PARTE ÚNICA

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"El viento soplaba muy fuerte ese día, el día que te perdí"

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—Este campo de flores es bellísimo, ¿no crees, Chuu?

Te escuché y asentí en respuesta.

Realmente era una vista hermosa, pero no podía compararse con tu deslumbrante sonrisa al mencionar aquellas palabras.

Volviste tu atención al espléndido campo y yo, con la cámara en la mano, me decidí a inmortalizar en una fotografía aquella bella escena que tenía delante de mis ojos.

Apreté el botón y el flash se hizo notar.

Al percatarte, te giraste hacia mí para preguntar:

—¿Por qué lo hiciste?

—No pude resistirme a una hermosa vista —respondí, pero entendí que no te había agradado mi respuesta cuando tu mirada cambió a una de tristeza.

—Hermoso dices... —tu voz sonó apagada, aunque lograste camuflar tu ánimo con una falsa sonrisa—. Volvamos a casa, Chuu.

Colgué la cámara de nuevo en mi cuello y tomé la mano que me extendiste. Dejé que me atrajeras a tu lado y caminamos tomados de la mano mientras me contabas historias absurdas.

No sabes cuánto amaba escuchar tu voz.

—Te amo, mi Chuu —me mostraste esa sonrisa que solo era para mí. Llenaba mi corazón de tanta felicidad.

—Yo también te amo, Osamu —apreté tu mano con más fuerza, como si no quisiera que escaparas.

Levanté la cabeza al sentir tu mano en mi mejilla. Tus bellos ojos me miraban con una ternura que jamás nadie me había mostrado.

Te amaba tanto.

Acortaste la distancia que nos separaba y, en medio de una calle, nuestros labios se encontraron en un beso cálido y tierno que transmitía nuestros sentimientos. Las voces de las personas que pasaban a nuestro lado se desvanecieron; mi mente solo podía enfocarse en lo mucho que me gustaba besar tus labios. Aún ahora me pregunto, ¿qué era lo que decían? Supongo que no era algo importante.

Solo deseaba que este momento nunca terminara y así mantenerte a mi lado para siempre.

Al separarnos del beso, una sonrisa surcó nuestros labios. Ambos sabíamos que el conocernos había sido nuestra salvación. Te necesitaba tanto como tú a mí para poder vivir. Nadie nunca podrá entenderlo, entender que si tú no estás, yo tampoco estaría.

—¿Un suicidio doble? —pregunté extrañado y pude verte sonreír.

—Así es, ¿qué opinas, mi Chuu? —tomaste mis manos—. ¿Lo harías conmigo?... ¿por mí?

—Y-Yo... —no supe qué responder. En tus ojos pude ver ilusión.

Odiabas tanto este mundo que tu único deseo era desaparecer. El día que te conocí fue cuando te encontré al borde de un edificio de cinco pisos. Logré impedir que saltaras aquel día y traté de mostrarte un mundo diferente. Día tras día busqué maneras de cambiar tu perspectiva, para que aceptaras que no todo era malo.

Sin embargo, nada de eso apagó tu deseo, y ahora querías que yo también me fuera contigo.

—Vamos, Chuu... así podremos estar siempre juntos —sentí tus labios sobre mi frente.

—Estamos juntos justo ahora... ¿Cuál es la diferencia? —te miré a los ojos y la ilusión se desvaneció.

Otra vez había sido mi culpa que pusieras esa expresión.

—Lo siento.

Te disculpaste, alejándote de mí. Quise detenerte, pero no pude ni siquiera preguntarte por qué dijiste eso.

Los días que siguieron fueron horribles para mí. No supe nada de ti hasta que encontré una carta en la puerta de mi casa.

¿Acaso mis padres se habían acordado de que tenían un hijo y querían saber cómo estaba?

¿O era acaso una deuda desconocida del banco?

¿Tal vez he sido vigilado por algún desquiciado y esa carta contenía una amenaza de muerte?

Bajo ese pensamiento, me negué a abrir la carta, presintiendo la llegada de una mala noticia.

No obstante, un temor surgió en mí...

Sin más tomé la carta en mis manos y la abrí, confirmando lo que menos quería que pasara.

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"Mi querido, Chuu,

¿Cómo has estado estos días, cariño? Espero que bien. Siempre he querido eso, lo sabes.

Perdón, la última vez que nos vimos no pude disculparme como se debía. No quería forzarte a nada, solo quería permanecer a tu lado para siempre.

Este mundo es asfixiante y tú eras mi oxígeno, mi esperanza... mi todo. Sabes que te amo y en estos días entendí que no podía arrastrarte conmigo.

Por eso, ahora me despido. Hubiese querido verte de nuevo, pero sé que verte me haría arrepentirme otra vez de lo que siempre he buscado.

Te agradezco todo y he sido feliz a tu lado. Te amo mucho, Chuuya.

Espero no me odies. Cuídate, cariño.

D. O."

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Sentí las lágrimas caer, mojando aquella hoja de despedida, lo último que quedaba de ti en este mundo. Tomé el papel con fuerza y lo llevé a mi pecho.

Mi cuerpo temblaba y mi corazón dolía. No podía soportarlo, cómo quería que todo esto fuera parte de alguna de tus tantas bromas y verte entrar por la puerta para abrazarme y me dijeras que nunca te irías.

—Eres un estupido, Osamu.

No quería que las cosas terminarán así. Quería verte de nuevo, besarte, tocarte otra vez. Sin embargo, eso ya no sería posible.

En medio de mi soledad, dos meses pasaron muy rápido. Tu presencia me hacía falta todos los días y últimamente el viento soplaba fuerte cada tarde mientras caminaba a casa.

Hoy, al pasar por aquel campo de flores que solíamos visitar juntos, vi que se habían marchitado.

Solo quedaba un triste campo seco y sin vida.

Tan parecido a mí, pensé.

"Chuuya, te amo"

Detuve mis pasos y me giré, anhelando tanto verte parado ahí frente a mí... pero nada.

Tal vez mi error fue no haber ido detrás de ti aquella vez. Y este era mi castigo: vivir en un mundo donde tu ya no estás. 

TU RECUERDO |SOUKOKU| - ONESHOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora