Capítulo 1. Sol naciente

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En lo más alto de la montaña Natagumo se encontraban envueltos en lo que parecía ser telarañas con una rara mezcla que pronto desaparecería sus ropas y sus carnes, muchos cazadores encomendados a su misión en el lugar antes mencionado.

Entre uno de ellos estaba un chico llamado Hiroshi, que sentía como aquel líquido quemaba lentamente su ropa y rozaba con su piel, haciéndolo soltar pequeños gemidos de dolor al sentir como tocaba completamente esta. Intento de todo para poder liberarse, pero simplemente no pudo lograrlo.

Cuando creyó que su corta vida había acabado y aceptó dejarse quemar por aquella substancia, alguien por fuera logró liberarlo a él y a los otros pocos que quedaban. Sintió el corte tras esas capas de telaraña, era un corte rápido y preciso, que traía consigo una extraña sensación de un calor que desintegraba perfectamente el material.

Cayó con rapidez al suelo y cuando vio que aquel capullo se abrió, salió a tomar una gran bocanada de oxígeno mientras buscaba a la persona que había logrado salvarlo.

Levantó con rapidez la mirada aún borrosa, y logró divisar un haori o lo que parecía serlo, no, no era un haori, sin embargo era algo similar : Una hermosa tela negra como la obscuridad era adornada en el cuello por hermosos tejidos de colores que iban de par en par con lo que parecían ser flores, una gran variedad de flores. Observó con detenimiento el resto, la vestimenta estaba sujeta por un cinturón blanco que se adaptaba a la silueta de la persona, exactamente a su cintura, el resto, era el ya conocido uniforme de los cazadores.

Hiroshi con lentitud y cansancio levantó su mirada hasta encontrarse con un rostro femenino, sin embargo no era un rostro promedio.

Volvió a observar con detenimiento mientras su vista se nublaba aún más. Era tal vez el rostro más hermoso que había visto hasta ahora, su piel era tan hermosa como la canela, apiñonada, con subtonos amarillentos, unos bonitos ojos café que lo habían hipnotizado, un cabello largo hasta debajo de los hombros, negro como la obsidiana, que brillaba ligeramente por la luz de la luna. Era una chica completamente diferente a todas las que había conocido, sus rasgos parecían una extraña pero al mismo tiempo hermosa mezcla.

Hiroshi trató de levantarse con las pocas fuerzas que tenía y trató de pronunciar alguna palabra, ella se acercó a él y se inco frente a él l, con suavidad tomó su barbilla y la alzó para que la observara.

— Tranquilo, respira y no digas nada, debió ser abrumador estar allí adentro, no te preocupes, la ayuda viene en camino —dijo ella con una serena voz mientras le sonreía con suavidad, en efecto, era la chica más hermosa que había visto.

Pronto una pequeña multitud de kakushi se aproximaba hacia ellos, ella soltó su barbilla y comenzó a dar indicaciones a los que llegaban.

Lo último que el chico vio, fue como ella colocaba su nichirinto de vuelta en su lugar, la cual en su afilada hoja tenía un hermoso tono ciruela obscuro.

La chica de rasgos únicos se retiraba de ahí a paso lento mientras se perdía en lo que antes era obscuridad, cuando los cuervos gritaban por los cielos la búsqueda de el chico y su hermana demonio.

Ella se detuvo un momento a escuchar el mensaje, y finalmente se adentró al bosque una vez más. Trató de buscar a aquellos que venían en el mensaje, pero simplemente no los encontró, pronto logró divisar a Kanao quien se encontraba dando órdenes a los kakushi.

Observó la multitud de heridos y vendados que estaban tendidos sobre los suelos no muy lejos de la tsuguko de kocho.

— Tsuyuri, la luna es bastante bonita esta noche, ¿no lo crees?.—le dijo ella con una hermosa sonrisa que dejaba ver sus blanquísimos dientes. La antes mencionada alzó su neutra expresión y observó un momento al cielo, le dirigió la mirada y asintió.

Tlahuisahi le mantuvo la sonrisa mientras se relamía los labios con su rosada lengua, pronto sintió como unos cálidos rayos de sol le acariciaban la nuca lo que provocó que ambas chicas miraran el horizonte por donde se asomaba el sol. Observó fascinada mientras cubría con su mano el área de sus ojos y los cerraba un momento, pudiendo divisar un puntito verde, abrio sus ojos y vio como el sol se hacía cada vez más grande, miró a un costado buscando descansar su vista y observó como un kakushi llevaba en su espalda al que parecía ser el causante de tanto alboroto desde que se supo que viajaba con su hermana convertida en demonio.

Sin duda, algo grande se aproximaba con la aparición de aquel chico, quien yacía inconsciente en la espalda del kakushi. Su gran cicatriz y ese cabello carmesí, sin duda un gran llamativo para la chica, quien recorría con velocidad cada parte de él, miró su haori y por último, sus aretes.

Una gran y amplia sonrisa se posó en su rostro.

Un sol naciente, como el que se posaba por el horizonte de esa mañana.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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