir algo clavándose de lleno en sus costillas, se levantó lentamente intentando recomponerse y, tras unos segundos; buscó con la mirada lo que la había hecho caer. Al instante, pudo ver lo que parecía ser la punta de un objeto enterrado en la arena.
Con la curiosidad carcomiéndola por dentro, se arrodilló, ignorando el dolor que le producía al tacto riguroso de la superficie en sus rodillas desnudas, y comenzó a excavar con sus propias manos. Un momento después, tenía aquel objeto misterioso entre sus manos. Era una caja de madera pulcra y resistente.
Sintió un extraño cosquilleo en su estómago, un sensación entre excitación e intriga la invadió por completo.
Con cuidado limpió la superficie del objeto. Agudizó la vista para leer la inscripción tallada en el lomo de la caja: «Gracias por encontrarme». Un escalofrío recorrió su cuerpo, no sabía que quería decir ni si era una buena idea abrirla, pero la intriga era tanta que no pudo resistirse.
Sin saber que pronto se arrepentiría; levantó la tapa para ver su contenido.
La chica palideció, soltó la caja como si de pronto quemara.
Con la respiración agitada y la intriga aún presente, se asomó con cautela para echarle nuevamente un vistazo a el recipiente; Una mano humana y putrefacta reposaba en su interior. A un lado de aquella extremidad, había una nota: «Ahora es tu turno. Tienes un minuto para correr».
Nota de autora:
Este microrrelato lo escribí hace unos meses y justo después lo subí a Wattpad, pero por alguna razón que no recuerdo lo terminé borrando. Ahora lo vuelvo a publicar porque creo que tiene potencial y la verdad me gusta bastante.
Espero que les guste tanto como a mí.
Besos desde Argentina,
Ernes.
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Luz Y Tinte De Medianoche
Mystery / ThrillerEste libro es una colección de relatos; algunos más largos, otros más cortos, algunos de misterio, terror paranormal y, a veces, una pizca de romance.