2. Kristen

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Me desperté segundos antes de que sonara el despertador. Las estrellas fluorescentes en el techo apenas brillaban debido a la luz que se filtraba a través de la cortina agujereada de mi habitación. Mi cuarto era simple; el orfanato solo te proveía de lo esencial: comida, ropa, cepillo de dientes, agua y una cama. Sin embargo, me las arreglaba trabajando como mesera en el restaurante "Le Ciel Gourmet", donde iban a comer personas influyentes.

Cuando bajé a desayunar, toda la comida se había acabado, así que agarré una manzana del refrigerador y me fui corriendo. El camino a la escuela estaba tranquilo a esa hora de la mañana. Las calles comenzaban a llenarse de vida, con los primeros rayos de sol iluminando el asfalto y los pájaros cantando sus melodías matutinas.

A una cuadra de la escuela, Bianca me interceptó con sus fieles secuaces. Su presencia siempre traía consigo una nube de problemas.

-Miren, ahí está la perdedora más grande de la escuela - dijo Bianca con una sonrisa malévola en la cara.

-¿Qué quieres ahora bianca?

-Solo queria preguntarte porque eres tan imbecil-Dicho esto sus secuaces se rieron.

-Bianca, sabes que me encanta pasar tiempo contigo, pero no quiero llegar tarde a clase, así que adiós - dije, corriendo a máxima velocidad hacia la escuela. Intentaron alcanzarme, pero no se puede con la mejor corredora del salon.

Llegué a mi salón y, al abrir la puerta, vi al chico más guapo que había visto en mi vida. Tenía el pelo negro, ojos azules y era alto. Estaba sentado en mi puesto. En vez de decirle amablemente que ese era mi puesto, le dije:

-Quita tu trasero de mi silla.

-Ah, disculpa, no sabía que era tu silla - dijo, apenado.

Coloqué mi mochila en mi puesto rápidamente y fui a saludar a Neyara, que estaba leyendo el libro que le presté.

-Hola, Neyara - dije, esperando que el chico nuevo apartara la mirada de mí.

-Hola, Kristen - dijo, mirando a aquel chico y a mí con cero disimulo.

-¿Vamos a buscar a Martha a la entrada? - pregunté.

-¡Pero hace frío!

-Martha igual podría tener frío, recuerda que dejó su chaqueta ayer.

-Cierto, vamos, y de paso le llevamos la chaqueta.

Dicho eso, salimos de la sala, feliz de liberarme de la mirada de ese chico misterioso.

Reina Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora