Hasta que la espada nos separe (ONE-SHOT) (JohnnyxKenshi)

Dedicado a mi amigo Emilio, quien me dio la idea original, y a mi amigo Agustín, quien me inspiró a publicarlo.

Espero que les guste, disfrútenlo.

Normalmente las personas al casarse no se preguntan cuándo van a firmar los papeles de divorcio con su pareja, pero esta era la primera pregunta que se hacía Johnny Cage cada vez que contraía nupcias con alguien nuevo. ¿Y la víctima esta vez? Kenshi Takahashi.

Lo habían acordado desde hacía algunas semanas, pero finalmente iban a hacer el trámite legal para la división de bienes. Ya el espadachín se encontraba dentro de la oficina del abogado, utilizando gafas oscuras y una sombrilla que escondía a su katana de la vista pública. De pronto, la puerta se abrió abruptamente para revelar a un Johnny Cage exhausto, quien apestaba a licor barato y a sudor. Era demasiado orgulloso para aceptar que había pasado toda la noche en un hotel de mala muerte, llorando. Pero, había logrado reunir toda la vanidad que le quedaba para vestirse con uno de sus mejores trajes.

—¿Es aquí?—preguntó sobándose la cabeza a la vez que examinaba el lugar —. ¡Buenos días a todos! No puedo hacer esperar a mis fanáticos.

La habitación se inundó de un silencio sepulcral. El abogado saludó amablemente y comenzó con la entrega de papeles a cada uno de los clientes. Kenshi comenzó pasando sus dedos por la textura del braille impreso sobre el contrato, haciéndose pasar por ciego aunque pudiera ver gracias a Sento. Mientras tanto, Johnny sólo podía observar a la que sería su futura ex-pareja.

—¿Tienes algún problema?—respondió hostil ante la incómoda mirada de su acompañante—. Podrías al menos no venir con resaca a esto, ¿sabes?

Cage se quedó estupefacto. ¿La verdad? Sólamente podía pensar en el día de su boda, gracias al pequeño detalle de que Kenshi ya había retirado su argolla de su dedo anular. Había sido apenas hace un año, seis meses después de haber regresado de los Reinos Exteriores y haber comenzado su nueva carrera como director cinematográfico. Lo recordaba con tanta claridad que parecía obsesivo.

El evento había tenido lugar en la academia Wu Shi como pedido especial de parte de Ashrah y Syzoth, pues temían ser descubiertos por los demás habitantes del Reino de la Tierra. Aquel día, dentro de una de las recámaras de los monjes, la superestrella llevaba puesto un ostentoso esmoquin blanco y revisaba su celular ansiosamente, al lado suyo, los guerreros Kung Lao y Raiden le hacían compañía en un pequeño banco de madera tallado artesanalmente.

—Por cierto, Johnny—dijo Kung Lao mientras ajustaba cuidadosamente las cuchillas de su sombrero—. ¿Cómo es que un hombre tan decente como él se fijó en un tipo tan vulgar como tú?

—Oye, lamento que no todos tengan tan mal gusto como para enamorarse de ti— se volteó y sonrió cínico ante la pregunta.

—Bueno, ahora entiendo por qué te eligió, sin ojos es difícil diferenciar a las personas...

—Ya basta—Raiden intervino—. Verás Cage, lo que desconcierta a Kung Lao es cómo, siendo tan diferentes, llegaron a esta clase de consenso. Lord Liu Kang tampoco pudo haber predicho esto.

Raiden intentó amenizar su muy notoria confusión en un elocuente discurso, había tomado por sorpresa a todos los kombatientes, incluso a él, quien se consideraba abierto de mente. El actor de Hollywood suspiró, sus palabras eran ciertas, eran casi que opuestos. Suponía que lo que lo había atrapado era su amabilidad escondida bajo esa coraza de yakuza, o su intelecto o incluso su físico. Sin embargo, no podía responder a la pregunta concretamente.

—No ven muchas películas, ¿cierto?—sus manos peinaban cuidadosamente su cabello mientras se observaba en la cámara de su teléfono—. Estas cosas simplemente pasan, no es algo que puedas esperar, no si la película está bien escrita, por supuesto. Sólo temo que no tenga un final feliz...