Los rayos del sol caían lentamente sobre la ciudad de Tokyo iluminando todo a su paso. Lleno de pereza, el peli naranja se removió entre sus sábanas buscando mas comodidad para seguir durmiendo. No fue hasta que su madre entró molesta a su habitación que toda esa tranquilidad se esfumó como si de polvo siendo arrastrado por un fuerte viento se tratase.
— Por el amor de Dios Shōyō, son las 7:28 de la mañana. Sal ahora mismo de esa cama si no quieres que sea yo la que te saque a la fuerza.
Dijo su madre mientras abría las cortinas de par en par haciendo que la luz entrara abruptamente en la habitación. Con unos cuantos quejidos, el menor finalmente se despegó de mala gana de la tan comoda cama que parecía invitarle a seguir durmiendo, aunque eso no duró mucho, pues tan pronto fue consciente de la hora empezó a alistarse rápidamente, no pudo ni desayunar bien pues el tiempo no era suficiente. Todo el camino se la paso maldiciendo a su yo del pasado por haberse confiado y no haber puesto el despertador.
— Pobre de ti si vuelves a levantarte tarde, ya verás si vas corriendo a tu preparatoria.
Regañaba su madre mientras conducía molesta, el joven prefería escucharla callado, no quería empeorar el estado de animo de su madre. Y como siempre su mala suerte tenía que hacer acto de presencia en su día a día, esto casi siempre terminaba en situaciones vergonzosas y que no se podía olvidar fácilmente de la mente del pequeño peli naranja.
En esta ocasión, su mala suerte decidio caer en el camino, exactamente en el tráfico. El tráfico mañanero era horrible, un gran número de vehículos congestionados en la carretera y moviendo se de una manera tan lenta que resultaba en una torturosa.
— Creo que no debimos tomar está ruta, hay muchos tráfico.
— Lo se, es una de las calles más concurridas al parecer.
Conversaban la madre y su hijo mientras esperaban que la enorme fila de coches se moviera.
— Si... hay cariño, creo que no podrás llegar a tiempo a la preparatoria
— Tranquila mamá, fue mi culpa haberme despertado tarde.
Dijo el menor tratando de calmar a su ya estresada madre. Los minutos pasaban y la situación empeoraba, la gente cada vez más furiosa empezaba a gritar a los demás, y algunos hasta empezaron a discutir desde sus coches.
— Mamá...
— ¿Qué pasa mi retoño?
— Si quieres puedo ir corriendo, no creo que el tráfico vaya a mejorar, además la prepa ya no está tan lejos.
Propuso para que su madre no estuviese tan presionada.
— ¿Estás seguro?
— Si, llegaré a la prepa en unos minutos.
Dijo regalándole una tierna sonrisa a su progenitora.
— Está bien cariño, sólo recuerda ir con cuidado. No quiero que nada malo te vaya a pasar.
— Ya lo se mamá, tranquila, nada malo me pasará.
— Si tú lo dices.
Y con un corto abrazo de madre e hijo, Shōyō salió del coche, dispuesto a llegar a tiempo a su preparatoria. Desde dentro del vehículo, su madre lo veia alejarse a gran velocidad, rogando por que nada malo le pasase a su tan querido hijo. Un poco más tranquila, la mujer se dispuso a esperar a que el tráfico se calmase para poder ir a su trabajo, aunque la tranquilidad no le duró mucho pues una pareja empezó a tocarle la bocina desesperadamente y por si eso no fuera suficiente, empezaron a gritarle cosas ofensivas.
Bueno su hijo ya se había ido y no había quien la detuviera en ese momento, no tendría que contenerse tanto como lo hacía cuando estaba en presencia de su amada familia. Oh pobre parejita ilusa, está vez no se trataba de la típica ama de casa inofensiva, en absoluto.
๋࣭✰
Su corta maratón termino en unos minutos, tal y como lo había predicho, llegó con unos minutos de sobra para entrar tranquilamente. Ya sin mucha presión por el tiempo, se tomó unos segundos para calmar su respiración tan agitada apoyándose en una de las paredes.
— ¿Shōyō?
Una voz familiar a sus espaldas hizo que volteara de una manera tan rápida que asustó un poquito al contrario.
— ¡Kenma!
Dijo el menor muy alegre de encontrar a su amigo, sin que el otro se diera cuenta, ambos ya se encontraban sumergidos en un cálido abrazo.
— S-Shōyō... Que haces aqui
El mencionado lo volteo a ver pues su rostro se encontraba enterrado en su pecho, al verlo tan sonrojado y nervioso, el peli naranja se dio cuenta al instante de la situación tan rara en la que ambos se encontraban. Rápidamente se separó como si se fuese a quemar con seguir abrazando al más alto.
— ¡P-perdon! ¡No f-fue mi intención p-ponerte incómodo!
Se disculpaba el menor mientras hacía múltiples reverencias en señal de arrepentimiento. A Kenma, esto le pareció un poco gracioso, pues casi no había visto a su amigo así de nervioso.
— Tranquilo, no importa.
— Gracias... ¡Ah! Respondiendo a tu pregunta, pues...
El peli naranja hizo una pausa, tratando de encontrar las palabras correctas para decirle a su amigo. Al principio planeo que fuera una sorpresa, pero por como habían salido las cosas, pues no se iba a poder.
— Ahora estudio aquí.
Terminó diciendo con una ligera sonrisa en el rostro. En cuanto al contrario, no sabía ni cómo reaccionar ante esa respuesta.
— «¿Aquí? ¿Desde cuándo? ¿Por que?»
Esas y más preguntas inundaron la cabeza del teñido, preguntas que querían salir de una vez y encontrar una respuesta lógica. El silencio que se había formado entre ambos, llegó a ser un poco incómodo para el menor pues no veía alguna clase de reacción en el rostro en blanco de su amigo, y eso le preocupaba.
— «¿Acaso no le agrada el hecho de que yo estudie aquí?... ¿Estará molesto?... » ¿Kenma...? ¿Está todo bien...?
Sin respuesta. Los pensamientos negativos comenzaron a llegar a la cabeza del peli naranja, haciendo que poco a poco su sonrisa se fuera deformado hasta que finalmente terminó en una mueca de incomodidad.
— Si, sólo que me tomaste por sorpresa.
— ¿En serio?... ¿No te molesta?...
Pregunto mientras su sonrisa volvía lentamente.
— ¿Por qué lo haría?
— Emm- pues no se, talvez... Soy un estorbo o algo así...
Respondió mientras jugaba con sus manos inconscientemente.
— Para nada. ¿Por que piensas eso? Para mí jamás serás un estorbo.
Decia de manera sincera mientras tomaba con delicadeza las manos del contrario, algo que sorprendió un poco al mencionado pues lo volteo a ver tan pronto sintió como el otro tomaba su mano.
— Oh, lo lamento, eso fue raro ¿No?
Quiso retirar la mano para que el menor no se sintiera forzado a corresponder, pero al querer soltar las manos contrarias, las suyas fueron tomadas por estas, esas manos tan suaves que le producían un ligero cosquilleo cada vez que entraban en contacto con el.
— No, es... Agradable.
Su conversación fue interrumpida por la campana que sonaba para anunciar el inicio de clases en su preparatoria. Ambos se despidieron apresurados pués llegarían tarde a clase, sin tiempo de nada más, cada uno fue por su camino.
⚝
•
.