Pasaron los años y Seojun se convirtió en un exitoso hombre de negocios, llevando con orgullo la empresa de su padre. Era reconocido y querido por todos. Dongmin, por su parte, siguió los pasos de su padre Hyunjin en el arte, y se convirtió en un talentoso artista.
Felix y Hyunjin disfrutaban de su vejez en casa, aunque sus hijos ya no vivían con ellos. Seojun y Dongmin los visitaban siempre que podían, y pasaban momentos familiares hermosos. Seojun tenía una niña de cinco y un niño de tres años, que eran la adoración de sus abuelos y de su tío Dongmin.
Dongmin había encontrado el amor con un modelo reconocido, el hijo de Jeongin. Fue una gran sorpresa para ambos enterarse de que sus padres habían sido pareja. Sin embargo, todo era hermoso y encajaba perfectamente en la vida que habían construido.
Hyunjin y Felix envejecieron juntos, amándose cada día más. Mientras se sentaban en el porche, mirando cómo sus nietos jugaban en el jardín, Felix suspiró feliz.
—Hemos tenido una vida increíble, ¿verdad? —dijo Felix, apoyando su cabeza en el hombro de Hyunjin.
Hyunjin sonrió, besando la cabeza de Felix. —Sí amor, lo hemos hecho.
Felix cerró los ojos, disfrutando del momento. Sabía que había encontrado la felicidad y el amor verdadero, y estaba agradecido por cada segundo de ello.
Su vida había sido una montaña rusa de emociones, días malos y días buenos.
Al final del día nada de eso importaba porque tenia a sus hijos, a sus nietos y a su esposo, su eterno amor.
Hyunjin, la persona que sano su corazón.
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