Parte I | El comienzo.

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2024.

Para Tine, su relación comenzó a derrumbarse el verano pasado, cuando Sarawat llegó por primera vez tarde a casa. Entró a la habitación sin saludarlo, sin contar su día agotador en el trabajo y sin abrazarlo antes de irse a dormir, solo recibió un beso casto en la mejilla.

Tine creyó que se trataba de un mal día en la oficina, porque él también pasaba por eso, cuando su jefe lo llenaba de documentos y debía asistir a demasiadas reuniones, pero nunca actuó de esa manera con su novio, porque verlo le hacía dejar el estrés atrás.

Luego, solo fueron más días y noches sin recibir nada, sin comentarios, sin besos o caricias.

Un día, Tine decidió hablarlo, pero todo terminó en una pequeña discusión y su día se arruinó por completo.

Sarawat le pidió disculpas, cenaron juntos esa noche y los pequeños besos robados terminaron en algo más.

Los siguientes días le hicieron creer que todo volvía a ir bien, las costumbres que creyó perdidas estaban ahí, alegrando su día.

Esa esperanza se desvaneció, porque Sarawat actuó de una forma que mató a Tine lentamente.

Evitaba cada uno de sus besos, se alejaba unos centímetros cada vez que estaban en un mismo lugar de la casa, se iba más temprano al trabajo y volvía tarde, a altas horas de la noche.

Ahora, Tine se encontraba en la sala, sentado en el sofá, en la oscuridad de la noche, siendo iluminado por una pequeña lámpara. Su pierna subía y bajaba, la molestia estaba ahí, carcomiendo en su cuerpo, y su vista se enfocaba en la pantalla negra de su teléfono, apoyado en la mesa ratonera.

Tine lo estaba esperando.

Él le había prometido regresar antes de las diez de la noche para cenar juntos. No podía recordar la última vez que cenaron a la par, tal vez fueron semanas o meses, ahora solo sería una noche más donde la promesa se rompía.

Sarawat llegó por la madrugada, cuando Tine estaba luchando con sus pensamientos y el dolor en el corazón.

Tine se encontraba del lado derecho de la cama, a espaldas de él.

Podía escuchar como se quitaba la ropa de su trabajo y como se vestía con el pijama, para luego acostarse a su lado izquierdo. Quedándose ahí, en el silencio pulcro de la oscuridad, ese mismo de todas las noches, al que Tine se acostumbró a recibir, porque hace tiempo que no habían conversaciones, ni abrazos, solo silencio.

Tine escuchó un suspiro y decidió tragarse sus palabras, hundirlas en la profundo, y sellarlas para no comenzar una discusión.

Su esperanza comenzaba a depender de un hilo.

A la mañana siguiente, Tine se removió en la cama, buscando el calor debajo de las sábanas, pero solo encontró la ausencia de su novio.

Desayunó en la pequeña mesa redonda de la cocina, y el silencio de otro día empezó a molestarle. Encendió el pequeño reproductor de CDs que se encontraba en un pequeño mueble y esas letras conocidas comenzaron a sonar.

Su banda favorita.

Tine las tarareaba para no sentirse solo, mientras terminaba su café amargo, y callaba su estómago por unos minutos.

De pronto, conforme pasaban las canciones, se dió cuenta que todos los versos le pertenecían a Sarawat y que otra vez el lugar que creía seguro se desvanecía, se volvía ajeno, lejos de hacerlo sentir bien.

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⏰ Última actualización: Jul 23 ⏰

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Hasta pronto, Sarawat.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora