CAPÍTULO TRES: TEJIENDO MISTERIOS

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CAPÍTULO TRES: TEJIENDO MISTERIOS



ETHAN NO PUDO DEJAR DE PENSAR EN MAIA. Cada encuentro con ella solo alimentaba su obsesión. La rutina diaria de Ethan se convirtió en una búsqueda constante. Cada pista, cada detalle, cada pequeño rastro que Maia dejaba a su paso era analizado minuciosamente.

Una noche, después de uno de sus encuentros en el bar, Maia dejó un pañuelo con un monograma bordado: una M estilizada. Ethan lo recogió y lo examinó. No era mucho, pero era algo. Decidió seguir este pequeño rastro.

Se dirigió a una tienda de bordados exclusivos en el centro de la ciudad, donde mostró el pañuelo al dueño, un hombre mayor con gafas.

──¿Puede decirme algo sobre esto? ──preguntó Ethan, mostrando el pañuelo.

El hombre ajustó sus gafas y estudió el monograma.

──Es un trabajo muy fino. Lo hemos hecho para algunos clientes selectos. Déjame revisar mis registros ──dijo el hombre, desapareciendo en la trastienda.

Ethan esperó, su impaciencia creciendo. Después de lo que pareció una eternidad, el hombre regresó.

──Lo siento, señor, no tengo autorización para divulgar información sobre nuestros clientes.

Ethan sintió una oleada de frustración, pero no estaba dispuesto a rendirse. Se inclinó hacia el hombre, su voz baja y amenazante.

──Necesito esa información. Es importante.

El hombre dudó, pero finalmente cedió ante la presión.

──Está bien. Esta prenda fue encargada por alguien que solo se identificó como M. No tengo más detalles.

Aunque era poca información, Ethan sabía que cada pista lo acercaba más a Maia. Salió de la tienda con la sensación de estar un paso más cerca de desentrañar el misterio.

Pasaron las semanas, y cada encuentro con Maia era un enigma más complejo. A pesar de los momentos de pasión y cercanía, siempre parecía que ella mantenía una parte de sí misma oculta, fuera de su alcance.

Una noche, mientras estaban en un restaurante exclusivo, Ethan decidió intentar nuevamente descubrir más sobre ella.

──Maia, ¿por qué siempre pareces desaparecer? ──preguntó, su voz cargada de frustración y curiosidad.

Maia sonrió, pero esta vez su sonrisa tenía un tinte de tristeza.

──Ethan, hay cosas en mi vida que son complicadas. Cosas que no puedo compartir.

──Pero quiero conocerte. Quiero entenderte ──insistió Ethan.

Maia suspiró y miró a Ethan a los ojos.

──Lo sé. Pero hay partes de mí que son peligrosas, partes que no querrías conocer.

Ethan sintió un escalofrío, pero también una creciente determinación. No importaba cuán peligroso fuera el camino, estaba dispuesto a recorrerlo.

A medida que pasaba el tiempo, ambos se fueron acercando más, sus encuentros cargados de tensión y deseo. La obsesión de Ethan por Maia crecía, pero también lo hacía su afecto. Maia, por su parte, sentía cómo Ethan se iba metiendo bajo su piel, desafiando las barreras que había construido a su alrededor.

Una noche, después de un apasionado encuentro, Maia se quedó dormida en los brazos de Ethan. Mientras la observaba, Ethan sintió una mezcla de emociones: deseo, ternura y una creciente necesidad de protegerla, sin importar lo que escondiera.

El misterio de Maia continuaba siendo un enigma, pero Ethan estaba más decidido que nunca a desentrañarlo. Cada pista, cada detalle, lo acercaba más a la verdad, y no iba a detenerse hasta conocer cada parte de ella, sin importar cuán oscuro fuera el camino.

Ethan no podía ignorar la creciente sospecha de que Maia estaba envuelta en algo peligroso. Sin embargo, su intuición le decía que el misterio que la rodeaba era mucho más oscuro de lo que ella dejaba entrever. Su obsesión por desentrañar lo solo se hacía más fuerte.

Una noche, Maia lo invitó a una gala benéfica en un lujoso hotel del centro. Ethan aceptó la invitación, esperando obtener más pistas sobre ella. La noche de la gala, Maia lucía deslumbrante en un vestido negro que resaltaba su enigmática belleza. Sin embargo, Ethan notó que ella estaba inquieta, sus ojos constantemente escaneando la multitud.

──¿Estás bien? ──le preguntó mientras tomaban una copa de champagne.

──Sí, solo... hay mucha gente ──respondió Maia con una sonrisa forzada.

Ethan sabía que había algo más, pero decidió no presionarla en ese momento. A lo largo de la noche, él observó discretamente a los invitados y notó que varios hombres de traje oscuro parecían estar vigilando a Maia. Aunque esto levantó sus sospechas, decidió mantener la calma y no hacer preguntas en ese momento.

Después de la gala, Ethan llevó a Maia a su casa. Una vez allí, ella parecía más relajada, pero la tensión de la noche aún flotaba en el aire.

──Gracias por acompañarme esta noche, Ethan. Significa mucho para mí ──dijo Maia, dándole un beso en la mejilla.

──Siempre estaré aquí para ti, Maia ──respondió Ethan, sintiendo una mezcla de afecto y preocupación.

Los días pasaron, y cada encuentro con Maia solo profundizaba la conexión entre ellos. Ethan no podía dejar de pensar en las miradas vigilantes de los hombres en la gala. Decidió investigar discretamente, utilizando sus contactos para obtener más información.

Un día, mientras estaba en su oficina, recibió una llamada anónima.

──Deja de investigar a Maia ──dijo una voz distorsionada.──Te estás metiendo en asuntos peligrosos.

Ethan sintió un escalofrío. Sabía que debía tener cuidado, pero no podía ignorar su instinto. Decidió ser más cuidadoso y mantener sus investigaciones en secreto, sin levantar sospechas.

Durante las siguientes semanas, Ethan continuó reuniéndose con Maia, disfrutando de su compañía y tratando de desentrañar su misterio. Ella seguía siendo un enigma, siempre manteniendo una parte de sí misma oculta.

Una noche, mientras caminaban por el parque, Ethan decidió abordar el tema con suavidad.

──Maia, sé que hay cosas en tu vida que no puedo entender, pero quiero que sepas que puedes confiar en mí ──dijo, tomando su mano.

Maia lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y gratitud.

──Lo sé, Ethan. Y aprecio tu apoyo más de lo que puedes imaginar. Pero hay partes de mi vida que son complicadas, y no quiero ponerte en peligro.

Ethan sintió una punzada en el corazón. Quería protegerla, pero también quería conocer la verdad.

──No importa cuán complicado sea, estoy dispuesto a estar a tu lado ──respondió, apretando su mano con firmeza.

Maia sonrió, pero no dijo nada más. Ethan supo que tendría que ser paciente y esperar el momento adecuado para descubrir la verdad.

A medida que pasaba el tiempo, su relación se fue profundizando, y aunque el misterio de Maia seguía sin resolverse, Ethan sentía que cada día estaba más cerca de conocer la verdad. Mientras tanto, Maia comenzó a dejar entrever pequeñas pistas de su vida, como si quisiera que él supiera, pero sin decirlo directamente.

Ethan sabía que estaba en el camino correcto, pero también entendía que debía moverse con cautela. El viaje para descubrir el secreto de Maia apenas comenzaba, y estaba dispuesto a recorrerlo, sin importar cuánto tiempo tomara.

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