capitulo 1: Sed

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Un día lluvioso por las calles de Manhattan, iba un joven de lentes y cabello negro, de nombre Luis iba corriendo mientras recibía ordenes por un auricular. Con un cigarro apagado y con un portafolios en la mano, doblo en dirección a un callejón donde quedo quieto mirando a una pared.

— ¿Ahora que? —Habló y empezó a buscar por la pared.

Tocó un pequeño botón que abría hacia unas escaleras que llevaban para un pasadizo, otro callejón, bajo según las indicaciones de su compañero.

—Acá huele mal, deberíamos irnos — Replicó y se dio la vuelta, hasta que una sombra enorme y de color negro llegó, evitando el paso de el.

—¿Pero que tenemos aquí? — Se dirigió a Luis mientras mantenía la actitud seria. —¡Un pequeño ratón!—

La sombra se acerco mas a Luis y con su mano toco la mejilla de este y la levanto haciendo que se vean cara a cara.

—¿Encontraste lo que yo busco? — dijo mientras apretaba mas su agarre.

Luis golpeó rápidamente en la pierna de este para que lo soltara, una vez suelto corrió fuera del callejón. Su compañero le daba una nueva ubicación para esconderse, ya que, sabia que lo iban a seguir, corrió unos kilómetros y entro a un restaurante, donde estaba esperandolo su compañero.

— ¡Dijiste que el no estaría! —grito enojado mientras se sentaba en la mesa con el.

—Parece que nos sigue, quizás debamos ser menos llamativos —Dijo mientras lo señalaba a el.

Luis un poco molesto agarro la carta del menú y pidió lo que se le antojaba, una vez con la comida, disgusto de ella, mientras su compañero seguía metido en su computadora.

Salieron del lugar, ya era de noche y se dirigían a su casa, Luis que mañana tenían clases junto con su compañero, Abdiel. Llegaron cada uno a su casa individual y durmieron, para mañana un día ocupado en la escuela.

Al día siguiente, Luis se alistó como todos los días, aún que en su mente recordaba la curva de la sonrisa del sujeto, intentó dejarlo atrás.

Llego a la escuela y se dirigió a su asiento donde esperaría a su mejor amigo. Llegando este, hablaron un rato esperando a la maestra, viendo que no llegó, dieron por hecho que no llegaría.

--¿Qué opinas sobre el calentamiento global?-- Dijo Luis mientras se reía, con sus amigos.

De un momento a otro llegó una persona, 2.00 metros de altura, pelo castaño oscuro, corto y con una mirada seria y penetrante.

--¿Dónde está Luis? -- Dijo mientras buscaba por la multitud de jóvenes que estaban en el salón.

Luis rápidamente se acercó a él, este mismo notó su presencia y sacó unos  lirios rojos, con Luis enfrente le entregó los lirios y dijo.

--Luis, hermosura, ¿Será posible que me acompañes en una cena, al aire libre?-- Dijo mientras pasaba la mano por la mejilla de el.

-- Quizás vaya, quizás no. -- Dijo mientras pasaba la nariz por los lirios oliendo su rico olor.

El sujeto tomó por hecho que iría, así que dio la media vuelta y salió del salón, sin antes darle un beso en la frente.

Luis un poco sonrojado por la situación evito las miradas de sus compañeros y regreso a su pupitre, donde Abdiel, el único que conocía el sujeto, lo empezó a interrogar.

--¿Sabes que el es peligroso, verdad?-- Dijo mientras agarraba los lirios y los olía.

Luis asintió y evito hablar del tema, aun un poco nervioso, escuchaba los comentarios de sus compañeros, los cuales algunos se burlaban y otros preguntando sobre el tipo.

Pasando el mañana en la escuela, Luis salio y se fue a su casa, en el camino pensaba si  ir a la cena o no.

Una vez en su casa remojo los lirios rojos y los dejo en la mesita de noche que tenia al lado de su cama.

Toda la tarde estuvo pensando si ir a la cena o no, aun que el tipo no se le hacía feo, ni se ve que sea malo, debía tener cuidado, según ordenes de su amigo y fiel compañero.

Una vez llegada la noche, dos horas antes de que dieran las diez, se baño y se alistó, una camisa polo gris y unos pantalones caquis.

Reviso su celular por última vez y salió de su casa, se dirigió al metro más cerca y subió, mientras en sus audífonos se producía, Ya te vas a mejorar de Cuarteto de Nos.

Una vez llegando a la dirección acordada, pensó por última vez si entrar o no, aun que su corazón quería ir, su mente no se quedaba callada y pensó en los posibles escenarios de su muerte.

Entro y se dio cuenta que era un lugar abandonado, subió unas escaleras y al llegar a la sima, encontró un camino de pétalos de lirios rojos y rosas.

Todo estaba iluminado de velas, una vez llegando a la mesa que estaba ahí, se sentó y reviso todo el parámetro, para evitar posibles sorpresas desagradables.

Una sombra sobre salió de la oscuridad y se acercó a él lentamente, con una sonrisa en la cara y con un lirio rojo en la mano.

-- Hola Luis, me alegro de verte aquí --Dijo mientras le ponía el lirio en el cabello alborotado.

--Hola Eduardo. --Dijo en un tono seco, evitando su nerviosismo.

Una vez sentados juntos disgustaron  de varios alimentos especialmente preparados por un chef privado de Eduard.

La velada fue increíble, hablaron sobre sus vidas personales y se dieron cuenta que tiene en común más de lo que creen.

Las doce de la noche estaban a la vuelta de la esquina y Luis tenía clases al día siguiente, una vez que terminó sus alimentos se dirigió a Eduard.

--Debo de irme.--Se levantó de la mesa y dejó la servilleta en la mesa.

--Tu no iras a ninguna parte-- Se levantó y se acercó más a el, invadiendo su espacio personal.

Eduard, acercó su rostro al cuello de el, y olió el suave aroma dulce que tenía el acompañante, un suave beso en el cuello le depositó.

--Hueles tan bien. --Dijo y empezó a darle pequeños besos en el cuello.

Eduard posó sus manos en la cintura de Luis y lo acercó más a el, unio sus labios en un suave beso, para después su lengua entrar a su cavidad bucal.

El beso se volvió más intenso al pasar los segundos, ahora sus lenguas estaban unidas en una danza armónica.

Eduard empezó a bajar sus manos hacia los muslos, donde apretó y los cargó, haciendo que Luis posara sus manos en el cuello de este.

Sus cuerpos rozaban y suspiros se escuchaban. Luis tomó por atrevimiento desabrochar la camisa del mayor, haciendo que se vea su abdomen marcado.

Eduard acostó suavemente a Luis en el piso, ya que ahí había una pequeña sabana con almohadas, al parecer había previsto la situación.

El mayor rompió el beso y empezó el mismo a quitarse la camisa para después desabrocharse el pantalón haciendo dejar ver la erección creciente.


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⏰ Última actualización: Jul 23, 2024 ⏰

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