Capítulo 2

2 0 0
                                    

Forma #8:NO dejes que el amor te ciegue a la verdad, nunca. Quién te ama, nunca buscará hacerte daño.

Llegó a su departamento cansada, los tacones que llevaba le estaban sacando unas ampollas del tamaño de manzanas. Subió por el elevador y, mientras trataba de recuperar el aliento, se permitió mirarse en los espejos. Llevaba puesta aún la prenda que el chico le obsequió sobre sus hombros, sin poder evitarlo ladeó su cabeza y permitió que el olor llegara a sus pulmones, olía bien, olía más que bien.

Desconocía cuál era el secreto detrás del aroma masculino, pero un hombre que olía bien era capaz de sólo con su aroma ponerle a temblar las rodillas como a un edificio sin vigas, era una de las cosas que más le gustaban de Randall, Randall siempre olía bien, tenía un aroma a perfume caro, a masculinidad. Sin embargo, este olor era diferente, era más cálido y sencillo, olía a hombre, a sábanas, a perfume. Este hombre olía a un desayuno en cama por las mañanas junto a la persona que más amas.

Eso era, este hombre olía a amor.

Salió de su ensoñación cuando las puertas se abrieron, saco las llaves de su bolso (que en realidad era de Lucia) y soltó un quejido de frustración, la puerta no abría. Tocó una, dos y tres veces, golpeo con el puño y las lágrimas picaron en sus ojos al entender lo que estaba pasando: Randall había colocado la llave desde dentro para negarle la entrada. Su esposo acababa de dejarla en la calle a mitad de la noche.

Se recargó contra la puerta y se deslizó hasta quedar sentada en el piso, estaba llorando, se sentía como una pequeña niña a la que le estaban gritando en silencio que había hecho mal. No recordaba nunca que sus padres la hubieran castigado en esa forma, y le dolía, le dolía mucho.

Sacó su celular con las manos temblorosas, se sentía pequeña cuando marcó el número de Lucía y después de dos tonos contestó.

—¿Eli? ¿Qué ocurre? Llevo buscándote un buen rato, Danna también se fue a buscarte—.Escuchó la voz de su amiga detrás del móvil, arrastraba ligeramente la lengua pero aún así era inconfundible la preocupación en su voz.

Randall se enojó conmigo, está molestó, muy molesto y...y cerró desde adentro, no puedo entrar, me dejó en la calle Lu—.Las palabras sonaron entrecortadas a causa del llanto, decirlo en voz alta era todavía peor, se sentía como un balde de agua fría deslizándose por su columna.

—Llegamos en cinco, baja—.Y colgó.

Se levantó del piso y volvió a meterse al elevador, la verdad es que no recordaba que Randall hubiera hecho nunca algo de está magnitud. Todo empezó algún tiempo después de que empezaran a ponerlo a prueba. No, era antes. De hecho, tal vez todo había empezado después de que se casaran. Empezó a dejar de ser afectuoso con ella, parecían más colegas que una pareja de recién casados.

Algunas veces la dejaba en el trabajo y él se iba antes con nada más que un mensaje de "lo siento cariño, estaba cansado, puedes pedir un taxi", tiempo después el mensaje era "me llevé el carro, toma un taxi", y ahora ya ni siquiera había mensaje, estaba acostumbrada a pedir un carro o taxi e irse así al departamento.

Se preguntaba, ¿Cuándo era la última vez que habían hecho el amor? Sinceramente no lo recordaba, claro que Randall no había sido un bruto siempre, ella no era el tipo de chica que creía que los bebés venían de la cigüeña y sus padres nunca le habían dado el cuento de la abejita y la flor, pero Randall sí que había sido cuidadoso con ella al inicio. Con el tiempo había ido siendo más rudo, más desesperado, más vacío.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 22 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mil maneras de (NO) amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora